Las relaciones entre dos estrechos aliados como son Israel y Estados Unidos van de mal en peor. Tienen que ver con el acuerdo nuclear con Irán, que sobre el papel debería cerrarse a finales de mes. También tiene que ver con la fuerte divergencia entre Obama y Netanyahu respecto a la creación de un Estado palestino. Pero no solo.
Ninguno de los dos contenciosos explica por sí solo el mar de fondo que se aprecia entre ambos países y que reflejó un libro polémico antes incluso de llegar las librerías.
Se trata de unas memorias de Michael Oren, actualmente diputado del Parlamento, sobre su etapa como embajador ante la Casa Blanca entre 2009 y 2013, publicadas bajo el título «Aliado. Mi viaje a través de la división entre Estados Unidos e Israel», partes de cuyo contenido adelantó en entrevistas y artículos, como los publicados en la revista «Foreign Policy» (Cómo Obama abrió su corazón al mundo musulmán) y en «The Wall Street Journal» (Cómo Obama abandonó a Israel).
Según Oren, Obama rompió dos principios que regían la alianza: el primero era no expresar las diferencias en público y el segundo no sorprender nunca al aliado con movimientos que no fueran previamente advertidos.
El diputado pretende una crítica simétrica a Obama y Netanyahu, como responsables del pésimo momento de las relaciones, pero atribuye al presidente una actitud deliberada, condicionada por su simpatía hacia el islam, una observación que se hace eco de las acusaciones que le hacen desde la extrema derecha.
Cuando Oren se pregunta por el empeoramiento de las relaciones, los dardos desbordan la Casa Blanca. Ataca a la prensa, con «The New York Times» a la cabeza. Ataca a los periodistas, a los que acusa de «utilizar su identidad judía como credencial para criticar a Israel». Ataca a las universidades, que Oren conoce perfectamente porque enseñó en Harvard, Yale y Georgetown.
La diatriba fue recibida con incredulidad en Israel y en Estados Unidos, precisamente porque Oren se apropia de las críticas de falta de equilibrio y de neutralidad que suele recibir Washington respecto al contencioso palestino.
La promoción del libro puede interpretarse como parte de la campaña preventiva para obstaculizar el acuerdo con Irán y también para presionar a la Casa Blanca y obtener de nuevo su veto ante la resolución que Francia está preparando para presentar ante el Consejo de Seguridad en septiembre, con un plazo de 18 meses para el reconocimiento del Estado palestino por parte de la comunidad internacional.
Pero incluso esta explicación queda corta en el análisis de Oren, que rezuma pesimismo respecto al futuro y observa hostilidad allí donde hay comprensión y complicidad con Israel, aunque sea con críticas a sus Gobiernos.
El ex embajador, que en su momento fue designado por el propio Netanyahu, reconoce que Estados Unidos ya no es el país blanco, protestante y anglosajón que ofreció a Israel la alianza más estrecha que puedan establecer dos Estados.