Sólo el nexo y el equilibrio entre la democracia, acorde a su concepción moderna, y los valores judíos, en su definición histórica, asegurarán la existencia del Estado de Israel, un Estado calificado en pro de sus ciudadanos y las generaciones venideras.
La Declaración de Independencia y las leyes fundamentales de Israel fueron estipuladas específicamente porque Israel es el hogar nacional judío y también un estado democrático.
En las diversas tratativas con nuestros vecinos - enemigos, de hecho - todas las dirigencias sostienen la exigencia de que Israel sea reconocido como el hogar nacional del pueblo judío.
En el país se agruparon judíos de diversas diásporas que hablan un sinfín de idiomas. Aún cuando se trata de judíos provenientes de todas partes del mundo, ellos traían consigo un solo legado: durante miles de años errantes llevaban en su haber el patrimonio de la justicia hebrea con la creencia de que llegado el día, podrían cristalizar su sueño de un Estado soberano e independiente.
Y así, el Tribunal Supremo aceptó varios veredictos reconociendo el código hebreo de leyes como parte de la justicia nacional israelí. En 1980, el Parlamento encargó a la Corte Suprema a que esta utilice el código hebreo en casos en que hubiera omisión de tal o cual ley y necesidad de complementarla.
Un pueblo que no sabe honrar o reconocer su herencia, un legado extraordinario como el que aparece en la Halajá y en la justicia hebrea, seguramente proliferó personas carentes de identidad y faltos de identidad social, imprescindible para el establecimiento de un Estado calificado.
Por ello, es conveniente que los jueces en Israel conozcan el código hebreo de leyes. En principio deben estudiarlo; posteriormente, con la información real adquirida, podrán integrar las leyes religiosas judías a la justicia israelí y gozar de su profundidad, sabiduría y esplendor.
Debido al profundo conocimiento de la justicia hebrea, como asimismo de sistemas judiciales diferentes, deseo corroborar que los principios de éticos de ésta son superiores, por su ecuanimidad y sapiencia, a sistemas jurídicos considerados modernos.
Las palabras pronunciadas por el Ministro de Justicia, Prof. Yaakov Neemán, acerca del prevalecimiento de la ley hebrea, originaron indisponibilidad. Pero si tratamos de entenderlas en su profundidad, descubrimos que de hecho, el magistrado expresó su intención de ensamblar el legado de la ley hebrea a los estatutos del Estado de Israel.
Contrariamente a las difamaciones acerca de su deseo de fomentar un Estado no democrático gobernado por la Halajá, esta es una visión que no dañará la democracia, dado que el Parlamento es la autoridad legislativa en Israel. Se trata de una ambición que asegurará que los valores esenciales reconocidos hace miles de años en la justicia hebrea, y adoptados por la mayoría de las naciones ilustradas, regresarán a su renovado hogar nacional judío.
Sólo el nexo y el equilibrio entre la democracia, acorde a su concepción moderna, y los valores judíos, en su definición histórica, asegurarán la existencia del Estado de Israel, un Estado calificado en pro de sus ciudadanos y las generaciones venideras.
Resulta trascendente aclarar que la visión de ensamblar la justicia hebrea en los estatutos del Estado de Israel no está dirigido a poner en práctica un conjunto de instrucciones de leyes religiosas judías, por supuesto que no en lo referente a leyes delictivas. La justicia hebrea, por sí misma, reconoció el principio de la obligación de acatar la ley del Estado, mientras no contradiga las normas prohibidas en la Halajá.
Todos los sistemas jurídicos están basados en normas básicas. Dichos principios aparecen en la justicia hebrea, y conviene adoptarlas.
El ataque centralizado y enfocado contra el ministro Neemán no tuvo relación alguna con la intención de sus palabras, sino que estaba destinado a advertir a quien intente promover valores judíos en un Estado para todos los ciudadanos, acerca de valores que tienen un significado normativo.
Que ironía histórica cuando todo este escándalo alrededor de las palabras de Neemán se produce justamente en días de Janucá. También en ese entonces como ahora, tuvo lugar un enérgico debate en la sociedad judía relacionado con la adopción de valores extranjeros; la cultura griega.
Muchos judíos la consideraron sustitutiva de la cultura hebrea. Actualmente, en Israel se hace el esfuerzo por concretizar los valores aceptados y practicados en EE.UU.
El significado de nuestra obligación de convertirnos en luz para los gentiles, es la difusión de valores de justicia, honorabilidad, paz, preocupación por el prójimo, respecto por el hombre y la moral, valores que los profetas de Israel confirieron al mundo entero.
No debemos convertir la justicia del Estado de Israel en una sede de la justicia americana. Es conveniente volver a colocar los códigos universales que salieron de Jerusalén en la cumbre de nuestras leyes.
Las palabras "Un pueblo libre en nuestra tierra" no significan la santidad de la secularidad, sino la libertad de un pueblo que regresa a su tierra con el objetivo de enraizar su legado y su cultura.
* El autor es Doctor en Filosofía de Derecho
Fuente: Israel Hayom - 11.12.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il