Sabias palabras las de Brendan O’Brien: «Es muy importante que las investigaciones de casos de terrorismo, sin importar dónde sean, se sostengan y los países encuentren quién fue la persona u organización que hizo un atentado porque es necesario que las víctimas lo sepan» [1]. O’Brien, Cónsul General de EE.UU en Argentina, se hizo eco de la sensación de frustración ante la falta de esclarecimiento de los atentados a AMIA y Embajada israelí en el marco de un acto organizado en memoria de las víctimas del ataque de 11.9.01.
En Israel, con diferencia de pocas horas, también resonó una súplica muy similar. Naser Dawabshe, hermano de Saed, el jefe de la familia palestina quemada viva por terroristas judíos en el atentado de la aldea Duma, exigió a las autoridades israelíes revelar inmediatamente la identidad de los autores del atentado [2].
Esta coincidencia es sólo circunstancial y esporádica. En Argentina, con respecto a los dos ataques en cuestión, como máximo se conoce la identidad de sospechosos en una confusa contienda judicial, aparentemente en un callejón sin salida. En Israel, la demanda de Naser Dawabshe es la respuesta inmediata a declaraciones oficiales de autoridades que atestiguan conocer perfectamente la identidad de los autores del atentado, además de señalar que se trata de judíos.
Apenas se informó del monstruoso ataque a la familia palestina, Netanyahu no dejó de aprovechar la oportunidad de retornar a su repetida cantinela: «Se trata de un ataque terrorista. Israel actúa enérgicamente contra el terrorismo, no importa la identidad de los culpables. Ordené a los servicios de seguridad que inviertan todos los esfuerzos posibles para detener a los culpables y enjuiciarlos inmediatamente», declaró al lado de la cama de los agonizantes palestinos [3].
Todo analista con un poco de información básica de la sociedad israelí de los últimos años, sabe muy bien que el contenido de este discurso, como tantos otros del primer ministro hebreo, no es más que promesas huecas. El racismo inherente del Estado judío en los últimos años influye de manera tan efectiva sobre organismos oficiales que terminan relacionándose por vías diferentes según la pertenencia étnica de víctimas y asesinos. Esta percepción recibió su irrefutable confirmación en el panel de especialistas en la materia - Moav Vardi, Ben Caspit, Or Heller y Gadi Zukenik - en un programa central del Canal 10 de Israel. Para todos ellos en la investigación de actos criminales en Cisjordania existe una distancia abismal entre el aterrador modo de actuar frente a población palestina con referencia a guantes de seda a colonos judíos [4].
Y también en este caso los servicios de seguridad no decepcionaron la visión del judaísmo de Jerusalén.
Moshé Yaalón, ministro de Defensa de Israel, confirmó en su primera aparición referida al tema que «nosotros conocemos la identidad de los responsables del atentado, pero no podemos enjuiciarlos para no divulgar fuentes de información reservada» [5]. Fácilmente se puede suponer que a estos asesinos judíos no les pueden aplicar los métodos que a los palestinos les puede provocar cantar hasta el himno nacional israelí en guaraní.
A los pocos días, Yaalón volvió sobre el tema afirmando que «estamos convencidos, lamentablemente, que el ataque terrorista en Duma lo llevaron a cabo judíos» y posteriormente evitó confirmar o desmentir si estos terroristas están bajo arresto administrativo [6]. Este procedimiento no es más que otra aberración democrática israelí típica, que en este caso suena más a una evasión momentáneamente de la presión pública para encontrar con el tiempo una solución más apropiada.
El modo de actuar del Estado judío nos demuestra que quienes sufren las consecuencias de una detención administrativa no son los terroristas judíos, sino justamente los principios históricos de la justicia judía. Por la fuerza quieren imponer la existencia de una impunidad kosher.
En las diásporas judías todavía se escuchan líderes y rabinos que aun no bajaron del Olimpo. Sus pensamientos y declaraciones demuestran su total desvinculación de la triste realidad que vive el judaísmo israelí, probablemente por el tremendo pavor de tener que enfrentarlo. En estos días el Rabino Abraham Skorka de Argentina declaró que «la justicia es el eje central de la sociedad y el judaísmo intenta que este pilar sea el que sostenga la existencia humana a partir de la enseñanza de la Torá [7].
Mantenerse al margen mirando al cielo va a convertir a estos líderes y rabinos en cómplices de una traición histórica al judaísmo, del que tanto se jactan saber.
Ojalá me equivoque...
[1] «Siempre es difícil cuando no se logra que víctimas sepan quien hizo un atentado»; AJN; 11.9.15.
[2] «Familia Dawabshe: Revelen inmediatamente la identidad de los asesinos»; Ynet; 10.9.15.
[3] «Netanyahu sobre el ataque en Duma: Acto horroroso y cobarde»; NRG; 31.7.15.
[4] «Informe Semanal»; Canal 10 de TV; Israel; 11.9.15.
[5] «Yaalón: Sabemos quienes son los asesinos de Duma»; Ynet; 10.9.15.
[6] «Saben pero no actúan»; Yediot Aharonot; 11.9.15.
[7] «La justicia en el centro de la cosmovisión judía»; Entrevista a Rabino Skorka; Radio Jai; 13-8-15.