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Israel y el valor de la vida

El canje de más de mil palestinos por un soldado israelí expone las diferencias radicales entre ambas culturas. Tal como lo explicó el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah: "Los judíos aman la vida, entonces eso es lo que les sacaremos. Venceremos porque ellos aman la vida".

Una de las supremas ironías con respecto a la posición europea tiene que ver con su discurso sobre la pena de muerte. Es bien sabido que Europa está en desacuerdo con EE.UU porque allí aún es utilizada por sus tribunales; un símbolo de su naturaleza cowboy y su retraso en el tema de avances éticos de las naciones.

Sin embargo, cuando esta misma Europa mira hacia Oriente Medio, el país por el cual siente más desprecio es el único en toda la región que abolió la pena capital; ello al tiempo que admira a estados en los cuales es práctica política común en sus culturas hacer uso de torturas y ejecuciones para mantener el orden público, lo cual demuestra un desprecio total de la vida de sus ciudadanos así como la de sus enemigos.

Normalmente, esto ni siquiera merecería ser tratado. La mayoría de las personas ni lo consideraría mientras que otros se quejarían del imperialismo sionista tratando de apartar la atención hacia la "opresión" de los palestinos. Pero si uno quiere entender el "canje de un rehén por prisioneros" que ha ocurrido en israel y la actitud de la prensa occidental al respecto, entonces debe prestar cierta atención a este asunto.

Israel excluyó la pena capital de su código penal en 1954, desligándose así de la legislatura del Mandato Británico. Esa decisión se basó en precedentes rabínicos - que tratan el respeto a la imagen de Dios en el hombre y la obligación de probar culpabildad - y sentimientos liberales modernistas. Al hacerlo, Israel se convirtió en la primera democracia moderna occidental que descartó la pena de muerte. Más de una década después, fue imitado por Inglaterra (1965), Suecia (1972), Canadá (1976) y Francia (1981).

Israel aprobó este dictamen cinco años después de la constitución de un gobierno dedicado a la igualdad de todos sus ciudadanos ante la ley, lo cual determinó una hostilidad feroz por parte de sus vecinos en el mundo árabe-islámico. Normalmente, cuando países desarrollan estas revoluciones legislativas y se encuentran rodeados de enemigos hostiles, acaban algunos años después ejecutando masivamente a sus propios ciudadanos. Así aconteció durante el cuarto año de la Revolución Francesa e inmediatamente en la rusa, china y cambodiense.

El Estado judío rechazó aplicar la pena capital incluso contra terroristas árabes que fueron capturados después de asesinar civiles israelíes. Israel sólo ha ejecutado a Adolf Eichmann, responsable del exterminio de millones de judíos en los campos de concentración durante el Holocausto.

Si Israel tenía cientos de prisioneros en sus cárceles, en algunos casos sentenciados a varias cadenas perpetuas, disponibles para ser intercambiados por Gilad Shalit, un soldado secuestrado en terreno israelí por terroristas de Hamás hace cinco años, esto es por su actitud con respecto a los derechos humanos, tanto los de sus ciudadanos como los de los palestinos. Y esa misma actitud fué expuesta totalmente en el reciente canje, con el temor de exponer a israelíes a futuras abdicaciones frente al compromiso profundo de recibir de vuelta a Gilad Shalit. Algunos periodistas en el mundo árabe reconocieron que esta situación emplaza en forma poco halagadora su propia cultura, mientras que otros se deleitaron con ella.

Por otro lado, Palestina representa casi el polo opuesto. Se trata de un lugar donde matar hijas, mujeres y homosexuales por atentar contra el honor familiar - aunque se trate sólo de sospechas infundadas - es una característica regular de su sociedad, donde "colaboradores" son ejecutados sin juicio, y en la cual las estadísticas oficiales colocan a la Autoridad Palestina al nivel de ejecuciones formales muy cerca de China, Irán, Corea del Norte, Yemen y Libia.

El canje de más de mil palestinos por un soldado israelí expone las diferencias radicales entre ambas culturas. Tal como el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, lo explicó después de un intercambio de prisioneros en 2004: "Hemos descubierto como herir a los judíos donde son más vulnerables. Los judíos aman la vida, entonces eso es lo que les sacaremos. Nosotros venceremos porque ellos aman la vida y nosotros amamos la muerte".

