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Un atentado contra el proceso de paz

Los  responsables de los disparos efectuados hacia el automóvil en el que viajaban los cuatro israelíes, tenían bien claro que este jueves, en Washington, en la reunión entre Obama, Netanyahu y Abbás, se relanzaría formalmente el proceso de paz.

En el atentado terrorista perpetrado este martes de noche en Cisjordania, la primera intención fue matar civiles israelíes. Lo lograron: asesinaron a dos mujeres de 25 y 40 años, una de ellas embarazada, y a  dos hombres de las mismas edades. Se trataba de un pareja y de otras dos personas a las que habían levantado, al parecer, en el camino, ya que residían también en el mismo asentamiento, Beit Hagai, no lejos de Hebrón.

Pero la otra intención, nada secundaria por cierto, la más estratégica, la de largo alcance, era sabotear el proceso de paz. Los  responsables de los disparos efectuados hacia el automóvil en el que viajaban los cuatro israelíes, tenían bien claro que este jueves, en Washington, en la reunión entre el presidente Barack Obama, el premier israelí Binyaí?n Netanyahu y el presidente palestino Mahmud Abbás, se relanzaría formalmente el proceso de paz.

Sabían, como todos, que no hay grandes expectativas, que hay una profunda mutua desconfianza, que cada parte siente que tiene serios motivos para albergar escepticismo respecto a las intenciones de su interlocutor. Pero por las dudas, decidieron actuar. Para estar seguros de que ni una fuerte presión norteamericana, ni un milagroso abrazo sincero entre Netanyahu y Abbás ni una repentina iluminación de uno de los dos gobernantes invitados, o de ambos, permitieran pasar de la desconfianza a un intenso esfuerzo conjunto para avanzar hacia la paz, ellos, los extremistas, decidieron dejarse de palabras y hacer algo concreto.

Es que hace poco, el mismo viernes en que la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton anunció que israelíes y palestinos vuelven a negociar el 2 de setiembre, el grupo integrista islámico Hamás canceló de inmediato un encuentro que tenía pactado con Al Fatah, su adversario en el plano interno palestino, de cara a una eventual reconciliación. El argumento: “Si van a negociar con Israel, se nos dificulta reunirnos con ellos”. Al día siguiente, el premier de Hamás en Gaza, Ismail Haniyeh, fue más explícito todavía: “Los palestinos no sacarán nada positivo  de las negociaciones directas”.

Pero este martes, agudizaron el mensaje, mostrando que son de armas tomar...en todo sentido. Este martes decidieron actuar. Por lo menos dos terroristas de Hamás - no hay certeza cuántos eran, pero seguro no uno solo - esperaron el blanco apropiado. Cuando pasó un coche israelí cerca de la entrada a Kiriat Arba, marchando por la carretera 60, los terroristas abrieron fuego hacia sus cuatro pasajeros. Para mayor seguridad, cuando el coche se detuvo por el impacto de los proyectiles, los terroristas se acercaron y dispararon de cerca para tener certeza de que los cuatro estaban muertos.

Abu Obaida, jefe del brazo armado de Hamás, Izz al Din al Qassam, fue explícito, al reivindicar el atentado: “Este fue uno de una serie de ataques planeados...los próximos están en camino”. Sami Abu Zuhri, uno de los voceros de Hamás en Gaza, felicitó a “los héroes de Hebrón”.

El momento no fue casualidad. Es práctica conocida de los extremistas que cuando están por comenzar negociaciones de paz, perpetran atentados. Ha sucedido casi siempre. Sus intentos de influir sobre la situación de turno, siempre es en la dirección equivocada: radicalizar, oscurecer, quitar esperanza, asegurar que nada pueda mejorar. No está claro si lo que quieren es impedir que la cita en Washington se concrete, o que la atmósfera se arruine tanto y la desconfianza alcance tal punto, que realmente sea imposible llegar a un acuerdo. En realidad, no importa. Es todo el mismo objetivo.

Los extremistas hablan contra la ocupación, exigen retiradas completas de Israel, pero hacen todo lo que está a su alcance para aumentar la desconfianza de los israelíes, para minimizar la posibilidad de que acepten riesgos en aras de la eventualidad de la paz, para endurecer sus posiciones en la mesa de negociaciones.

Este lunes, en una reunión con los ministros de su partido Likud, Netanyahu dijo que “no podremos contentarnos con papeles y promesas cuando de seguridad se trata, sino que necesitamos medidas concretas en el terreno”. ¿Alguien puede concebir que la intención de un atentado mortal como el cometido un día después de esas declaraciones, haya tenido la intención de flexibilizar a Netanyahu, de convencerle de que puede estar tranquilo, de que reinará la paz y por eso podrá retirarse de los territorios sin problemas?

Todo lo contrario. La única intención posible, es recordarle por qué es tan desconfiado.

Los terroristas quieren arruinar el reinicio del diálogo y quieren volver a sumir en Cisjordania en el caos y en un continuo estado de alerta por terrorismo que reinaba allí hace pocos años. El casi 8% de crecimiento registrado en Cisjordania gracias a la exitosa actividad económica palestina, al alivio gradual (no total, pero claro) de las  restricciones al movimiento impuestas por Israel y a la estabilidad lograda por los servicios de seguridad palestinos entrenados por Estados Unidos y la Unión Europea, eran malas noticias para Hamás y sus secuaces.

Durante mucho tiempo no se atrevieron a tratar de descarrillar ese tren. Anoche comenzaron a intentarlo, asestando así un duro golpe a Israel y a la Autoridad Palestina, que se halla ahora, justo antes de las negociaciones, en una situación incómoda, a la defensiva. Querían que Israel les transfiera más responsabilidades y les ceda el control de más zonas en Cisjordania, con el argumento cierto de la calma reinante en el terreno. Pero llegó Hamás con su atentado para desbaratar todos los buenos planes.

La mejor respuesta a los terroristas, en realidad, paralelamente a la relacionada al ámbito de la seguridad, debe ser intensificar las negociaciones. No tomar decisiones apresuradas ni exponer a Israel a riesgos dementes, pero demostrarles a los extremistas que no podrán quitar a israelíes y palestinos la esperanza de que hay una mejor opción.