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El culpable

Si el ministro de Interior, Eli Yishai, hubiera mostrado el mismo tipo de atención con las escuelas rabínicas de Shas como el que mostró con el cuerpo de bomberos de Israel, del cual es responsable, el rabino Ovadia Yosef lo habría despedido hace tiempo.

Imaginemos que un aluvión de misiles cayera el jueves en el Monte Carmel, en el centro de Israel, o en la región de Galilea, desencadenando enormes incendios en cinco lugares diferentes. ¿En qué estado quedaría este país entonces?

La catástrofe del jueves no es más que un ejemplo de la impotencia de los servicios de emergencia de Israel. El eslabón más débil dentro de esta institución lo constituye el departamento de bomberos.

El jueves, el potencial de lucha contra incendios del cuerpo de bomberos israelí se derrumbó mientras intentaba afrontar una verdadera tormenta de fuego. De hecho, la misma estaba extendiéndose sobre un área muy grande, pero en el contexto de una sola región. ¿Qué habríamos hecho ante decenas y decenas de misiles que provocaran tormentas de fuego similares en distintos lugares del país, incluyendo zonas urbanas con edificios altos? ¿Quién en Israel está preparado para hacer frente a tal escenario?

Los servicios destinados a la defensa nacional no han hecho más que decir tonterías en todos estos años acerca de los acondicionamientos en las fachadas de las casas ante la posibilidad de un ataque con misiles; pero el jueves nos hemos topado con una respuesta concreta: En realidad, no disponemos de ningún cuerpo nacional de bomberos.

Lo que tenemos es un grupo de valientes ciudadanos que arriesgan sus vidas, pero también tenemos otro conjunto de personas que están haciendo de estas valerosas almas un hazmerreír, inadecuadamente equipada y siguiendo unos estándares sólo conocidos en el Tercer Mundo.

Y no se trata únicamente del equipamiento. Las acciones del cuerpo de bomberos de Israel resultan estrafalarias, por decir no decir más. El comisionado de ese cuerpo solicitó la ayuda de todos los departamentos de bomberos en todo el país, pero él no es su jefe. Los bomberos en Israel se encuentran bajo la jurisdicción de consejos regionales y municipios. De no haber ellos recurrido en su ayuda, todo lo que hubiéramos podido hacer era pedir socorro divino.

Sin embargo, esta falla tiene un responsable. Esta persona desapareció de la vista pública el jueves, y no fue por coincidencia. Él está íntimamente familiarizado con esa sombría situación en la que se encuentra el cuerpo de bomberos. Su nombre es Eli Yishai, nuestro ministro de Interior, quien tiene la responsabilidad ministerial del desastre. Si Yishai hubiera mostrado el mismo tipo de atención con las escuelas rabínicas de Shas y sus estudiantes, el rabino Ovadia lo habría despedido hace tiempo.

Hace unos seis meses, el ministro Yishai recibió el informe preliminar de la Contraloría del Estado, relativo a los servicios nacionales destinados a combatir incendios. El informe será publicado en pocos días. Si Yishai permanece en su puesto después de la publicación de dicho parte, la noción de la responsabilidad ministerial perdería su sentido.

Por cierto, a raíz del nuevo informe preliminar, el gobierno decidió invertir decenas de millones de shekels a fin de mejorar estos decadentes servicios. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿dónde está el dinero? ¿Y dónde está el equipamiento? Habrá que preguntarles a los burócratas.

El jueves, fuimos testigos de un patético intento por parte del gobierno mientras intentaba hacer frente a esta imperdonable falla. Nos merecemos seguridad, y no la tenemos.

Fuente: Yediot Aharonot - 5.12.10
Traducción: www.argentina.co.il