Buenos días Sr. Scandar Copti, director de la película Ájami. Espero que haya disfrutado en la ceremonia de entrega de los Oscar. Seguramente fue muy placentero viajar al evento más importante de la industria cinematográfica, codearse con lo encumbrado del mundo, ver las luminarias.

Un viaje como ese cuesta mucho dinero: trajes nuevos, limusinas, hoteles. Menos mal que usted tenía un presupuesto público de más de dos millones de shekels. Eso seguro le permitió arreglarse.

No tengo ningún problema incisivo con personas que se mofan del Estado de Israel, Sr. Copti. Mi problema no es la crítica sino la hipocresía.

Quizás sea un poco trivial, pero así soy yo: me pica un poco la espalda cuando veo a alguien, que no hubiera llegado a ningún lugar sin mi dinero, festejar a costa del erario público y gozar de los fondos que el Estado le proporciona, teniendo conciencia que se debe incentivar también películas complejas que tocan el corazón del mosaico israelí-árabe-palestino; pero en el momento que se siente bastante seguro, cuando se encuentra suficientemente en la cumbre, elige escupirme y manifestar que, en realidad, no me conoce y recuerda muy débilmente cómo es que en su película aparece representando a Israel.

Déjeme ayudarle, Sr. Copti: su película se rodó en Israel; su guión se escribió en Israel; sus actores viven aquí; los fondos que convirtieron la idea (emocionante, debo confesar) escrita sobre el papel en algo posible de ver en la gran pantalla, provienen entre otros, de billeteras de israelíes que viven aquí con gran orgullo, van al ejército, pagan impuestos e incluso se ponen de pié cuando entonan Hatikvá.

Puede criticar al país; yo también lo critico.; soy muy paciente en ese asunto. Como usted bien sabe, el Estado financia también numerosas películas que critican de una manera u otra la falta de equidad social en Israel.

Pero la crítica que solventamos, Sr. director, estamos dispuestos a aceptarla internamente. En el momento en que la persona que duerme con nosotros en la misma carpa elige salir afuera solo y desparramar su inquina hacia adentro, no vale la pena que regrese.

Su próxima película, Sr. Copti, deberá hacerla con el apoyo de impuestos que pagan aquellos con los cuales usted se siente identificado. Quién sabe, quizás el gobierno en Gaza tenga presupuestos especiales para estimular la cultura; existen allí numerosas personas que valoran el arte sutil y noble y dedican sus vidas a temas espirituales.

Sería conveniente que recurra a ellos; estoy seguro que a Ismail Haniye le encanta redactar guiones en sus ratos libres.

Fuente: Yediot Aharonot - 8.3.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il