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¡Acabemos con esto!

Abbás es débil y se comporta de manera más débil aún. Netanyahu es fuerte y actúa como si fuera débil.
Es hora de que ambos refuercen decididamente ese aspecto y de que todos aquellos intrusos que anhelan malcriarlos busquen otro pasatiempo.

Algunos de los peores críticos de Israel encuentran gran diversión en esa analogía que hace del Estado judío y su comportamiento el niño mimado de Estados Unidos. Siempre me ha resultado excesiva tal analogía.

Dígase lo que se quiera acerca de la obstinación de Israel en ocasiones, el país sigue siendo el único de las Naciones Unidas al que otro miembro de la ONU, Irán, le ha expresado abiertamente su esperanza de que sea borrado del mapa. Y justamente el gobierno de Teherán es quien ensaya la construcción de un arma nuclear.

Israel es el único país del Oriente Medio que conozco que se ha retirado unilateralmente de territorios conquistados durante guerras - en el Líbano y Gaza - sólo para recibir a cambio el cálido saludo de los misiles inmotivadamente. De hecho, si hablamos de niños mimados, no hay grupo más mimado por Irán y Siria que Hezbolá, la milicia chiíta libanesa. Hezbolá comenzó una guerra contra Israel en 2006 que trajo muerte, heridas y destrucción a miles de libaneses, y su “castigo” fue recompensarlo con un número aún mayor de misiles y de millones de dólares para poder intentarlo nuevamente. Estos hechos prueban tal grado de contumacia.

Y he aquí otro hecho pertinaz: Hoy, Israel está comportándose realmente como un niño mimado.

Por favor, perdónenme el absurdo de decir que el presidente Obama está en contra de Israel. En un momento en el que el mandatario ha hecho una de sus principales prioridades la construcción de una coalición mundial para detener a Irán en la fabricación de un arma nuclear, consideró muy lógico el hecho de que sí podía avanzar en el proceso de paz en Oriente Medio, esto le reportaría una influencia mucho mayor sobre los europeos y la ONU a fin de imponer sanciones más duras en contra de Ahmadinejad. Al mismo tiempo, Obama creyó - al igual que la mayoría de los israelíes - que Israel no será capaz de sostener una democracia judía a largo plazo si continúa a cargo del control de 2,5 millones de palestinos en Cisjordania.

Por encima de todo esto, mientras presiona a Israel para detener la expansión de los asentamientos por tan sólo 60 días, Obama encomendó a su vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, el General James E. “Hoss” Cartwright, de la Infantería de Marina, la conducción de un equipo estadounidense que habrá de trabajar con Tzáhal en un paquete sin precedentes de asistencia de seguridad que le permita a Israel mantener su ventaja cualitativa por sobre sus vecinos. Por ello, Obama es abiertamente censurado como anti-Israel. ¡Qué tontería más absurda!

Habida cuenta de lo que el presidente norteamericano ya ha hecho, y de lo que está tratando de hacer ahora, difícilmente pueda constituir un acto de hostilidad para él el pedirle a Israel que continúe su ya caduca moratoria parcial de 10 meses en la construcción de asentamientos en Cisjordania a fin de excluir cualquier posibilidad de excusa por parte de los palestinos que impidan las conversaciones de paz. El primer ministro de Israel, Bibi Netanyahu, ha decidido resistir esta petición, o bien, exigir un pago de los EE.UU para una breve continuación del congelamiento. Pero se equivoca por dos razones.

En primer lugar - sé que esto es una idea loca y radical -, cuando EE.UU le pide a Israel que haga algo que de ninguna manera afecta su seguridad vital, sino que, al contrario, serviría para mejorarla, sólo una respuesta correcta es válida: “Sí.” Una prueba de cuán mal se ha comportado Israel es el hecho de que después de miles y miles de millones de dólares en ayuda por parte de EE.UU y 300.000 colonos ya instalados en Cisjordania, la dirigencia de Jerusalén no siente ningún reparo en despreciar una petición estadounidense por un congelamiento más largo en los asentamientos cuyo único propósito es colaborar con EE.UU para concretar su ayuda a Israel y lograr una paz segura con los palestinos. Sería bueno oír a Israel decir, aunque sea sólo una vez: “Sabe, señor presidente, tenemos serias dudas de que un congelamiento en los asentamientos tenga un impacto real. Pero, en cambio, usted está convencido de que lo tendrá, así que vamos a probarlo. Lo haremos sólo por usted".

Sí, ya lo sé, Netanyahu dice que si hace eso, entonces los derechistas de su gabinete habrán de renunciar. Él sabe que no puede hacer la paz con algunos de los lunáticos que conforman su gobierno, pero le asegura a EE.UU que su intención es modificar su gabinete alguna una vez para lograr un acuerdo. Nunca habremos de llegar a esa etapa si no lo hace ahora y construye una coalición de centro que pueda realmente negociar un convenio.

 

En segundo lugar, no tengo ni idea si el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, tiene la voluntad y las agallas para hacer la paz con Israel. De hecho, cuando se mira hacia atrás y se toma en cuenta lo que Ehud Olmert le ofreció - un compromiso real de dos estados, incluyendo un acuerdo sobre Jerusalén -, y se recuerda que Abbás rechazó esa oferta; y si se considera, además, que Netanyahu ya le otorgó un congelamiento en los asentamientos por 10 meses, y que el líder palestino no entró en conversaciones serias sino recién en el noveno mes, uno debe asombrarse de lo realmente comprometido que Abbás pueda ser.

Pero el hecho es que el equipo constituido por Abu Mazen y el primer ministro Salam Fayyad ha logrado construir un gobierno que es lo mejor que los palestinos hayan tenido alguna vez, y, sobre todo, un aparato de seguridad que Tzáhal respeta y que está funcionando como un verdadero aliado. Teniendo en cuenta esto, Israel tiene un interés realmente abrumador por llevar a cabo ese test - que es todo lo que podemos pedir - que permita comprobar si este liderazgo palestino está verdaderamente listo a adoptar una solución justa y segura para ambas partes.

Esa prueba no es algo que EE.UU deberían obtener de Israel por medio de súplica o soborno. Esta vez no se trata de Obama. Él se limita a hacer su trabajo. Se trata, en cambio, de saber si los dirigentes israelíes y palestinos están ocupándose de hacer el suyo.

Abbás es débil y se comporta de manera más débil aún. Netanyahu es fuerte y actúa como si fuera débil. Es hora de que ambos refuercen decididamente ese aspecto. Y también es hora de que todos aquellos intrusos que anhelan malcriarlos busquen otro pasatiempo.

Fuente: The New York Times - 22.10.10
Traducción: www.argentina.co.il