Comerciantes de Tel Aviv están sufriendo en carne propia, o mejor dicho en bolsillo propio, las consecuencias de la nueva escala de valores del Estado judío. Las excavaciones para el nuevo tren subterráneo están arrastrando a muchos de estos empresarios al cierre o la quiebra mientras que instituciones oficiales responsables de la iniciativa no demuestran ningún tipo de contemplación o seria predisposición a ayudar en esa crítica situación que se prolongará varios años.
Por el contrario, ciertos colonos judíos dedicados a la agricultura en Cisjordania viven en un paraíso económico. Pese a que fueron pescados in fraganti en una chapucera maquinación para usurpar tierras privadas palestinas, la Autoridad de Asuntos Civiles en Cisjordania (Minhal Ezrahí, en hebreo) está a las corridas tratando de buscar el modo de indemnizarlos y recompensarlos por la angustia que están sufriendo al tener que desprenderse de lo usurpado.
La zona del valle del Jordán quedó bajo dominio militar de Israel con posterioridad a la Guerra de los Seis Días, en 1967. Desde ese momento y hasta la fecha, por disposición del comandante militar israelí, tierras aledañas al Río Jordán, en la frontera con Jordania, fueron declaradas «zona militar» con acceso prohibido a palestinos, inclusive a propietarios de parcelas allí localizadas.
A partir de 1980, y en una oscura trama con la participación del Ejército israelí, funcionarios del Ministerio de Defensa, el Departamento de Colonización de la Organización Sionista Mundial (OSM) y el sospechoso mutismo de colonos judíos, extensas parcelas de tierras privadas palestinas fueron entregadas a éstos con el objetivo de explotarlas para su beneficio en producción agrícola. Esta realidad no se modificó en lo más mínimo hasta que en 2013 un grupo de propietarios palestinos demandó la devolución de sus tierras ante la Corte Suprema de Justicia de Israel [1].
El juicio aun no arribó a su desenlace final, aunque las partes, especialmente los responsables del fallido conato de apropiación ilegítima, ya tienen claro que no habrá alternativa más que desalojar a los intrusos y restituir las tierras a sus propietarios legales palestinos.
Para compenetrarse fielmente de la sociedad israelí de estos días y del crítico grado de distanciamiento de valores humanos universales a que ha arribado, mucho más importante que evaluar la probable resolución de los jueces es analizar las excusas, coartadas, pretextos e inclusive el escapismo de la realidad de representantes de instituciones hebreas involucradas en el caso.
Pese a reconocer que se trata de tierras de propiedad privada palestina, la Fiscalía del Estado, en representación del Gobierno, trató de escabullirse alegando que se trata de un tema de política y seguridad nacional que tiene que ser resuelto por el nuevo Ejecutivo. Eso significa que se necesita tiempo. En términos de la conducta típica israelí: mantener la usurpación en mano de los colonos hasta la eternidad.
El Departamento de Colonización de la OSM trata al público como ignorante cuando argumenta que después de tanto tiempo no sabe cómo el Gobierno traspasó las tierras a su dominio, pero sí que él se lo transfirió a los colonos según una decisión del Gabinete israelí, aunque no aportó detalles [2].
Para dar una demostración de la arrogancia y soberbia que caracteriza a los colonos judíos de Cisjordania, no se puede pasar por alto la manera injuriosa con que este grupo se relaciona en el caso en cuestión con un orden institucional mínimo de defensa de la propiedad privada. Para sus autoridades regionales y municipales «en Cisjordania se vive una situación intermedia que ya se extiende por casi medio siglo y que en ese marco no otorga vigencia a la ley israelí. Esto crea una imagen falsa de aparentes invasiones de tierras de otros. Todas las tierras fueron asignadas legalmente por autoridades competentes y no se trata de invasión alguna» [3]. Conclusión: para el judaísmo de estos héroes modernos de la colonización, la justicia israelí debe garantizar la propiedad según la pertenencia étnica del dueño.
Sin lugar a dudas, la conducta más descabellada pertenece a los oficiales de la Autoridad de Asuntos Civiles en Cisjordania. Ante el convencimiento de un fallo adverso, constituyeron un grupo de trabajo destinado a negociar indemnizaciones y compensaciones, además de una desesperada búsqueda de tierras alternativas para que «los colonos judíos damnificados» no sufran más y puedan trasladar sus plantaciones a otras parcelas. Sería muy extraño sorprenderse de esta insólita conducta si se tiene en cuenta que se trata de una estructura que fue inculcada durante medio siglo a su función primordial en Cisjordania: ser sirvientes de colonos judíos.
Durante las primeras sesiones del juicio se escucharon ciertas insinuaciones y observaciones de los jueces sin que ello se traduzca en drásticas decisiones como se debería suponer en un caso tan claro y absurdo. «Yo no entiendo como ocurrió esto»; «Alguien tomó decisiones sin autorización»; y también: «Si se pueden labrar esas tierras porqué no lo hacen sus propietarios», conjeturaron los magistrados [4].
Todas esas conductas de instituciones y altos funcionarios envueltos en este aberrante suceso necesariamente acentúan un problemático aspecto de la sociedad israelí. La única democracia de Oriente Medio cuida mucho los valores universales y democráticos hasta que se trata de una confrontación entre «nosotros» y «los otros». Aquí, como en muchos casos afines, los temores de la presión política y social de extremistas introducen vacilaciones que hasta pueden hacer prevalecer la excepcionalidad judía por encima de todo.
Ojalá me equivoque...
[1] «Grandes extensiones palestinas en el valle del Jordán fueron transferidas a colonos judíos bajo el amparo del Ejército de Israel»; Haaretz; 26.5.15.
[2] «Israel se prepara para desalojar agricultores que se apropiaron de tierras palestinas en el valle del Jordán»; Haaretz; 28.8.15.
[3] «¿Cómo se adjudicaron 'zonas militares' en Cisjordania a colonos agricultores?»; Radio Galei Tzáhal; 22.5.15.
[4] «Grandes extensiones palestinas en el valle del Jordán fueron transferidas a colonos judíos bajo el amparo del Ejército de Israel»; Haaretz; 26.5.15.