Siria es el epicentro de un conflicto internacional por el control del paso de los estratégicos gasoductos que transportarán el gas desde los centros de producción de los países de la órbita de Rusia y Oriente Medio hacia los mercados de Europa, un tema poco referenciado cuando se habla de la devastadora guerra en Damasco.
No es un secreto que la cuenca oriental del Mediterráneo, que forman Siria, Israel y Líbano, posee una de las mayores reservas de gas natural y Siria es la joya de la corona. De hecho, el territorio sirio es un enclave vital en la geopolítica energética de Oriente Medio por ser uno de los países más estratégicos de la región. Es la entrada de Asia a Europa y de acceso a las rutas del Cáucaso y a los mares Negro y Caspio, territorios que tienen grandes reservas de gas.
El territorio sirio es la bisagra del paso del gas del Mediterráneo, el Caspio, el Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico. Por eso en la guerra de Siria se vive una encarnizada lucha por definir una serie de intereses en torno a la geopolítica del gas, dado que gran parte de los gasoductos que se proyectan para las exportaciones de las principales reservas mundiales que están en Rusia, Irán, y Qatar, tienen que pasar por Siria. De allí que la guerra se convirtió en un pulso entre los intereses de Estados Unidos y las potencias de la Unión Europea (UE), contra los de Rusia y China para definir los dominios en los negocios del gas de Oriente Medio hacia los mercados europeos.
Rusia desarrolla su política gasífera hacia Europa sobre la base de dos grandes gasoductos. Uno que conecta Rusia con Alemania, a través del Mar Báltico sin pasar por Bielorrusia, Ucrania y Polonia; el segundo, de Rusia a Bulgaria y tendrá dos ramales, uno que pasa por Grecia y el sur de Italia, y el otro por Hungría y Austria.
En cambio, Estados Unidos y la UE impulsan un gasoducto que parte de Irak a Siria y de allí a Turquía, Mar Negro, Rumania, Hungría y Austria con conexión con Croacia, Eslovenia e Italia. Este gasoducto está en veremos por la oposición del régimen sirio.
Francia no se queda atrás en este pulso. En virtud que considera la región como su zona de influencia histórica, busca tener injerencia directa en la definición del mapa geoestratégico del gas en Oriente Medio.
En la guerra siria hay un entramado oscuro de disputas entre las potencias por determinar un nuevo orden en la política energética mundial. Eso explica las coincidencias de los gobiernos de Irak y Siria con los intereses de las potencias en combatir al Estado Islámico, porque el EI significa una gran amenaza para todos en la geopolítica del gas en la región.
El régimen sirio se convirtió en el palo en la rueda de los planes gasíferos de Estados Unidos y la UE en Oriente Medio. Hace seis años, Qatar y Turquía firmaron un acuerdo para la construcción de un gasoducto para transportar el gas de Doha a Estambul, pasando por Siria para surtir a Europa, pero el Gobierno de Assad se opuso y se opone. De allí obedece en parte la participación de Turquía y Qatar en la coalición que apoyan las fuerzas rebeldes que busca deponer al presidente sirio.
El Ejecutivo de Assad firmó hace dos años un acuerdo con Irán e Irak para la construcción del gasoducto Irán- Irak-Siria, que tendrá una línea submarina que se conectará con Grecia. Un proyecto que convierte a Siria en un gran centro de almacenamiento y distribución de gas en Oriente Medio, plan que favorece los intereses de Rusia y China, pero que no es bien visto por Estados Unidos y la UE, ya que significa un revés para sus planes estratégicos de tener menos dependencia del gas ruso e incrementar las importaciones de Qatar. Doha última un negocio redondo para las petroleras estadounidenses, francesas e inglesas que controlan los principales yacimientos.
Más de la mitad del gas que consume Europa proviene de Rusia. La apuesta de la UE es la de reconfigurar un nuevo mapa en la seguridad energética para sacudirse de la dependencia rusa.
En síntesis: lo que pretende la UE en la guerra en Siria, mucho antes de derrotar al yihadismo y al terror, es asegurar el tránsito de las importaciones de gas de Qatar.