Si Netanyahu no conduce a una iniciativa propia - bilateral, unilateral, permanente o temporaria - provocará que Israel pierda los pocos vestigios de inmunidad que le restan. Eso puede convertirnos en un país despreciado y poner en peligro a los judíos del mundo.
Unos cuantos días en Europa y algunos encuentros con cancilleres, parlamentarios y medios de comunicación, demuestran nuevamente que quien piensa que nuestro problema principal es esclarecimiento, está totalmente equivocado e incluso, daña a Israel.
El mundo entiende lo que sucedió la semana pasada. Le resulta claro que entre los activistas de la paz - entre comillas o sin ellas - que intentaron acercarse con sus barcos a las costas de Gaza, había un grupo que se preparó para enfrentar violentamente a nuestros soldados.
Aún cuando el mundo piense que el bloqueo de Gaza es injusto, tiene claro que la apertura del mismo no sucederá como resultado de la llegada de los barcos. El mundo sabe también que Gaza no se muere de hambre, aún cuando esté convencido de se trata de un castigo colectivo inadecuado.
El mundo tiene claro que Turquía lleva a cabo un juego muy cínico y que Erdogan actúa peligrosamente y se convierte en el nuevo Gamal Abdel Nasser del mundo árabe sin ser árabe.
Incluso el debate sobre nuestro derecho a actuar fuera de aguas territoriales no es un tema central. El verdadero enojo hacia nosotros es porque incitamos a nuestros amigos a repudiarnos gravemente sin que lo desearan, y a obrar en contra de sus posiciones frente a una opinión pública que no estaba dispuesta a escuchar ninguna explicación racional o legal sobre una situación en la que nueve pasjeros que viajan en un barco con propósitos humanitarios, encuentran la muerte en un enfrentamiento con soldados que se deslizan desde helicópteros.
¿Dónde está su flexibilidad? ¿Dónde está el Ehud Barak del avión de Savena? ¿Dónde quedó la sutileza de Tzáhal? Ustedes actúan en forma embrollada y conservadora, sin comprender los adelantos del siglo XXI, utilizando métodos de los años '80, caen una y otra vez, en Dubai y en Gaza, y luego envían al ministro de exteriores israelí y a su vice, ambos fantasiosos, para explicar al mundo que sus soldados mejor entrenados fueron atacados por unidades de comando terroristas.
Ustedes confunden a Obama, colocan a los amigos que aún les quedan en Europa en una situación insoportable, y están convencidos que si aumentan su presupuesto de esclarecimiento, todo se arreglará. ¿Dónde viven? ¿No entienden que se trata de un cambio de política y no de un cambio en la forma de informar?
Las comunidades judías viven nuevamente angustiadas. Recomiendan a los que usan kipot, que se las quiten. Las sinagogas coordinan sus rezos con las policías locales. En las paredes de las grandes ciudades se dibujan grafitis como "Liberen a Gaza" y en otros lugares aparecen avisos que llaman a acabar con el bloqueo.
"Toda la idea del Estado judío estaba destinada a salvar judíos; ustedes vuelven a ponernos en peligro una y otra vez. ¿No pudieron inventar algo más exitoso que entrar en disputa con los tripulantes del barco?", me preguntó uno de los líderes judíos en Europa; hasta me expuso su propuesta militar: sabotear los motores del barco...
Siempre se puede decir "¿qué hubieran hecho ustedes?" Pero eso nunca tuvo éxito. Netanyahu puede convocar otra rueda de prensa y explicar en inglés que se trata de hipocresía. ¿Y qué? De todas maneras ninguna persona seria piensa que la flotilla estaba realmente destinada a salvar a los habitantes de Gaza.
El verdadero problema es que Israel perdió su capacidad de contrarestar críticas a operaciones como éstas, dado que renunció a toda iniciativa política, y la impresión clara es que las conversaciones de acercamiento son acciones patéticas que no conducen a ningún lugar. Su objetivo es demostrar a Estados Unidos que la otra parte tiene toda la culpa del fracaso.
Si Netanyahu no conduce inmediatamente a una iniciativa propia - bilateral, unilateral, permanente o temporaria - provocará que Israel pierda los pocos vestigios de inmunidad que le restan; y en esta situación, toda acción o aforismo obsoleto de cualquier ministro israelí, puede convertirnos en un país despreciado y poner en peligro a los judíos del mundo.
La responsabilidad sobre los hombros de nuestro primer ministro es demasiado pesada como para ignorar las cosas y convencerse a sí mismo de que ya pasó por crisis peores.
Fuente: Israel Hayom - 8.6.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il