Si un europeo, preocupado por la naturaleza agresiva del islam que ha empezado a florecer en sus ciudades y que exige que haya zonas que se rijan por la Sharía (ley islámica), quisiera entender la naturaleza del conflicto árabe-israelí, podría visitar los lugares donde están los palestinos anti-sionistas, en los cuales reina esta cultura profundamente perversa. Pero, por supuesto, eso sería descomedido porque dedicar unos momentos a entender la verdadera raíz del problema constituye un alto nivel de islamofobia políticamente incorrecta.

Entonces, en vez de ayudar a los europeos a entender lo que está en juego, la mayor parte de la comunidad mediática y de las ONG's han distorsionado esta historia para que aparezca como una violación de los derechos humanos "de ambos bandos", enfocándose descaradamente en las acciones israelíes. Los prisioneros palestinos son considerados "iguales", e Israel es expuesto como responsable por la Convención de Ginebra en lo que respecta a su relación hacia combatientes enemigos cuando, en realidad, el único que debiera estar protegido por ella es Gilad Shalit, un militar uniformado raptado en su propio territorio en una situación no beligerante, mientras que cientos de prisioneros palestinos fueron llevados a juicio por crímenes relacionados con ataques terroristas contra civiles inocentes.

Así, Robert Mackee del New York Times, escribe embaucadoramente sobre "la felicidad de los padres en ambas partes" con el retorno de los prisioneros, y la ONU expone su preocupación porque los presos liberados por Israel debían de ser expulsados a la fuerza y en forma ilegal a otros países. "Devolver gente a lugares que no sean los de su residencia habitual contradice la ley humanitaria"; ni que se tratara de civiles inocentes. La preocupacón de la ONU por el ejercicio pleno de la voluntad de asesinos masivos ilustra este problema. El discurso humanitario se ha puesto patas para arriba con el fin de proteger a los criminales más denigrantes en este juego particular en el cual amenazan a su sociedad con fuerzas repulsivas y al mismo tiempo implican que Israel, en su apuro por obtener de vuelta a su soldado, pisotea sus derechos y viola la ley humanitaria. No es de sorprender que esto fue lo que le causó a Ban Ki Moon un momento de vértigo moral en el cual denunció la violación de los derechos de todos.

Por supuesto que para presentar la equivalencia moral de los "prisioneros" en el canje, uno tiene que disminuír la naturaleza atroz de los crímenes y las personalidades de los prisioneros palestinos liberados. El corresponsal de la BBC, Jon Donnison, demostró hasta que punto llega la ignorancia entre los supuestos profesionales de la prensa mundial al entrevistar a un hombre en prisión por haber organizado y planeado varios atentados suicidas (como no hubo muertos en dichos ataques, el reo no fué sentenciado a cadena perpetua). "Usted tiene 31 años, de los cuales diez ha pasado en prisión por cadena perpetua por ser un miembro de Hamás, ¿como se siente hoy?" Los espectadores de la BBC pueden ser excusados por simpatizar con un prisionero político, encarcelado inhumanamente por pertenecer a un partído opositor y siendo por fin liberado.

Al adoptar una narrativa en la cual el odio y el asesinato son considerados legítimas expresiones de "resistencia" a la "ocupación", los activistas de derechos humanos occidentales, e incluso varios periodistas, han degradado el idioma humanitario al mismo tiempo que posibilitan la entrada de un discurso genocida de odio en las esferas públicas. Han excluído toda simpatía por los israelíes que se defienden de la arremetida asesina que ellos omiten en forma conciente de sí mismos y de sus audiencias.

A los países occidentales esto puede parecerles algo mínimo que no tendrá repercusión alguna, pero se equivocan. Al no leer correctamente la amenaza con la cual Israel se mide, y al adoptar un lenguaje degradado y un periodismo corrupto que defiende y enmascara con el fin de proteger a los peores enemigos de los derechos humanos sobre la tierra, están en realidad asimilando todas las técnicas que los pondrán en peligro cuando llegue el momento de confrontar a este mismo enemigo.

Fuente: The Telegraph
Traducción: Sergio Goldfeld