Las casas que perdieron los refugiados palestinos cuando Israel fue atacado en 1948, son las mismas en las que podrían haber seguido viviendo de no ser por la guerra declarada por los países árabes; esa guerra que Israel no quiso y que sus vecinos le impusieron.
En el diario "El País" de España apareció esta semana una nota de Ana Carbajosa sobre el aumento en la inmigración judía a Israel. La cronista explica acerca de la combinación de motivaciones por las cuales ciudadanos de distintos lugares del mundo resuelven radicarse en Israel, mencionando el aspecto ideológico y el ideal sionista, como también las consideraciones económicas y la ayuda que significa, especialmente el tiempos de crisis, el paquete de facilidades que el Estado extiende a los judíos que resuelven instalarse en su territorio.
El problema por el cual menciono dicha nota no es el desarrollo mismo del tema de la inmigración, sino lo chocante y desubicado de su párrafo final. Tras explicar la ayuda que reciben los inmigrantes judíos de Israel, la periodista escribe así:
"Mientras tanto, cientos de miles de palestinos que fueron expulsados o huyeron de sus casas ante el avance de las tropas israelíes en 1948, hoy en territorio israelí, no han tenido ni tienen derecho a volver a ellas. Hasta hoy, más de cuatro millones de aquellos expulsados y sus descendientes viven hacinados en campos de refugiados en Gaza, Cisjordania y los países vecinos".
Empecemos por el principio:
De no ser por la violenta reacción árabe a la recomendación de la Asamblea General de la ONU - conocida como resolución 181 del 29 de noviembre de 1947 - de crear un estado árabe y otro judío en la tierra en disputa, hoy no habrían refugiados palestinos. Con tal de evitar la fundación de un estado judío independiente, los países árabes prefirieron impedir la creación de un estado para los árabes que vivían en el lugar, rechazaron la resolución de la ONU y declararon la guerra a Israel. Estas son la causas directas del problema de los refugiados de 1948.
Gran parte de los refugiados huyeron atemorizados por la dinámica misma de la guerra. No pocos fueron alentados por sus líderes a marcharse para que ellos puedan librar tranquilamente los combates en los cuales pensaban vencer, exhortándoles a volver luego de la victoria esperada. Otros fueron expulsados en el curso de operativos militares en medio de la guerra. Y aún si hubo casos en los que habitantes de aldeas recibieron la orden de irse por parte de tropas israelíes, la responsabilidad del problema de los refugiados recae sobre los países árabes que optaron por atacar a Israel en lugar de aceptarle como vecino.
Luego, ya creado el problema, cabe preguntarse porqué aún no ha sido resuelto; porqué los refugiados palestinos continúan "hacinados" en sus campamentos en distintas partes del mundo árabe. La razón es clarísima: el mundo árabe, a pesar de sus petrodólares, de tener 22 países con la misma cultura, religión e idioma que los refugiados palestinos, optó por perpetuar la desgracia de éstos, a fin de utilizarla como arma política contra Israel. Prefirieron dejarlos en campamentos miserables en lugar de recibirlos decorosamente o de destinar sus fondos, multimillonarios en algunos casos, a asentarlos en forma digna en regiones en las que los propios palestinos empezaron, años después de convertirse parte de ellos en refugiados, a hablar de un estado propio; cosa que no hacían en 1948.
El 18 de agosto del 2000, entrevisté al Dr. Ahmed Subuh, un alto funcionario en la Autoridad Nacional Palestina. En ese entonces, si mal no recuerdo, se desempeñaba como Ministro de Información, luego fue vice Canciller y actualmente es el representante de la ANP en Marruecos.
Le pregunté al Dr. Subuh porqué en los países árabes no se han invertido fondos para ayudar a los refugiados palestinos a que no sigan viviendo en las difíciles condiciones en que se encuentran. Su respuesta fue clara y elocuente:
"No cabe duda que la razón fundamental, histórica, de la presencia de los refugiados palestinos en los países árabes es la guerra que motivó su salida y su conversión en tales. Pero también es cierto que algunos países árabes, no solamente no hicieron lo debido para mejorar su situación, sino todo lo contrario.
Hoy no puedo dejar de explicar - con amargura - que los refugiados palestinos en Líbano tienen prohibido ejercer 70 profesiones. Un palestino en Líbano, después de estar refugiado allí 50 años, no puede ser médico en un campo de refugiados; no puede ser ingeniero.
Yo no puedo dejar de decir con total amargura que durante 50 años, y a pesar del crecimiento demográfico, una familia de refugiados palestinos en Líbano no puede construir ni una sola habitación más para sentirse menos presionada; y eso dedido a las severas e inhumanas leyes del régimen libanés que no aparenta tener esta severidad. De eso no puedo culpar a Barak ni a Netanyahu.
No cabe la menor duda que se exageró muchísimo al decir que algunos países árabes quisieron que los palestinos sufran tanto como para no olvidar nunca quienes son y sigan reivindicando sus derechos ante Israel. No creo que haga falta tanto sufrimiento para que uno sea lo que es. Eso fue realmente una forma de encubrir la falta de responsabilidad de diferentes regímenes árabes referente a los refugiados".
Hasta aquí la cita del Dr. Subuh.
A raíz de la desubicada vinculación que se hace en la nota citada en "El País" entre los inmigrantes judíos a Israel y los refugiados palestinos, cabe mencionar que más de un millón inmigrantes que Israel recibió cuando se creó el Estado, eran judíos refugiados de países árabes, que se convirtieron en foco de ataques apenas la ONU aprobó la partición. Si bien la mayoría trajeron consigo el sueño sionista y el ideal del estado judío, ello no quita el hecho de que fueron expulsados de los países en los que habían nacido y vivido durante generaciones. En medio de las dificultades, de la guerra y las carencias, esos refugiados judíos, que también fueron víctimas de la agresión árabe a Israel, se convirtieron inmediatamente en hijos del nuevo país que estaba naciendo.
"No tenían ni tienen derecho a volver a sus casas", dice la cronista de "El País" sobre los refugiados palestinos. Pues es cierto, las casas que perdieron cuando Israel fue atacado, son las mismas en las que podrían haber seguido viviendo de no ser por la guerra que marcó destinos de ambos lados, de esa guerra que Israel no quiso y que sus vecinos le impusieron.
Si hoy en día volverían "a sus casas", eso significaría el fin de Israel. Tampoco gobiernos de izquierda aceptarán un suicidio. Lo extraño es que un pueblo que exige independencia, quiera que sus hijos, que están fuera de sus fronteras, puedan instalarse en lo que hoy es otro Estado, Israel. ¿No es acaso razón para dudar de sus intenciones? ¿No sería lógico que pidan recibirlos en su futuro estado independiente para que aporten a la creación y el desarrollo del mismo?
Pero la lógica es una cosa y la realidad política de la zona, otra muy distinta. Ojalá que no se vuelvan a cometer errores del pasado. A "El País" de España, por si no los conocía, valía la pena recordárselos.