Si se analiza superficialmente el tinte de algunos de los últimos mensajes de su campaña electoral para ser elegida presidente de EE.UU, muy fácilmente se puede diagnosticar que Hillary Clinton está bajo los efectos de una amnesia galopante.
Amnesia se define como el trastorno del funcionamiento de la memoria, durante el cual el individuo es incapaz de conservar o recuperar información almacenada con anterioridad. En el caso de la ex canciller estadounidense y candidata a suplantar a Obama no estamos hablando de un diagnóstico médico, sino de un borrón y cuenta nueva de aspectos centrales de las relaciones EE.UU-Israel.
En una llamativa irrupción declarativa, la esposa del ex presidente de EE.UU se preocupó por difundir recientemente emotivos y conmovedores anuncios de apoyo a Israel.
En conexión con las relaciones tensas entre Netanyahu y Obama, Hillary manifestó que «relaciones personales es un aspecto muy importante en diplomacia y yo tengo mis relaciones» haciendo referencia al enorme potencial positivo de sus prolongados vínculos con Bibi de más de dos décadas. En la misma ocasión no desperdició la oportunidad de prometer que como futura presidenta de EE.UU «se comportará con Israel mucho mejor que Obama» [1]. A los pocos días, en una carta de su firma, atacó abiertamente a quienes promueven el boicot contra Israel, aduciendo que «el país hebreo es una democracia imprescindible» [2].
Este heroico posicionamiento de Hillary Clinton se convirtió en la motivación para que un reconocido periodista estadounidense le otorgue el título de «portavoz israelí de mayor jerarquía» [3].
Para quienes la memoria no los traiciona, que aparentemente no es el caso del repentino comportamiento de la candidata presidencial demócrata, los medios de los últimos años están repletos de pruebas que demuestran una posición totalmente distinta de parte de la señora Clinton.
Lejos de un idilio, las relaciones entre Hillary y Bibi fueron más bien una sucesión de vueltas en un ring de boxeo. «Su cadencia como canciller de EE.UU no agregó nada positivo a las complicadas relaciones entre Clinton y Netanyahu. Clinton lideró la terminante exigencia de congelar la construcción en las colonias judías en Cisjordania y durante las negociaciones se sucedieron varias escenas muy tensas entre ellos» [4]. Sobre el mismo tema, otro reconocido comentarista afirma que «distinguidos dirigentes de la comunidad judía estadounidense señalaron que si Clinton sale victoriosa de las elecciones presidenciales no va a ser tan amable hacia el primer ministro de Israel. Él, Netanyahu, va a extrañar a Obama. Ella traerá a la Casa Blanca todo el rencor que su esposo le guarda al premier israelí» [5].
Si nos referimos a sus comentarios previos acerca de los caracteres de la democracia israelí, no hay duda que las incoherencias nos ayudan a confirmar que catalogarla de «imprescindible» es un poco exagerado.
En 2009 el Departamento de Estado bajo la dirección de Hillary publicó un informe sobre derechos humanos donde se acusa a Israel de discriminar a sus ciudadanos árabes, judíos no ortodoxos y otras minorías religiosas no judías [6]. Recientemente un nuevo informe del mismo organismo afirmó que «Israel fracasó en la defensa de los derechos humanos debido a su problemática relación con la población palestina de Cisjordania y la minoría árabe israelí» [7].
Durante una sesión cerrada del Forum Sabán, en 2001, Hillary «confesó su preocupación por las tendencias racistas, nacionalistas, antidemocráticas y extremistas que brotan en Israel. El odio al extranjero, la discriminación de la mujer y a la pérdida de esperanza y creencia de que se puede conseguir la paz con los palestinos» [8].
Con referencia a las colonias en Cisjorania, Clinton mantuvo permanentemente la posición de que se trata de actos ilegales que representan un sabotaje al proceso de paz.
La visible contradicción entre sus demoledoras críticas al comportamiento de la democracia israelí y sus duros altercados con Netanyahu en contraposición a la celestial imagen de las relaciones con Israel de su nueva plataforma en política internacional merece una explicación.
Sus últimas declaraciones y la carta mencionada no fueron dirigidas a todo el electorado del país del norte, sino sólo a judíos. Tampoco a todos los probables votantes judíos. La declaración fue parte de una reunión privada con judíos donantes potenciales y la misiva fue enviada a Haim Sabán, magnate judío y tal vez uno de sus principales donantes para su multimillonaria campaña.
Hillary Clinton no sufrió una amnesia. Lo que sufrió fue un mareo a consecuencia del aroma del dinero judío al alcance de su mano que le borró de su memoria todas sus complicaciones del pasado con Bibi y el Estado hebreo. Clinton no es la primera. En su última campaña electoral, también Obama acechó bolsillos de magnates judíos mientras los seducía con adulaciones a Israel para salir con 300 mil dólares en su cartera [9].
Lamentablemente estamos en presencia de una degradante conjunción de intereses que corrompen los valores básicos de una democracia. Unos hacen malabarismo con sus principios por dinero. Frente a ellos están los adinerados ciudadanos del mismo pais que no escatiman esfuerzos en usar su riqueza para comprar poder y dominio, en este caso, en defensa de intereses de otro país u otro pueblo.
Si el pueblo judío no se rebela de ser conducido bajo esta conducta denigrante de sus magnates, no podrá quejarse cuando de lejos y de cerca se escuche: «Cuando el río suena, dinero judío lleva».
Ojalá me equivoque...
[1] «Clinton: Me comportaré con Israel mucho mejor que Obama»; Walla; 4.7.15.
[2] «Clinton: Combatir el boicot contra Israel»; Ynet; 6.7.15.
[3] «Hillary Clinton: El portavoz israelí de mayor jerarquía»; Peter Beinart; Haaretz; 13.8.14.
[4] «Hillary Clinton: La píldora amarga de Netanyahu»; Ben Caspit; Al Monitor; 13.4.15.
[5] «Netanyahu va a extrañar a Obama»; Shlomo Shamir; Maariv; 10.4.15.
[6] «EE.UU: Israel discrimina a sus ciudadanos árabes»; Walla; 25.2.09.
[7] «Cancillería estadounidense: Israel fracasó en el tema de los derechos humanos»; NRG; 26.6.15.
[8] «El cambio de Clinton – La pérdida de Netanyahu»; Barak Ravid; Haaretz; 3.2.13.
[9] «Obama: No hay aliado más importante que Israel»; Iton Gadol; 1.12.11.