Quien pregona la paz entre israelíes y palestinos lo hace para asegurar que Israel no sea considerado un extraño en Oriente Medio y para garantizar que los territorios ocupados no conviertan a los judíos en minoría en su tierra. Proveniente de la derecha israelí se escucharon estridentes manifestaciones de alegría desde las últimas publicaciones Wikileaks: por fin se aclaró que los países árabes dudan de Irán sin ninguna relación con el conflicto israelí-palestino.
La conclusión es que no hay necesidad de solucionar nuestra confrontación para crear una coalición EE.UU-Oriente Medio contra el esfuerzo nuclear iraní.
Puede llegar a creerse que el deseo de paz en nuestra región surgió, en su totalidad, de la necesidad de crear una coalición anti-iraní, y que ahora se puede pulsar la sirena de apaciguamiento dado que el desarrollo de la capacidad nuclear en Irán constituye el primer elemento preocupante de los países del Golfo y, por consiguiente, éstos se acoplaron a ella aún sin haberse logrado la paz entre israelíes y palestinos.
Por supuesto que se trata de un absurdo. Primeramente: Quien pregona la paz entre nosotros y nuestros vecinos lo hace para asegurar que Israel no sea considerado un extraño en Oriente Medio y para garantizar que los territorios que conquistamos en la Guerra de los Seis Días no conviertan a los judíos en minoría en su tierra.
Las agrupaciones por la paz nacieron en los días en que aún reinaba el Sha de Irán, cuando nadie soñaba con Jomeni o Alí Hoseyni Jamenei y cuando Ahmadinejad era un niño.
Segundo: Las agrupaciones de paz no abrazaron falsas ilusiones con respecto a la identificación del mundo árabe con los palestinos. La hostilidad de los países del golfo hacia ellos se pudo comprobar cuando muchísimos fueron expulsados de Kuwait y de otros países de la zona teniendo como fondo el apoyo de Yasser Arafat a Sadan Hussein después de su invasión a Kuwait.
El argumento de personalidades como Itzjak Rabín y muchos otros que compartieron su opinión, fue que Irán aprovecha cínicamente el conflicto en la región y se presenta a si mismo en favor de los palestinos dado que, acorde a la opinión pública árabe, este es el tema que intensifica la identificación emocional.
Si EE.UU está interesado en una coalición árabe que lo apoye en el trasfondo de su retirada de Irak y Afganistán, y que además colabore en la interrupción del proyecto nuclear iraní, tendrá grandes dificultades de hacerlo estando identificado con Israel y sin darle solución al problema palestino.
Wikileaks puso en evidencia un secreto conocido: el problema palestino no le quita el sueño a la mayoría de los jefes del mundo árabe, pero no hay un material explosivo más productivo para el amplio público de esos países.
Debido a que los líderes árabes están atentos a lo que opina la calle - sin ello sus posibilidades de sobrevivir no son altas -, carecen de significado sus sensaciones personales que se manifiestan en los telegramas de los embajadores de EE.UU a sus jefes en la Administración del Estado.
Quien no cree en la paz porque no está preparado para pagar su precio, porque está convencido que no hay con quien hablar o porque piensa que todo acuerdo que se firme se cancelará, no necesita de los documentos de Wikileaks.
Quien piensa que el conflicto es un pretexto y no una causa, no necesita de dichos telegramas.
Aquéllos que entienden que sin un acuerdo político Israel no podrá continuar siendo judío y democrático, no buscarán en cada asunto una razón para no firmar la paz.
Fuente: Israel Haiom - 13.12.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il