El Estado de Israel nunca se ha definido jurídicamente a sí mismo como "estado judío"; el carácter judío de Israel es una situación de hecho, algo práctico, que persiste en consonancia con el deseo de la mayoría de los ciudadanos del país. La inmensa mayoría judía que compone el Estado de Israel anhela un estado que posea carácter propiamente judío, religioso o nacional y ha usado legítimamente su poder de gobierno a los fines de mantener una forma de vida judía en la mayor parte del territorio del Estado de Israel.
Ya que tal naturaleza judía del Estado de Israel se mantiene, de hecho, sólo gracias a la ventaja demográfica judía, el término "Estado judío"es equivalente a la expresión "un Estado con una mayoría judía", de tal modo que, en el caso de perder esa mayoría judía – Dios no lo permita–el Estado de Israel dejaría de existir en su condición de "estado judío".
El juramento de lealtad, requisito exigido a todo nuevo ciudadano naturalizado, resulta, en realidad, un acto administrativo de carácter legal, donde se requiere que el nuevo ciudadano declare bajo juramento su lealtad para con el Estado de Israel y la defensa de sus leyes.
El nuevo ciudadano es capaz de entender qué es lo que se espera de él. Conoce la ley y lo que implica cumplirla, ya que en eso consiste la esencia de la lealtad hacia el Estado y su manifestación; esto es lo que se compromete a hacer por medio de su juramento y se considera que tiene la capacidad suficiente para mantener este compromiso.
Carencia de significado prácticoSin embargo, al exigírsele a un nuevo ciudadano el reconocimiento de Israel como "Estado judío", ¿qué es exactamente lo que se le está pidiendo?; ¿qué cosa está juramentando?: ¿La admisión de una mayoría judía en Israel? ¿Su apoyo al derecho de esa mayoría para mantener un estilo de vida judío? ¿O se espera de él que trabaje activamente para preservar la mayoría judía? Y entonces, ¿cómo?: ¿Tendrá que convertirse? ¿Tendrá que ayudar a otros a convertirse? ¿Tendrá que convencer a más judíos de que deben ir a vivir a Israel, o, tal vez, convencer a los judíos que ya están en Israel de que no se vayan?
La exigencia que se les hace a los nuevos ciudadanos de reconocer "la naturaleza judía" del Estado de Israel, impone una obligación de carácter administrativo a una de las partes, en este caso, la más irrelevante, quien no puede cumplir con tal exigencia en ningún caso. Esta demanda carece por completo de significado práctico y constituye la utilización inadecuada de un procedimiento administrativo para un propósito irrelevante.
Si el Estado de Israel realmente quisiera definirse a sí mismo como "Estado judío", debería avanzar un poco más y hacerlo a través de la legislación de una Ley Fundamental, y no a través de una ridícula exigencia formal dispuesta por el Ministerio del Interior.
Fuente: Yediot Aharonot - 11.10.10