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Egipto ¿Hacia dónde?

¿Cuál es el significado real de los acontecimientos que tienen lugar actualmente en Egipto? ¿Será realmente el salto del despotismo a la democracia y del atraso a la modernidad?

Entre las numerosas opiniones expresadas al respecto de estas grandes incógnitas en la prensa mundial, sobresalen dos: la que considera que vivimos el positivo comienzo de una nueva era y la que cree que al final del proceso la revolución será copada por fuerzas islamistas regresivas. Ambas posiciones son expresadas en artículos publicados por el "Daily Star" de Beirut.

La primera posición es desarrollada en un artículo del periodista Rami G. Khouri (2.2.11) cuyo título es de por sí expresivo: "El tren de la libertad de Oriente Medio acaba de abandonar la estación". Entre otros conceptos dice: "Nunca antes poblaciones árabes enteras se levantaron y exigieron la partida de sus líderes y el cambio de su sistema de gobierno. Nunca antes hemos visto a movimientos populares que obliguen a sus líderes a cambiar sus gobiernos y a modificar el rol de su policía y sus fuerzas armadas".

"El proceso que vemos en Túnez y en Egipto continuará provocando conmoción en todo el mundo árabe, porque los ciudadanos comunes han tomado en sus manos la defensa de su libertad y su dignidad. Es una tarea monumental salir de la autocracia y la servidumbre para ir a una era de democracia y derechos humanos. Los europeos necesitaron 500 años para hacer la transición de la "Carta Magna" a la Revolución Francesa. Los americanos necesitaron 300 años de transición de la esclavitud a los derechos civiles y los derechos de la mujer".

"Lo que estamos viviendo es un momento épico y el comienzo del nacimiento de valores que fueron negados durante mucho tiempo a los ciudadanos árabes comunes: el derecho de definirse a si mismos y a sus gobiernos, afirmar sus derechos nacionales, decidir qué sistema de gobierno prefieren y poder relacionarse entre si y con el resto de la humanidad como seres humanos libres".

El título de David Ignatius (29.1.11) denota una visión mucho más escéptica: "Vivimos magníficas rebeliones populares, pero ¿qué viene después?". En la parte medular de su artículo, escribe: "La historia nos enseña que las revoluciones son siempre atractivas en su comienzo, cuando hay libertad en el aire y la rebelión parece espontánea. Pero tanto en las revoluciones francesa y rusa como en el levantamiento iraní de 1979, los idealistas y desorganizados manifestantes en las calles han sido desplazados por una élite revolucionaria manipuladora, la "Guardia Revolucionaria", como se le llama en Irán. Este ciclo revolucionario pareció repetirse en las escenas de la plaza Tahrir en El Cairo en esta semana. El nombre de la plaza significa Liberación y le fue dado en homenaje a la revolución de Gamal Abdel Nasser que depuso a la monarquía en 1952. Pero muy pronto unos autócratas sucedieron a otros".

Más adelante señala: "Un analista de inteligencia árabe habla de Túnez, Yemen y Jordania como países inviables cuyas economías no pueden crecer lo suficiente para satisfacer las demandas de sus jóvenes poblaciones. Joe Saddi, un reconocido consultor, dice que para que Egipto pueda tener éxito necesita crecer en el mismo nivel de la India: un 8% y no el actual que no pasa del 5%".

La mayoría de los analistas en la prensa israelí, de todo el espectro político, no ocultan su pesimismo. Un vocero de la esa opinión generalizada es el periodista Yossi Klein Halevi, quien escribe en el "New York Times"(1.2.11) : "Los israelíes quisieran celebrar las protestas en las plazas de las ciudades egipcias. Quisieran creer que este es el año 1989 para el mundo árabe, que terminará de una vez por todas la venenosa costumbre de culpar a Israel de todos los males de Oriente Medio y que comenzará una honesta confrontación con sus verdaderos problemas. Pero pocos israelíes creen que esto habrá de producirse. En cambio, predomina la opinión de que la toma del poder por parte del único verdadero grupo de oposición fuerte en Egipto, la Hermandad Musulmana, es sólo cuestión de tiempo. Los israelíes temen que Egipto siga las huellas de Irán o Turquía, con los islamistas tomando el poder mediante la violencia o mediante la cooptación".

Por ahora, nada de esto parece un peligro inminente y algunos analistas minimizan el rol de los Hermanos Musulmanes a su juicio exagerado por la prensa occidental.

Sin embargo, un Egipto islamista al estilo de Irán, liderado por los Hermanos Musulmanes o por otros grupos, es una de las muchas posibilidades abiertas. Después de todo, en 30 años de gobierno autocrático, Mubarak impidió el desarrollo de toda alternativa democrática secular a su gobierno. Y la política se hizo en las mezquitas.

Por otra parte, si bien esta es una revolución de los jóvenes seculares, estos son sólo centenares de miles en un país de muchos millones. Y muchos millones son musulmanes fanáticos. Una reciente encuesta cita algunos números alarmantes. Por ejemplo, un 49% apoya a Hamás (que es un grupo afiliado a los Hermanos Musulmanes), un 77% está a favor de cortar las manos a los ladrones, un 82% está a favor de lapidar a las adúlteras, y un 84% está a favor de la pena de muerte a los apóstatas.