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Rey por un día


Netanyahu tiene prohibido confundirse. Ahora es rey por un día; quizás rey por un verano. Si no aprovecha de inmediato el crédito importante que le brindó Obama para oficiar una iniciativa política israelí, su situación volverá a ser desesperada.


Hace tan sólo una semana la situación de Binyamín Netanyahu era casi desesperante. La Comisión Tirkel se convirtió en un comité con colmillos, capaz de morder al primer ministro. El contralor del Estado, Mija Lindenshtraus, comenzó a investigar el caso de la flotilla de manera tal, que podría resquebrajar a Bibi. Avigdor Liberman vuelve a amenzar, Ehud Barak continúa complicándose.

Muchos pensaron que antes de septiembre, el gobierno comenzará a desmenuzarse. La persona que dirige un diálogo íntimo con la historia, comprendió que hasta el próximo verano, él mismo podría convertirse en un comentario histórico marginal y fugaz.

Hubo otros problemas. La comunidad internacional ignora a Netanyahu. Bibi perdió a Turquía, pierde a Europa, y es posible que pierda a Estados Unidos. Si no traspasa el anillo que lo cerca, su suerte estará echada. Más graves fueron las palabras del ministro de Seguridad. Muy en silencio, sin que nadie lo supiera, Barak colocó un revólver sobre la mesa. El hombre del cual depende Netanyahu - política, diplomática, estratégica y emocionalmente - aclaró que no lo acompañaría por mucho tiempo. Si no le presenta a Obama una proposición concreta, se quedará sólo en la brecha.

Transcurrió una semana, y he aquí la conmoción. ¡Netanyahu es el Rey! La Casa Blanca lo recibe con flores, sonrisas y una hospitalidad sin precedentes. Salón Oval, rueda de prensa. Quien fuera un ratoncito en marzo es recibido en julio con honores de reyes.

Después de un largo período en el que el presidente de EE.UU y el primer ministro de Israel se mantuvieron alejados, ahora caen uno en los brazos del otro. Y no sólo se trata de la atmósfera; no sólo de gentileza y buenos modales. Netanyahu rescata de Obama una serie de logros políticos. La responsabilidad incontrovertible por las necesidades básicas de Israel. El reconocimiento de que Israel debe defenderse frente al vecindario hostil en el que vive. La promesa de no amenguar la capacidad de seguridad del Estado judío. Aceptar a Dimona. Reconocer la amenaza iraní. Entender que el camino hacia la paz israelí-palestina se conseguirá a través del diálogo directo. 

Después de 18 meses desperdiciados, en los que Obama se fue transformando de presionador a abrazador. El mandatario norteamericano apoya al Estado de Israel y a su primer ministro.

¿Qué sucedió? Tres cosas:

1) Netanyahu libró una lucha intensa. Justamente el político considerado presionado, no se dejó apremiar por las intimidaciones norteamericanas de los últimos meses. Obama pagó en Chicago el precio de lo que le hizo a Netanyahu en Washington. El israelí accionó contra el americano un sistema de presiones oculto que le dejó bien claro: ¡Hasta aquí!

2) Los americanos entendieron que la presión unilateral sobre Israel es peligrosa. Los perjudica, aleja la posibilidad de paz y hace tambalear la seguridad en Oriente Medio. Aún si Israel enerva, es un hecho concreto. Aún cuando Bibi despierte indignación, es el único jugador disponible en la ciudad. Si se logra la paz en los años de Obama, no será la paz de Tzipi Livni; tampoco la de Yair Lapid. La paz será exclusivamente la de Netanyahu.

3) La demostración israelí de seriedad. Durante largos meses se llevó a cabo un diálogo de trabajo continuo y profundo entre los gobiernos. Los israelíes aclararon a los americanos que son serios. Para recibir crédito político y estratégico, depositaron garantías en manos de sus socios en las conversaciones. En los próximos meses habrá necesidad de materializarlas. Lo que endulzó la visita del primer ministro en la Casa Blanca podría amargarle la vida en su propia casa.

La visita oficial en Washington no es ningún punto final. Los americanos concedieron y esperan recibir en pago. Por ello, Netanyahu tiene prohibido confundirse. Ahora es rey por un día; quizás rey por un verano. Si no aprovecha de inmediato el crédito importante que se le brindó para oficiar una iniciativa política israelí, su situación volverá a ser desesperada. 

Tirkel y Lindenshtraus aún están allí; igual Liberman, Barak; así también Hamás, Hezbolá e Irán. El anillo aún lo cerca y Netanyahu tiene la obligación de romperlo.

Fuente: Haaretz - 9.7.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il