Con su pollera larga y su cola de caballo, Naamá Margolis, como cada mañana, salió de su casa. Caminaba junto a sus compañeritas hacia la escuela cuando un ultraortodoxo judío la escupió mientras le gritaba que era una "prostituta provocadora". Su delito era no haberse vestido recatadamente, según las normas de ese sujeto .
Naamá tiene 8 años y proviene de una familia religiosa no radical de origen norteamericano. La agresión ocurrió en Beit Shemesh, una ciudad de 80.000 habitantes a 30 kilómetros de Jerusalén habitada en su mayoría por judíos religiosos. Allí reside una importante comunidad ultraortodoxa en plena expansión.
El caso de la niña conmocionó a Israel pero hace ya varias décadas que la discriminación contra las mujeres que preconizan estos religiosos fanáticos degenera en incidentes violentos. Muy pocos de ellos son detenidos por la policía y aquéllos que sí, generalmente son liberados de inmediato
En el caso de Naamá hubo bastante suerte: un equipo del Canal 2 de televisión estaba grabando en la calle cuando ocurrió el hecho, así que la cinta pasó a manos de la policía y el agresor fue identificado y detenido.
Pero Meir David Eisenbach, de 27 años, ya está en la calle, en libertad bajo fianza. Durante una semana no podrá acercarse a Beit Shemesh. C'est tout.
Eisenbach dijo que actuó "por el bien de la niña, para protegerla del ansia de los hombres". ¡Que alma tan noble! Escupir a una menor de 8 años y gritarle que es una puta provocadora sólo para rescatarla del infierno. Realmente conmueve este tipo de gente.
El caso es que Naamá se siente ahora tan conmovida y protegida que se niega a ir caminando al colegio, a 900 metros de su casa. "Estamos apavoradas pero esperamos que lo que pasó haga que estos fanáticos se vayan de aquí de una vez por todas. No todos los ortodoxos son malos, pero estos excesos son imperdonables", dijo Hadasa, su madre.
Esta semana hubo una manifestación de más de 4.000 personas para apoyar a la familia. Pero luego, cientos de ultraortodoxos se enfrentaron a la policía en dos barrios diferentes de la ciudad, donde los radicales quemaron contenedores de basura. Un equipo del Canal 10 de televisión que trataba de grabar los hechos tuvo que recurrir a la policía tras ser rodeado por estas "dulces e inocentes criaturas".
Los ataques y las humillaciones a las mujeres en los espacios públicos de Beit Shemesh determinaron que el alcalde, Moshé Abutuul, del partido ultrareligioso Shas, active la campaña "Ciudad sin violencia" y anuncie la instalación de 400 cámaras de seguridad en las calles para intimidar a otros posibles fanáticos.
Patrullas policiales comenzaron también a retirar de las calles los carteles que reclaman a las mujeres que "salgan de casa solo en caso de urgencia" o que marcan las aceras que son "únicamente para hombres", como un tramo ante la sinagoga. "Es para cuidarnos de gente 'enferma o impura', como las mujeres", afirmó Isaac Schult, otro "erudito de la Torá" vecino de la zona.
Teniendo en cuenta la expansión del fenómeno ultraordoxo fundamentalista radical en cada vez más ciudades de Israel y ante semejante realidad uno puede entender cualquier cosa menos la causa por la cual Ahmadinejad quiera borrar a "la identidad sionista" del mapa.