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Sobre amores y tinieblas


Cuando se disipe el shock en Haití y la rutina vuelva a su cauce, retornarán los puñales y las bombas. Si la naturaleza pudiera entender la naturaleza humana, quizás comprenderíamos porqué de vez en cuando se desenfrena de tal manera.

En su cuento "Terremoto en Chile" el autor alemán Heinrich von Kleist se enfrenta a la disyuntiva acerca de lo que provoca un desastre natural en el género  humano. ¿Acaso perfecciona al hombre? ¿Puede enseñarle algo positivo?

La narración de Kleist se centra en una pareja de enamorados, un maestro pobre y su alumna, quienes pecaron de "amor ilegal" y fueron condenados a muerte.

En el instante en que la sentencia está a punto de llevarse a cabo, se produce un terrible temblor de tierra que salva a la pareja, sólo para que a continuación, luego de que el orden se va restableciendo en forma paulatina, sean culpados de que fue su pecado quien originó el terremoto. Finalmente, una multitud descontrolada rompe sus cabezas a palos.

El recuerdo de la cruel narración de Kleist del siglo XIX, surgió a raíz de las horrendas imágenes del terremoto en Haití.

También en esta oportunidad, como en la mayoría de los desastres de la naturaleza, las numerosas víctimas son indigentes, personas desalentadas cuya única luz en sus vidas es la esperanza.

La esperanza es el amor por las personas cercanas como Jerónimo y Josefa, protagonistas del libro de Kleist, que es todo lo que poseían en sus vidas. Sin dinero, sin lujos, sin pertenencias. Tan sólo la presencia de sus seres queridos.

Llega el desastre natural y arrebata de los pobres lo único que les quedaba: las personas más cercanas. Se pueden observar los rostros desfigurados de llanto por la pérdida de los seres queridos, que es peor que cualquier dolor físico.

Si hay un rayo de luz en algún desastre de esta magnitud, es la movilización de voluntarios que llegan de todos los confines del mundo para extender la ayuda a los sobrevivientes.

Por un momento, en el meollo del desastre, se dibuja la posibilidad de una humanidad diferente que se identifica con el sufrimiento de las víctimas impotentes y se moviliza para extenderles una mano. Un tipo de género humano que aparece por un instante cada vez que tienen lugar desgracias como esta.

Pero como en el cuento de Kleist, apenas se disipe el shock de la catástrofe, el orden rutinario volverá a su cauce. Inmediatamente reaparecerán los machetes, los puñales y las bombas. Nuevamente los hombres volverán a buscar culpables por sus desgracias y a matarse los unos a los otros.

Si la naturaleza pudiera entender la naturaleza humana, quizás sería posible comprender porqué de vez en cuando se desenfrena de tal manera.

Fuente: Israel Hayom - 17.1.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il