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Paz, queso cottage y dentista

Los israelíes y los palestinos son parecidos al terrible miedo que cualquiera de nosotros tiene al dentista. Se pasan posponiendo una cita tras otra, presentando las más variadas excusas y sabiendo en su corazón que sus dentaduras no habrán de mejorar.

Hacen cualquier esfuerzo por evitar la dolorosa operación, pero al final lo inevitable tiene que ocurrir: Ésta termina siendo simultáneamente dolorosa y cara.

Ambos pacientes conocen las graves consecuencias que implica el persistir en la evasión, pero aun así no son capaces de dejarse caer en el aterrador sillón del dentista. El primer ministro Binyamín Netanyahu, para seguir con la metáfora, interpreta el rol del héroe seguro de sí mismo, mientras el ministro de Defensa, Ehud Barak, describe la situación en términos de un tsunami cada vez más cercano. Los dos se complementan bien el uno al otro, confiados en que todo va a salir bien. Como dijo un jorobado: "¿Saben cómo llegué a ser jorobado? Todos me daban una palmadita en la espalda diciéndome que las cosas iban a ir bien".

Hay momentos en la historia, dice la líder de la oposición, Tzipi Livni, cuando se hace evidente que un desengaño está por suceder: nos encontramos en curso de un conflicto con el mundo. No importa si ocurre en septiembre o en octubre; el proceso ya ha comenzado. Se comprende cada vez menos la conducta de Israel; el país es considerado colonialista. "En política, como en derecho penal, no actuar en prevención de un delito se considera una falta una vez ocurrido el hecho", dijo Livni.

En este punto, aún no es demasiado tarde. Todavía no es septiembre. Todavía no es del todo seguro que los palestinos quieran poner en práctica la amenaza del reconocimiento de un Estado palestino por parte de la ONU. En una reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad de la Knéset esta semana, se informó que los líderes palestinos tienen ciertas dudas sobre continuar con el proceso de reconocimiento por parte de la Asamblea General; no sólo por el peligro de que la ONU tenga que basar su decisión en el plan de partición de 1947, que dividió al país en un estado judío y otro árabe. La decisión puede terminar resultando una broma. Mientras Israel será reconocido como Estado judío al cual los palestinos se oponen de manera tan radical, el peso de la prueba de que los árabes son, en la decisión original, palestinos de hecho habrá de tener para ellos un tremendo impacto.

Septiembre se ha vuelto un mes de gran importancia no sólo por la discusión en torno a si acontecerá o no el reconocimiento de Palestina como Estado. En esa fecha también tendrá lugar algo de mayor importancia que la vacía decisión que se tome en Naciones Unidas: las elecciones en Egipto. Este evento es fundamental para nosotros en lo que respecta al Tratado de Paz que ya ha durado 30 años, pero sobre todo, en relación al tipo de Egipto que habrá de emerger tras la sublevación de la plaza Tahrir. ¿Será el resultado de la elección un gobierno de la Hermandad Musulmana? ¿Seguirá siendo Egipto una nación responsable y estable que apoya la paz? ¿Podrán Estados Unidos, Europa y los países moderados de la región considerarlo como una isla de cordura y responsabilidad?

Es crucial que Israel se despegue del discurso acerca de la batalla electoral egipcia. Es muy importante que Israel haya avanzado en el terreno de las negociaciones de un acuerdo con los palestinos para el momento en que tengan lugar las elecciones egipcias, y no que permanezca en un estado de estancamiento. Por lo tanto, debemos ser capaces de pasar de una modalidad de propaganda y regateo en las negociaciones a otro de política moderada. Hemos operado mucho tiempo en el campo de la propaganda pero no lo suficiente en lo que respecta al ejercicio de una política positiva y pragmática. El paso hacia el acercamiento y el reconocimiento debe ser producto de una iniciativa israelí.

Los analistas estadounidenses afirman que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no tiene arrebatos de ira ni tampoco tendencia a denostar públicamente a las personas que lo han agraviado. Pero no olvida. La jugada que le hizo Bibi en Washington es de esas cosas que uno difícilmente puede olvidar, a menos que seamos capaces de comprender dónde nos equivocamos y cómo ayudar a la administración en las dos pruebas de septiembre, ambas cosas con iniciativa para reanudar las negociaciones basadas en las fronteras de 1967 y absteniéndose de presentar algún ultimátum.

Por un lado, Bibi habla de negociaciones incondicionales, pero por otro, les exige a los palestinos que reconozcan a Israel como Estado judío. Supongamos que acepten y se decidan a firmar, ¿entonces qué? ¿Nos olvidamos de la experiencia de la época de la Hoja de Rutas, cuando la primera condición era acabar con el terror?

Todos estos caprichos de ambos lados no resultan para nada oportunos. Creamos el problema y sufrimos sus consecuencias. Es casi la última oportunidad que tenemos para tomarnos en serio la cita con el dentista. Sin dientes nos veremos obligados a comer queso cottage: eso equivale a pagar un precio demasiado alto por renunciar a la paz.

Fuente: Haaretz - 26.6.11
Traducción: www.argentina.co.il