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Cuando un amigo se va


El diputado Ofir Pines se hartó de su líder, Ehud Barak, que llevó al Partido Avodá a su nivel más bajo. Pero el hastío del prójimo tiene límite. A pesar de todo, algo hay en Ofir Pines: en un partido sin personas, él es una persona.

Realmente no es fácil renunciar antes de tiempo, después de muchos años de inversión personal y familiar; sin embargo Ofir Pines-Paz lo dio todo. Quien no haya afrontado en su vida una decisión como esta, no sabrá apreciar las dificultades y las cavilaciones. Siempre se puede encontrar todo tipo de elucubraciones sobre porqué no decidir ahora, quizás mañana, y sino, pasado mañana.

Todas serán simplemente excusas destinadas a justificar "la dramática lucha interior" perdida de antemano. El Partido Laborista - Avodá - está en una situación imposible de recomponer. Es el partido quien debe cambiar; no se puede, así nomás, cambiar una casa por otra.

Se suele decir de los políticos israelíes que abandonan el cargo sólo si se los hace rodar por las escaleras o son sacados en camilla. Y he aquí que hay un hombre que se retira por voluntad propia; no es empujado ni arrastrado por nadie. En realidad les dice a sus colegas opositores: Ustedes permanezcan aquí, yo me iré al infierno en vuestro lugar. También para sus colegas insurgentes del partido tiene algunas palabras: De estar sentados indefinidamente, se enfermarán de hemorroides. No lloren porque me voy, lloren por aquéllos que se quedan.

No conversé con Ofir últimamente, pero no me resulta difícil comprender por lo que está pasando. Se le parte el alma por Ehud Barak y sus asistentes que traicionan diariamente el derrotero del partido. ¿Qué significa Avodá para ustedes?, les preguntó previamente, y luego dirigió la pregunta hacia sí mismo: ¿Qué significa Avodá para mí, que parece y se comporta como una esclava en estado de hibernación?

Pines se hartó de su líder, que llevó a su partido al nivel más bajo. Pero el hastío del prójimo tiene límite; en una situación así, muy rápidamente la persona comienza a hartarse de sí misma. Pines quiso poner fin a su auto degradación.

Él no se va porque no le queda otra salida, al contrario: personalmente tuvo un lugar destacado en Avodá, le allanó el camino. Tampoco tendría problemas en ofrecerse al mejor postor, seguramente habrían compradores interesados de otros partidos. Pero en épocas en que a las aves errantes no les interesa donde encontrar reposo, una persona como Pines no volará hacia cualquier latifundio.

Ehud Barak está parado sobre su castillo de naipes. Aún seguro de ser un jocker ganador, frota sus manos placenteramente. Menos mal que nos liberamos de este "castigo", dirá seguramente el pecador. La diferencia entre Barak y Pines estriba en que éste último sale erguido sobre sus pies, en cambio Barak seguirá arrastrándose sobre su vientre hacia la salida.

Esta no es una nota necrológica: Pines tiene 49 años, no es un niño, pero tampoco es un jubilado. Él retornará cuando llegue el momento, cuando los israelíes exijan emisarios honestos, virtuosos, que no se permitieron ensuciar en la "política de los Bibis". Algún día ocurrirá; tendrá que ocurrir si los ciudadanos de Israel no decidieron suicidarse.

Hasta entonces, susurraré al oído de aquél que se retira: Hay vida después de la política para todo aquél que la eligió pero se negó a tomar parte en la lujuria.

Fuente: Haaretz - 8.1.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il