Netanyahu debe prepararse para el diálogo con el público; vender la forma de la paz y no el proceso de paz. Israelíes y palestinos merecen conocer cuáles serán finalmente las fronteras de su país y librarse del estigma de la ocupación. Bibi debe anunciarlo en Israel y en hebreo.
El toro muere al final, ¿verdad? Siempre termina muerto. Entonces, ¿cuál es la diversión en una corrida de toros? Usted no entiende. Se trata del estilo. El estilo. Hay que saber cómo matar al toro. Es todo un arte.Ya no recuerdo al español que me hizo notar esta verdad, pero me acordé de ella al observar el hermoso cuadro de los matadores Binyamín Netanyahu y Mahmud Abbás, sentados junto al presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y al rey Abdullah de Jordania, y a su anfitrión, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Ellos se estaban preparando para emprender otro round sobre el cadáver del proceso de paz.
Netanyahu lo expresó claramente cuando le dijo a Abbás: Tú eres mi socio para la paz. De hecho, siempre hay dos competidores, israelíes y palestinos. Durante los próximos doce meses, si el proceso no se muere antes, cada uno deberá exhibir su estilo una vez más. Pero a diferencia de lo que ocurre en las corridas de toros, el arte consiste aquí en esquivar la responsabilidad por las muertes.
Las reglas del juego son claras. Del lado israelí: no se debe aceptar una retirada; Jerusalén no debe ser dividida; no se considera el regreso de los refugiados y no se renuncia a los recursos hídricos o al valle del Jordán. Del lado palestino: no se renuncia ni a una sola pulgada de territorio, a excepción de los canjes de tierras de menor importancia; la cuestión de los refugiados puede ser discutida; Jerusalén Oriental es la capital de Palestina y ningún asentamiento judío puede permanecer en territorio palestino.
Netanyahu comenzó muy bien. Con el tono mesurado de un maestro de retórica, declaró que él está preparado para un compromiso histórico y que la verdadera paz exigirá concesiones dolorosas por ambas partes. ¿Cuáles, por ejemplo? ¿Continuar el congelamiento de la construcción en los asentamientos? ¿Desmantelar los asentamientos ilegales? ¿Adoptar el mapa que el ex primer ministro Ehud Olmert propuso a Abbás? ¿Apostar una fuerza multinacional en el valle del Jordán?
¿Qué impidió a Netanyahu hacer esas ofertas a Abbás durante las conversaciones indirectas? ¿Acaso guarda en la galera un conejo misterioso que pueda vender a Abbás sin que nadie lo sospeche? Dentro de tres semanas tendrá que enfrentar públicamente a sus adversarios para discutir el tema de la construcción en los asentamientos. No habrá posibilidad de engaños allí. Las máquinas excavadoras son difíciles de ocultar en cajones. Por lo tanto, puede afirmarse con seguridad que Netanyahu no tiene nuevas mercancías para venderles a los palestinos, y Abbás lo sabe.
Lo que hace falta aquí es una decisión de los dirigentes, no equipos de negociación, declaró Netanyahu, al explicar su misión. Si es así, ¿porqué es necesario disponer de un referéndum sobre el acuerdo, siempre y cuando se logre? ¿Es que acaso Bibi teme estar actuando por fuera del mandato otorgado por la voluntad popular, de manera opuesta a lo que expresa la plataforma de su partido? ¿O tal vez está seguro de que la opinión pública va a aprobar lo que sus socios de la coalición rechazarán? Pero no hay que olvidar que se trata del mismo electorado que eligió a la mayoría conservadora que terminó conformando la coalición de gobierno. Es el mismo público con relación al cual Netanyahu no ha hecho nada por convencerlo de que lo mejor sería retirarse, lograr un acuerdo de paz y separarse finalmente de los territorios.
La siguiente etapa resulta más peligrosa aún, ya que es muy fácil ilusionar a israelíes y palestinos con la trampa de "arreglos provisionales y agendas flexibles y slogans demagogos que no contienen ningún dato provechoso". Estos son campos minados que ya han hecho explosión antes, en el Informe Mitchell, y han alcanzado al Plan Tenet, a la Hoja de Rutas y a Annápolis.
A lo sumo, sirven como escotillas de evacuación en cada uno de los lados. No constituyen mucho más que la declaración de dos estados para dos pueblos. Cualquier persona que los propone no hace más que condenar al fracaso todo el proceso desde el inicio. Vale la pena recordar con qué ansiedad esperamos oír la fórmula de los dos estados pronunciada por Netanyahu, y una vez que dijo las palabras mágicas resultó evidente que ellas carecen de sentido sin una decisión político-práctica que pueda traducirse en un acuerdo completo.
Netanyahu tiene que prepararse para su próxima reunión con Abbás. Pero aún más, debe estar preparado para el diálogo con el público. Él tiene que vender la forma de la paz y no el proceso de paz. No puede ofrecer al público otra vez el acuerdo alcanzado con Abbás, sino más bien el rédito que se obtendrá una vez finalizado el proceso. Israelíes y palestinos, por igual, merecen conocer cuáles son finalmente las fronteras de su país, y librarse del estigma de la ocupación. No necesita susurrar esto al oído de Abbas, sino anunciarlo públicamente en Israel, en hebreo.
Sin esta conversación sincera con el público israelí, Bibi seguirá siendo el matador, que con elegancia y estilo, hunde su espada en el proceso, culpa a los palestinos y se declara ganador.
Fuente: Haaretz - 5.9.10
Traducción: www.argentina.co.il