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¡No hay otro presidente!


¿Qué pasó con el presidente de EE.UU, Barack Obama? ¿Porqué de repente decidió regresar a ese campo minado que se conoce como el proceso de paz israelí-palestino dos meses antes de las elecciones al Congreso?



Sin duda, Obama es consciente de que el Partido Demócrata recibirá una paliza en las elecciones de noviembre, de que podría perder la mayoría en la Cámara de Representantes, y de que, probablemente, su control sobre el Senado se afloje; es consciente de que una mayoría de votantes están enojados y decepcionados con él por la economía y el aumento del desempleo, lo que le valió su estancamiento en el fondo de las encuestas. Si hablamos de política exterior, Irak y Afganistán son cuestiones mucho más importantes para los votantes estadounidenses que las conversaciones directas entre Israel y los palestinos.

Pueden darse dos respuestas complementarias a las preguntas planteadas. La primera se llama Binyamín Netanyahu, la segunda, Obama. Comencemos con Netanyahu. Durante las dos largas conversaciones privadas que los líderes mantuvieron en la Casa Blanca, la primera, hace aproximadamente dos meses, y la segunda, hace unas dos semanas, el primer ministro de Israel logró convencer, según parece, al presidente de los EE.UU acerca de su sinceridad y su buena disposición a hacer concesiones significativas; llegó a un acuerdo con él respecto al programa nuclear de Irán y con ello terminó de ganar su confianza. Tiene una gran trascendencia el hecho de que los únicos participantes de esas reuniones hayan sido solamente ellos dos (sin tener siquiera los habituales ayudantes para tomarse unos minutos), que ni un solo detalle de importancia haya logrado filtrarse a la opinión pública y que el gabinete israelí no haya sido informado.

Fuentes en Washington aseguran que, en la primera reunión, Netanyahu dijo cosas que nunca había dicho antes. Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que cosas del mismo tenor se expresaron durante la segunda sesión. Por lo tanto, Obama cree en las declaraciones de Netanyahu, está convencido de que puede hacer negocios con él, y que Bibi no se atrevería a decepcionarlo otra vez. Una promesa así le facilitaría las cosas a Obama para persuadir al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, y lograr su compromiso, y para conseguir el respaldo de Egipto y Arabia Saudita.

Obama, por su parte, es una inédita figura en el panorama político estadounidense. No está motivado por el amor a Israel o a los palestinos, ni por la hostilidad hacia ellos, sino más bien por el cálculo frío y la ambición personal. Este es un tipo de presidente que nombra a George Mitchell como su enviado para la paz en Medio Oriente dos días después de su toma de posesión, y que se ha comprometido a lograr un acuerdo entre Israel y los palestinos. La motivación resulta más personal que política: Obama ya tiene un Premio Nóbel de la Paz. Ahora le toca realizar su trabajo. A sus ojos, la paz o un tratado entre Israel y Palestina son la mejor recompensa para el Premio Nóbel, sobre todo, desde una perspectiva histórica.

Se puede suponer que Obama ha decidido proseguir el proceso de paz después de los comicios de mitad de período y aun hasta las próximas elecciones presidenciales, dentro de dos años, aunque su popularidad continúe cayendo. A lo largo de todo este tiempo tendrá que seguir comprobando si Netanyahu es un hombre de palabra.

La derecha israelí ya casi pierde el aliento, ocupada como está en anticipar denodadamente una derrota de los Demócratas de aquí a dos meses. Si Obama no aprende la lección, y no deja de interferir en las conversaciones de paz, simplemente será cuestión de ganar tiempo con la esperanza de que no sea reelegido en 2012. Pero podría muy bien decepcionarse. El mensaje que Obama nos está enviando, a nosotros y a nuestros vecinos, es: Yo aún soy el presidente por otros dos años y medio. No hay otro presidente. Aunque me cueste mi segundo mandato, no voy a renunciar.

¿Suena ingenuo? Tal vez lo sea. Pero eso es Obama.

Fuente: Haaretz - 12.9.10
Traducción: www.argentina.co.il