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Guerra de generales

Al ver la competencia salvaje y los golpes bajos aplicados por los generales en su ambición de ser designados Jefe del Estado Mayor de Tzáhal, parecería que el cargo no es ahnelado por lo que significa, sino un trampolín hacia mayores aspiraciones de poder.

En el mundo del teatro comercial se estila realizar audiciones para seleccionar al protagonista principal de cualquier producción nueva. La audición es como un tipo de entrevista destinada a examinar las aptitudes de los candidatos para comprobar su posible adaptación como cantante, actor o bailarín al rol que deberá interpretar.

Al finalizar, también se lleva a cabo con los candidatos un diálogo corto para analizar su grado de inteligencia y confirmar así que no se trata de un idiota bien entrenado que estudió algunos movimientos, algunas canciones y uno o dos monólogos.

Las audiciones se basan en que el teatro comercial no mantiene un conjunto de actores a quienes va cultivando y cuyas aptitudes conoce durante muchos años de trabajo. El teatro comercial acciona en un marco donde circulan cientos de actores anónimos desocupados, o desocupados en parte, cuya ambición es subir a un escenario y gozar de exposición y reconocimiento que les proporcionen, en el mejor de los casos, más y más actuaciones en una profesión tan difícil y desagradecida. Por ello, la audición es crítica.

En el teatro de repertorio, en el cual actúa un conjunto de actores muy conocidos por la dirección, no se acostumbra a realizar audiciones para papeles principales en nuevas producciones. El director artístico conoce muy bien al grupo y cuando presenta una nueva obra sabe perfectamente quien es apto para tal o cual papel; no necesita de audiciones para establecer quién de sus actores interpretará a Hamlet.

Los generales de Tzáhal no son un grupo de personajes anónimos desocupados, o desocupados en parte, que circulan en los recovecos oscuros de los campamentos militares. Ellos activan en el ejército durante muchos años. El ministro de Seguridad no se desenvuelve como un director de teatro comercial; él debe saber y conocer las capacidades de los comandantes selectos.

El ministro de Seguridad, especialmente en Israel, conoce perfectamente a sus altos oficiales, sus aptitudes y talento y el acondicionamiento de cada uno de ellos para la función de Jefe del Estado Mayor con relación a lo que dicho cargo requiere para los próximos cuatro años. Por eso, no resulta claro porqué la elite de Tzáhal debe participar en una sesión de audiciones antes de cada designación para un nuevo Comandante en Jefe.

Y en general, ¿qué exige de ellos el ministro de Seguridad cuando entran a las audiciones en su oficina? Es de suponer que no les pide que canten o que comiencen a danzar el baile del flirteo del pavo real frente a sus hembras. Tampoco les exige que declamen párrafos selectos de La Estrategia de la Aproximación Indirecta según Liddell Hart. ¿Entonces qué pueden renovarle en los casting?

¿Qué capacidades ocultas o que concepciones tácticas y estratégicas secretas desconocidas le exponen para ser elegidos al cargo tan deseado? Es de suponer que un ministro de seguridad suficientemente experimentado conoce a sus altos oficiales de igual manera que cada uno de nosotros sabe cómo se desempeñan sus personas más cercanas.

Pero la costumbre de las audiciones a los generales de todas maneras pone de manifiesto algo nuevo. En la era de la competividad salvaje y destructiva en la que se desmoronó nuestra cultura de vida, resulta claro hasta que punto de bajeza de ambiciones personales pueden llegar quienes calzan botas altas, que circulan entre sus colegas como en una cueva de víboras, tal como lo expresara uno de ellos no hace mucho.

Cuando uno observa la competencia salvaje de "agarra lo que puedas" y los golpes bajos aplicados por estos señores, parecería que el cargo de Jefe del Estado Mayor de Tzáhal no es ahnelado por lo que él mismo significa, sino que es considerado como un trampolín eficiente para lo que propone en una etapa posterior: un boleto de entrada al club de candidatos a ministro o primer ministro, o como una acción segura para integrar el club de millonarios gracias al cargo mullido y acogedor en el sector privado al término de la función militar más selecta.

Cuando miramos este cuadro lamentable, se despiertan reminiscencias de aquellos días en que las personas se avergonzaban de apretujarse en una fila para un puesto de ministro o comandante en jefe, y esperaban las "decisiones del partido" que les designara para tal o cual función, sin promotores, mediadores y sin alborotadores.

Fuente: Israel Hayom - 13.8.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il