Una sociedad moderna asigna a sus líderes e intelectuales la misión fundamental de alumbrar el camino para que cada miembro logre orientarse y tomar decisiones según su escala de valores. Reflejar la realidad en vez de encubrir o confundir son aspectos básicos de esta función.
Lamentablemente, judíos de la diáspora están expuestos periódicamente a tristes intentos de anteponerles anteojeras que sólo permiten una visión sesgada de la realidad, con el consecuente impedimento de captar importantes acontecimientos a su alrededor. Un reciente artículo de Mirta Goldstein, con motivo de una nueva conmemoración de la Shoá, es un excelente ejemplo en ese sentido [1].
Esta nota, repleta de confusas insinuaciones y reparto generalizado de culpabilidad, por supuesto, fuera de Israel y los propios judíos, trata de convencer a la diáspora judía que las sociedades modernas del mundo no son más que un nuevo escenario en donde a los judíos se le asigna la función de siempre: chivos expiatorios.
Sin lugar a dudas, el núcleo del mensaje se centra en la última frase, justamente remarcada por la autora: «A los avisadores del fuego, o aquellos que pudieron vislumbrar la Shoá, aunque no tuvieron la fuerza para detenerla, le seguimos, actualmente, todos aquellos que podemos atestiguar sobre los absurdos pero a la vez inminentes desenlaces de las guerras frías y calientes que se desarrollan dentro de las sociedades, las naciones y los grandes centros capitalistas. No somos los judíos los líderes de esos centros, pues ellos exceden a nuestros propios intereses de continuidad y subsistencia».
Sin duda, esta última expresión no es más que un ejemplo de una tergiversación intencionada o un grosero manipuleo de la realidad. Para compenetrarse en ella sólo hace falta girar un poco esas anteojeras ideológicas que se llevan puestas durante tanto tiempo.
Como gran centro capitalista, nación y sociedad, no creo que se pueda encontrar un mejor ejemplo que Estados Unidos, la potencia económica, política y militar más grande del planeta.
Una rápida lectura de los periódicos informes de la revista Forbes nos puede convencer fácilmente que la lista con estadísticas de los multimillonarios más importantes del país de norte está poblada por una significativa participación judía.
En un reciente libro, Darrel West, conocido politólogo norteamericano, nos revela las acciones de los principales magnates estadounidenses destinadas a proteger los temas de sus intereses interfiriendo con su dinero en la política oficial de su país [2].
De la lista de los 19 mega-magnates norteamericanos que más invierten dinero para interferir en la política de Estados Unidos, según el libro mencionado, los 5 primeros son todos judíos, de los 10 primeros, 7 son judíos, y de los 19, más de la mitad.
En un artículo de Sandra Russo se detallan las actividades «de financiación a cambio de votos a favor de sus ideas» de los hermanos Koch, unos de los más acaudalados multimillonarios judíos norteamericanos [3].
La reciente y grosera intervención de Netanyahu en los asuntos internos de Estados Unidos dio lugar a que salgan a la luz parte de la participación del activo poder económico judío dicha potencia. No es necesario recurrir a dudosas fuentes. Los medios israelíes se encargaron de reflejar la verdadera realidad.
Para Orly Azulay, del diario «Yediot Aharonot», «cuando se dispone de sponsors millonarios que abren afectuosamente sus billeteras a los miembros del Partido Republicano, Netanyahu puede conseguir todo. Con el patrocinio de los multimillonarios, Netanyahu será recibido en el Capitolio con alfombra roja» [4].
El diario israelí «The Marker» cita un artículo de «Tha New York Times» en donde se afirma que «los congresales estadounidenses republicanos que expresan su férrea oposición al acuerdo entre las potencias mundiales e Irán, recibieron significativas donaciones de millonarios norteamericanos judíos como Moskovich y Paul Singer, pero por encima de todos, de Sheldon Adelson» [5].
Como broche de oro de la significativa intervención del poder económico judío en los centros de poder estadounidenses, cabe señalar que, a los efectos de evitar un serio encontronazo con el Congreso, el presidente Obama se vio en la necesidad de informar detalles del acuerdo con Irán en una reunión especial a representantes de instituciones judías del país. En la misma ocasión «en forma especial, y por separado, Obama se reunió con un grupo de donantes judíos del Partido Demócrata. Uno de los participantes fue el productor israelí Haim Sabán, cercano a Hillery Clinton. El año anterior Sabán expresó sus dudas respecto al diálogo entre Estados Unidos e Irán, e incluso llamó a «bombardear a estos iraníes hijos de puta» [6].
La realidad nos demuestra que los judíos están muy lejos de ser «un colectivo discriminado», como lo afirma Mirta Goldstein. Por el contrario, está claro que cada día se hace más difícil oponerse a la imagen de «líderes del centro capitalista más grande del mundo».
No hay caso. No hay peor ciego que quien no quiere ver.
Ojalá me equivoque...
[1] «¿Es posible comprender la Shoá? ¿Cómo se presenta el antisemitismo hoy?»; Mirta Goldstein; Plurarl Jai; 17.4.15.
[2] «Billionaires: Reflections on the Upper Crust»; Darrel West; Brooking Institution; 18.9.14.
[3] «Los Koch»; Sandra Russo; Página 12; 18.4.15.
[4] «Con un poco de ayuda de amigos»; Orly Azulay; Yediot Aharonot; 22.1.15.
[5] «G.O.P.'s Israel support Deepens as Political Contributions Shift»; Eric Lipton; The New York Times; 4-5-15. Traducción al hebreo en The Marker; 5.4.15.
[6] «Obama informó a líderes judíos respecto del acuerdo con Irán»; Walla; 14.4.15.