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Sin marchas de solidaridad


Desde que tengo conciencia política he apoyado la solución de "dos estados para dos pueblos", tanto por razones diplomáticas como éticas. Sin embargo, no habré de unirme a ninguna marcha de solidaridad en apoyo a la declaración de independencia palestina.

No porque tenga cosas más importantes que hacer, o porque sea incapaz de entender la voz de la historia. Y ciertamente, tampoco porque tenga miedo de que mi participación sea vista como un acto de condescendencia. No lo haré porque me parece que una declaración unilateral en la actualidad supone más bien un serio riesgo para la posible implementación de una solución de dos estados que una manera de promoverla.

No soy muy optimista acerca de la posibilidad de implementación efectiva de tal solución en un futuro inmediato, pero me niego a hacer algo que la debilite aún más.

Una marcha de solidaridad es la respuesta por parte de quienes creen que el mayor responsable del fracaso en los esfuerzos para implementar la visión de dos estados ha sido, hasta aquí, Israel, gobernada por un gobierno de derecha y por los dirigentes de los asentamientos. Se supone que al poner en evidencia el hecho de que hay israelíes judíos que apoyan este acuerdo, y que lo que se intenta es aumentar considerablemente su número y peso específico, se logrará revertir esta situación y ejercer una mayor presión sobre el gobierno en contraposición a las actividades diplomáticas de los propios palestinos. De acuerdo con este enfoque, no hay necesidad de generar estímulos destinados a modificar también los puntos de vista palestinos, como condición previa para un acuerdo justo y estable.

Estoy completamente en desacuerdo con este análisis. Junto al punto de vista de ciertos elementos de la opinión pública israelí, fuertemente representados en el gobierno y con un gran interés por evitar cualquier posibilidad de avance hacia una división de la soberanía entre el río y el mar, Israel dispone de una amplia mayoría lista para asumir un acuerdo de compromiso estable. Por otra parte, el actual gobierno israelí, por más derechista que sea, está oficialmente comprometido con una solución de dos estados.

Por otro lado, junto con los palestinos que afirman estar preparados para una solución que incluya una división de territorio, otros importantes grupos declaran rotundamente que, por lo que a ellos respecta, el objetivo es la soberanía palestina de toda el área. Igualmente importante resulta el hecho de que la dirigencia palestina en su conjunto, incluyendo sus elementos más moderados, parece incapaz de afirmar que efectivamente comprende que la visión de dos estados significa renunciar al reconocimiento del "derecho" de los refugiados y sus descendientes a regresar a sus hogares en el Estado de Israel.

El punto muerto al que llegan las negociaciones se basa en las posiciones de los palestinos no menos que en las de los israelíes que se oponen a la partición. Por lo tanto, un adecuado proceso de avance hacia la implementación de la visión de dos estados debe incluir actividades israelíes e internacionales claras y consistentes capaces de generar incentivos políticos, económicos, sociales y éticos que persuadan convenientemente a ambas partes de aceptar la realización de esas "dolorosas concesiones" que se requieren.

A pesar de que la medida unilateral de las Naciones Unidas, y en particular, el apoyo externo que recibe de la comunidad internacional y de judíos israelíes, ejerce presión sobre Israel para que realice todo lo necesario con el objetivo de alcanzar una solución, no existe ningún elemento de presión similar del lado palestino. Por el contrario, tales procesos no hacen sino reforzar la sensación entre los palestinos de que alguien ya les está haciendo el trabajo y de que hasta es probable que lleguen a ver satisfechas sus justas demandas sin comprometerse en absoluto con la realización necesaria de concesiones dolorosas.

Espero que la historia realmente esté del lado de la solución de dos estados. Para ayudarla debidamente, los partidarios de tal solución, en Israel y en todo el mundo, deben demostrar que son capaces de un esfuerzo mucho mayor que el manifestado a través de la participación en una marcha de solidaridad.

Fuente: Haaretz - 12.7.11
Traducción: www.argentina.co.il