Para los observadores de la situación en Oriente Medio es notorio que existe una estrecha relación entre lo que sucede en Irán y el grado de moderación o de extremismo de su política exterior. La persecución a los disidentes en el interior del país es un serio motivo de preocupación.
En Egipto, la semana pasada, 26 hombres pertenecientes a una célula de la organización shiíta libanesa "Hezbollah", que es financiada y dirigida por Irán, fueron condenados por la justicia a penas de prisión que van desde los seis meses a la cadena perpetua. Los convictos fueron acusados de crear una célula clandestina y planear ataques contra turistas israelíes en la península de Sinaí, disparar contra buques que atraviesan el Canal de Suez y contrabandear armas, pertrechos y personas a través de la Franja de Gaza.
Esa no es sino una de las tantas maniobras de exportación de conflictos iraní en la región. Aunque el tema no ha llegado a los titulares de la prensa mundial hay un agudo conflicto entre Irán y la Unión de Emiratos Árabes, por la ocupación de tres islas en el Golfo Pérsico cuya pertenencia ambos países se disputan.
En un duro enfrentamiento polémico, el Ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos, el jeque Abdullah bin Zayed, atacó la ocupación iraní de las islas y la comparó con la ocupación israelí de Cisjordania. Considerando la auto-designación del gobierno teocrático de Irán como principal defensor de "la causa palestina" se trata de una acusación dura.
Pero sin duda la principal carta regional de Irán sigue siendo su influencia en el Líbano por medio de Hezbollah, que ha seguido rearmándose en clara violación a la resolución 1701 de las Naciones Unidas que puso fin a la guerra del Líbano de 2006.
Hezbollah hizo caso omiso del embargo de las Naciones Unidas y se jacta de su rearme en gran escala. El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Gates, denunció a Hezbollah advirtiendo que posee más cohetes y más armas ofensivas que la mayor parte de los gobiernos del mundo, lo que obviamente es un factor de desestabilización para toda la región. Pero esta denuncia no inquietó a la organización lo más mínimo. Hassan Fadlallah, un miembro del Parlamento libanés, representante de Hezbollah dijo al diario "Al Safir" que su organización continuaría rearmándose.
Sin duda, si Hezbollah quisiera la paz interna en el Líbano y fuera un leal integrante del gobierno libanés de coalición, no tendría ningún motivo para rearmarse. Israel, que se retiró del Líbano en el año 2000 y ha reiterado que no tiene ningún conflicto territorial con su vecino del Norte, no tiene la menor intención de complicarse en un nuevo conflicto bélico.
Pero Hezbollah no es una fuerza independiente. Es un peón en la estrategia del gobierno teocrático, dictatorial y ultra-derechista de Teherán, que desprestigiado internamente por la estafa de las elecciones en junio del año pasado y acosado externamente por su programa nuclear, quiere tener la opción de provocar un gran conflicto regional para aliviar las presiones tanto en la sociedad iraní como en el ámbito internacional.
Las Naciones Unidas, alarmadas por las amenazas de guerra en la región, luego de que circularan insistentes versiones acerca de la transferencia de cohetes Scud de medio alcance de Siria a Hezbollah, realizaron urgentes gestiones ante ambas partes.
El diario norteamericano "Los Angeles Times" informó el 28 de abril desde Beirut que el británico Michael Williams, coordinador especial de Naciones Unidas para el Líbano, realizó gestiones ante los gobiernos de Beirut y Jerusalén para aliviar las tensiones. Luego de entrevistarse con el Primer Ministro libanés, Saad Hariri, dijo a la prensa: "Pienso que todas las partes tienen mucho que perder. Considero que las tensiones fueron altas en los últimos días, pero espero que decrezcan ahora".
Lamentablemente la influencia pacificadora de las Naciones Unidas en el Líbano es limitada, aunque cuenta con 14.000 efectivos apostados en el Sur del país. Hezbollah domina la situación en la zona y el mandato de la ONU no autoriza a sus soldados a desarmar a las milicias pro-iraníes aunque violen flagrantemente las condiciones acordadas por el Consejo de Seguridad en 2006.
Para los observadores de la situación en el Medio Oriente es notorio que existe una estrecha relación entre lo que sucede en Irán y el grado de moderación o de extremismo de su política exterior, por lo que la persecución a los disidentes en el interior del país constituye un motivo serio de preocupación.
Hace pocas semanas la prensa internacional informó de la supresión de dos importantes partidos políticos, la prohibición de un diario y la condena a largos períodos de prisión de tres destacados dirigentes políticos reformistas. Y esto solo parece ser el lado más visible de una campaña sistemática de persecuciones contra la oposición política.
Según se desprende de las declaraciones del Ministro de Defensa , Ehud Barak, durante su visita en Washington, las transferencias de armas a Hezbollah provocaron preocupación en Israel pero no alarma.
Pero quienes parecen estar más preocupados son los enemigos árabes de Irán como lo prueba una observación del editor del diario árabe "Asharq Al-Awsat" Tarik Alhomayed. En un reciente editorial cita a una eminente figura política árabe cuyo nombre no quiso dar, según el cual: "Los líderes iraníes y el Guía Supremo se convirtieron en un león herido lo que constituye una grave amenaza para todo el mundo ya que Irán no va a salir de esta situación en paz".