No hay israelí que no se esté conmovido al ver que Gilad se reencontró con su familia. Sin embargo, esa es la cuestión: nosotros podemos estar completamente conmovidos. Pero de quien pretende ser reelecto como primer ministro por un nuevo período, se espera un accionar diferente.
No se necesita ser un comentarista especializado para adivinar lo que el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, habría dicho de cualquier otro gobierno -pongamos por caso, uno liderado por partidos de centro y de izquierda - que hubiera logrado un acuerdo de liberación como el que permitió finalmente el retorno de Gilad Shalit.
Netanyahu, quien en el pasado enfrentó a la comunidad internacional, enseñándole - con voz alta y clara - que el terrorismo debe ser combatido sin hacer ningún tipo de concesiones y que Israel es un Estado democrático y defensor de la vida que nunca debe capitular ante la violencia, se rindió él mismo ante los terroristas.
Con su decisión de liberar a 450 terroristas que asesinaron a unos 599 civiles israelíes, y al acceder a la liberación de árabes ciudadanos israelíes y palestinos de Jerusalén Oriental, Bibi traspasó todos los límites establecidos por los anteriores primeros ministros israelíes durante generaciones.
Hamás emerge de este acuerdo como el gran ganador. Los líderes de la organización demostraron a los palestinos en los territorios y también a los árabes israelíes, que son ellos los representantes exclusivos de la cuestión palestina. Los árabes israelíes, ciudadanos de este Estado, podrán estar seguros a partir de ahora de que, en caso de ejecutar un ataque terrorista, Hamás habrá de ocuparse de su posterior liberación.
Debemos decirlo con toda claridad: De ahora en adelante pierden todo significado las resoluciones legales establecidas por parte de Israel con respecto a los ciudadanos árabes.
La decisión de Netanyahu de aprobar el acuerdo contribuye además a la destrucción de la Autoridad Palestina. Después de que el primer ministro presentara a Mahmud Abbás como a un recipiente vacío y a los organismos de seguridad de la AP como colaboradores de Israel, no es difícil conjeturar que eso ocurrirá una vez que se celebren las elecciones en Cisjordania y la Franja de Gaza: Hamás derrotará a Al Fatah.
El pasado domingo, una vez que los nombres de todos los terroristas que iban a ser liberados en el marco del canje fueron dados a conocer, Netanyahu debería haber enfrentado a las cámaras y explicarles a los ciudadanos de Israel cómo planea protegerlos de ahora en más. En particular, el historial de liberaciones de terroristas por acuerdos de intercambio demuestra que un 60% de ellos regresa al terrorismo.
Los voceros de Netanyahu trataron de explicar que el actual mandatario, más de lo que hizo Olmert antes que él, logró eliminar de la lista de asesinos a aquellos "pesos pesados" que se han convertido en símbolos del movimiento nacional palestino. También quisieron tranquilizarnos subrayando que algunos de los criminales liberados serán desterrados más allá de Cisjordania. Sin embargo, todo joven oficial de inteligencia sabe que en la era tecnológica en que vivimos, también es posible fabricar bombas, enviar terroristas y organizar ataques vía Internet.
Bibi está enamorado de la palabra "liderazgo". Él afirma haber tomado una "decisión de liderazgo" y, acto seguido, todos lo aclaman. No obstante, su carrera pública debería haber sido suficiente experiencia para enseñarle que la opinión pública y las encuestas son como polvo en el viento. Repasemos lo que dice ahora dentro de un año, cuando las puertas del mismo infierno se abran para los israelíes.
De hecho, nuestro corazón está con la familia Shalit. No hay israelí que no se esté conmovido al ver que Gilad se reencontró con su familia. Sin embargo, ese es precisamente el quid de la cuestión: nosotros podemos estar completamente conmovidos. Pero de quien pretende ser reelecto como primer ministro por un nuevo período, se espera un comportamiento diferente.
Fuente: Yediot Aharonot - 18.10.11
Traducción: www.argentina.co.il