Aunque aparenta ser sorprendente, es posible encontrar ciertas similitudes entre la reciente tragedia del avión alemán de la empresa Germanwings con determinados comportamientos de la sociedad israelí y comunidades judías de la diáspora.
Sin ningún desperfecto mecánico, la aeronave que partió de Barcelona fue conducida en picada hasta estrellarse en los Alpes franceses. Considerada como una de las sociedades más avanzadas del mundo y la única democracia en Oriente Medio, la realidad nos demuestra día a día que la sociedad israelí, con la complicidad de las direcciones judías del exterior, está siendo guiada a una bancarrota moral y política.
Así como Andreas Lubitz, copiloto del infortunado vuelo, ignoró deliberadamente el sonar de la alarma que pronosticaba la catástrofe en puerta, de la misma manera el pueblo judío se preocupa por silenciar las sirenas que advierten a su gente que se está encaminando hacia un aciago destino.
Justamente esta semana fuimos testigos de una generalizada indiferencia ante un nuevo paso por ese funesto sendero sin que se escuche el mínimo ulular de una protesta o el severo accionar oficial que podrían obligar a un giro corrector.
En el marco de los estudios de la Shoá, en una escuela secundaria de la ciudad de Petaj Tikva, el profesor distribuyó una hoja de trabajo donde se exponían los elementos básicos de la ideología nazi, entre ellos los conceptos de «pureza de raza» y «espacio vital». En su parte final los alumnos debían responder a una serie de preguntas a los efectos de constatar la comprensión de la temática. Con este «pedagógico propósito» se presentó, entre otros, el siguiente interrogante: «De los pueblos que habitan nuestro país, bajo su conocimiento, ¿cuál de ellos es la raza superior y cuál la inferior?» [1].
Esta pregunta con respuesta inducida no es casual y forma parte de la necesidad de crear en las capas juveniles ese caparazón que sea capaz de hacer propio y proteger el omni-privilegio, la excepcionalidad que el judaísmo demanda para justificar sus actos de discriminación y racismo. Es el mecanismo que ha desarrollado durante las últimas décadas la sociedad israelí, con la anuencia de las diásporas judías, tan necesario para silenciar toda sirena capaz de alertar del problemático viraje ético que ha tomado el «pueblo elegido».
Probablemente, un gran aporte en ese sentido el pueblo judío se lo debe a Pilar Rahola. La conocida periodista y escritora española, en su denodada misión de defender a Israel y su pueblo, se aferró al argumento racista de la genialidad judía aduciendo la existencia de un supuesto «factor X» que lo hace más exitoso. Los otros, los árabes, carentes de ese factor, con «50 años de petróleo y recursos ilimitados, decenas de países y millones de personas, no han dado un solo premio Nobel al mundo. 50 años de Israel, con escasa población y recursos limitados, han dado más de una decena» [2]. Y el pueblo judío, como tribuna futbolera enardecida, se para y la aplaude.
Las consecuencias no sorprenden a nadie capaz de prestar atención a esta realidad. Los medios informan periódicamente de discursos repletos de exabruptos racistas y discriminatorios aflorando por doquier mientras que la sociedad israelí y las diásporas responden, como norma, con un inquietante silencio. Difícilmente una búsqueda en la jurisprudencia israelí puede encontrar una resolución judicial penando a alguien por racismo, discriminación o xenofobia.
Para la nueva escala judía de valores es de suma importancia provocar un escándalo por la grosera expresión «rusito» dirigida a un judío, aunque no menos importante es recibir con bombos y platillos a un rabino israelí racista y discriminador que promueve en Israel, con la protección de las instancias locales, la prohibición del alquiler y venta de propiedades a legítimos ciudadanos árabes.
Si se continúa cometiendo periódicamente estos actos de carácter racista, gozando, como hasta ahora, de la total impunidad del Estado que reclama ser reconocido como judío, nadie se debe sorprender de un creciente desprecio hacia las colectividades judías y del florecimiento de aquellas manifestaciones consideradas generalmente como antisemitismo.
Ojalá me equivoque...
[1] «Estudiantes fueron interrogados: ¿cuál es la raza superior en Israel»; Israel Hayom; 25.3.15.
[2] «El factor X en los judíos»; Pilar Rahola; El País; 7.7.07.