Señores cayó el telón y la farsa se acabó. Tras seis largos años de promesas huecas, Netanyahu reconoció delante de todo el mundo que su identificación con la solución de «dos Estados para dos pueblos» en el conflicto con los palestinos se trataba de una artimaña patrañera.
El día previo a las últimas elecciones, Netanyahu declaró expresamente que si sale victorioso de los comicios, no va a permitir la creación de un Estado palestino. Ante la pregunta si piensa renovar la construcción para judíos en Jerusalén Este y Cisjordania, respondió que su gobierno continuará construyendo todo el tiempo en esa región [1].
Esta vez Netanyahu promete y cumple. En el programa del nuevo gobierno recientemente presentado en el Parlamento israelí, a diferencia de su ejecutivo anterior de 2013, no se incluye ningún compromiso destinado a promover la solución de «dos estados para dos pueblos» o predisposición a la creación de un Estado palestino [2].
Durante estos últimos seis años, la gran mayoría de directivos de las comunidades judías de la diáspora se desvelaron por apoyar incondicionalmente al gobierno de Netanyahu, en especial embanderándose de manera categórica detrás de la fórmula «dos Estados para dos pueblos».
Las instituciones más representativas de judíos en Argentina declararon repetidamente su apoyo a esa solución y la necesidad de crear un Estado palestino. «El pueblo judío aboga por la existencia de dos Estados, el palestino y el israelí, viviendo en paz en el marco del derecho internacional», afirmaron en 2009, para reconfirmar en 2011 que «la comunidad judía argentina… reafirma su convicción sobre el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado [3].
La comunidad judía de Chile también está convencida de ese camino. Su presidente, Gerardo Gorodischer, enfatizó en su discurso en la manifestación «por la paz» que «estamos aquí para defender la vida de judíos, musulmanes israelíes o palestinos. Estamos aquí porque queremos la paz, porque queremos que dos pueblos vivan en dos Estados pacíficamente» [4].
No cabe duda que la colectividad judía de Uruguay es la más comprometida con la propuesta de Netanyahu de 2009 para resolver el conflicto con los palestinos. Aparentemente, basándose en información de las actividades nocturnas de los miembros de su comunidad, Sergio Gorzy, su presidente, estima que «la colectividad judía sueña con que haya dos Estados» [5].
Quien dio oficialmente la confirmación del apoyo generalizado del judaísmo del mundo a la solución de «dos Estados para dos pueblos» fue justamente su representación oficial: El Congreso Judío Mundial. No sólo expresó esa identificación con el plan, sino que lo consideró «la única solución viable». Según una resolución de la última reunión del ejecutivo mundial de esa institución, «la falta de avances en el conflicto entre israelíes y palestinos es uno de los temas que más nos preocupa e insistimos que la solución de los dos Estados es la única solución viable y realista para lograr una paz duradera y verdadera» [6].
Netanyahu le jugó una muy mala pasada a la dirigencia judía de la diáspora. Al sacarse la careta y reconocer sus proyectos de conquista territorial, Bibi posiciona a estos dirigentes ante una engorrosa disyuntiva.
Ellos tendrán que decidir si continúan comportándose con valentía en defensa de sus principios y posiciones tan férreamente declarados. Esta actitud forzosamente los ubicará del lado de los críticos de las políticas de Israel, conducta generalmente catalogada en las diásporas como error fatal o traición.
Si por el contrario, deciden dar un gran viraje ideológico tirando por la borda sus principios para situarse nuevamente como amparo a capa y espada del primer ministro de Israel, ese comportamiento vendrá a demostrar que son guiados por cobardía de servilismo y adulación.
Si esta dirigencia opta por el segundo y lamentable camino, tiene que tener presente que convierte inevitablemente a sus colectividades en cómplices del expansionismo y avasallamiento de otro pueblo en manos del Estado judío. Esto necesariamente ubicará a esas colectividades como blancos legítimos de manifestaciones y protestas de las sociedades que las circundan.
La realidad nos demuestra que pese a conductas claramente pacifistas y transigentes de las direcciones comunitarias locales, actos de crítica y desaprobación de la prepotencia del Gobierno de Israel se propagan por el mundo con razones que cada día es más difícil de refutar.
Una acción cobarde de una dirección comunitaria local forzosamente arrimará más leña al fuego.
Ojalá me equivoque...
[1] «Netanyahu: Si me eligen, no se creará un Estado Palestino»; Maariv; 16.3.15.
[2] «Gobierno N°34: Programa de gobierno»; Israel Hayom; 14.5.15.
[3] «Declaración de instituciones judías argentinas»; Nueva Sion; 9.1.09. «Declaración de AMIA, DAIA, OSA y FACCMA»; Infobae; 20.1.11.
[4] «La comunidad judía de Chile realizó una manifestación por la paz con el pueblo palestino»; UPI; 11.7.14.
[5] «Entrevista con Sergio Gorzy»; Portal Montevideo; 15.4.14.
[6] «El CJM reiteró que la solución de dos Estados es la única viable y realista»; Itón Gadol; 15.4.15.