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Europa porfiada

Ataque al BataclánEn la historia contemporánea, Europa es víctima de sus propias decisiones a la hora de suavizar las relaciones con Oriente Medio. Cuando los europeos tomaron las riendas de sembrar odio entre sus propios compañeros y abrieron las puertas a personajes que «fueron alertados» por otras naciones, las consecuencias resultaron nefastas para dicho continente.

Desde la creación del Estado de Israel, en 1948; el mundo árabe volcó todo su poderío militar contra la joven nación judía, con la consigna de «regresar el territorio» a los palestinos.

Al no poder obtener el resultado esperado, la causa palestina fue la razón (o simplemente la excusa) para que cientos de radicales islámicos funden sus propios grupos terroristas a fin de poder destruir el Estado hebreo. A lo largo de esos años, los mismos europeos voltearon sus ojos hacia otros lugares en vez de entender ciertamente que lo que ocurre en este territorio es un aprendizaje y aviso para el planeta.

Todos los desarrollos militares, científicos y hasta tecnológicos hechos en Israel lo catapultaron a colocarse dentro del «Top 30» en producción interna bruta (PIB) per cápita (32.000 dólares). La seguridad con la que cuenta el Estado judío consta de no dar su brazo a torcer y desconfiar de todo aquello que pueda convertirse en una amenaza terrorista. Los mismos ciudadanos están alertas porque la única condición que desean es poder caminar por sus calles, con toda la tranquilidad que se pueda. Es por ello, que Israel es un país de primer mundo, mientras que sus vecinos aún siguen destinando recursos para la causa palestina desviando la atención del desarrollo económico del país.

Del otro lado del charco, se encuentra Estados Unidos. Catalogado por muchos como «dueño del planeta», pionero del neoliberalismo y del capitalismo salvaje; otros lo denigran diciendo que es el causante de las guerras en el mundo y otros más lo hacen refiriéndose como una amenaza mundial. Pero lo que sí es cierto es que Estados Unidos, a raíz de los atentados del 11-S, aprendió que en temas de seguridad no puede haber milímetros de más. Es por ello que para entrar a ese país, las exigencias son cada vez mayores y le revisan el alma a quien desea poner su pié allí.

Los norteamericanos, ubicados con un PIB per cápita cercano a los 54.000 dólares (puesto 12 del ranking), desarrollaron y descubrieron infinidad de productos, nuevas tecnologías, curas para enfermedades, mantienen un orden específico de sus leyes y, por supuesto, basan su ambiente político en una Constitución que fue redactada hace más de dos siglos. Una nación que se desenvuelve, al igual que Israel, en una democracia participativa, y una sociedad, que lo único que desea es vivir en paz.
 
Israel y Estados Unidos son países que aprendieron a combatir al fanatismo islámico sin caer en la difamación de la islamofobia ni otras tendencias discriminatorias. Sus reglas son claras y quienes deseen vivir dentro de esas sociedades deben ajustar sus condiciones religiosas a las del país que los recibe. Canadá, Australia, Reino Unido, Rusia y Japón, son también ejemplos de entender la situación.

Cabe resaltar que Vladimir Putin, presidente de Rusia, mencionó en su discurso del 3.8.13: «¡En Rusia vivan como rusos! Cualquier minoría, de cualquier parte, que quiera vivir en Rusia, trabajar y comer en Rusia, debe hablar ruso y debe respetar las leyes rusas. Si prefieren la Sharía y vivir una vida de musulmanes les aconsejamos que se vayan a aquellos lugares donde esa sea la ley del Estado».

Europa no supo ni quiso aceptar la ignorancia en el saber de este tema. Las puertas estuvieron abiertas por mucho tiempo y las leyes se volcaron a entorpecer las relaciones comerciales con Estados del primer mundo en vez de enfocarse en erradicar la creciente inmigración de terroristas en sus propios países. Suecia, Dinamarca, Bélgica, Alemania y ahora Francia, son ejemplo vivo de que la «bondad política» les está cegando la bomba de tiempo que ya se activó hace años.

Ahora todos quieren «rezar por Francia». Otros rezan por la paz mundial. Pero quienes ya aprendieron a cómo combatir a los terroristas del Estado Islámico, no están rezando. Eso es perder el tiempo (no la fe). Por el contrario, están dirigiendo todas sus fuerzas para neutralizar el problema y erradicar cada célula terrorista.

El más importante de los aprendizajes radica en la población europea que se convirtió en cómplice del conflicto. Aquellos que tienen vecinos, familiares, amigos y conocidos dentro de los grupos terroristas, y que no fueron capaces de alzar su voz y denunciar a estos antisociales.

En la Segunda Guerra Mundial, los ciudadanos polacos y alemanes hacían la vista gorda a judíos, homosexuales y gitanos, quienes terminaron siendo exterminados por la barbarie nazi, algo que nadie creía que iba a ocurrir.

Hoy en día, el aprendizaje que debe ser inculcado en la Unión Europea, es entender qué hicieron países como Israel y Estados Unidos. No permitir nutrirse de terroristas y comprender que una sola persona puede sembrar el pánico y la inseguridad de miles.

La mano dura de los países europeos debe enfocarse en destruir no sólo a los grupos terroristas sino también a aquellos cómplices que no se atreven a denunciar lo que está por ocurrir.