Cuando los veo santificando el nombre del provocador Dov Lior, atacando a la Corte Suprema, tratando de agredir a los fiscales y ultrajando los símbolos de nuestro país, me acuerdo del Rey David y los hijos de Sarvia que le eran tan insoportables como una epidemia.
Sí; ustedes son mis hermanos. Son sionistas acorde a sus concepciones; aunque en mi opinión, vuestro sionismo puede llevarnos a crear una diáspora y a ser minoría en nuestro propio país, al fin del sueño hertzliano y a convertirnos en un gueto religioso y disparatado.
Sí ustedes son mis hermanos. Pertenecemos a la misma clave genética. La mayoría de nosotros tiene sus raíces en la diáspora europea-oriental. Y si hurgamos profundamente, podríamos descubrir incluso un lazo familiar.
Pero cuando los observo santificando el nombre del provocador y sedicioso Dov Lior, atacando a la Corte Suprema de Justicia, tratando de agredir a los fiscales y ultrajando los símbolos de nuestro país democrático compartido, me acuerdo del Rey David y los hijos de Sarvia que le eran tan insoportables como una epidemia.
Yo los observo y veo vuestra exaltación para obstaculizar las rutas, para amenazar al sistema democrático con el argumento de la inmunidad de los rabinos en días en que un presidente está por entrar en la cárcel y un primer ministro enfrenta un juicio. Yo veo las leyes que ustedes proponen en el Parlamento.
Y el papel capta todo: Leyes de fidelidad a la patria cuyos postulados ustedes denigran; atentar contra todo lo que huela a derechos humanos y la crítica que éstos suscitan, intentos de forzar a soldados de Tzáhal a participar en encuentros y eventos religiosos y me averguenzo del parentesco con esa familia que no puedo negar.
Ustedes podrán entender que ésto no continuará eternamente. La gran mayoría de la población no los apoya.
Tampoco a los asentamientos asestados como un hueso en la garganta también de aquellos que en un tiempo los respaldaban y que ahora tratan de sacarnos del barro en que nos estamos hundiendo; tampoco a vuestras experiencias teocráticas ni a vuestros intentos de cerrar las rutas principales mientras elogian abiertamente la trasgresión de las leyes.
La pregunta es cuándo esa mayoría ubicada en el centro, en ocasiones un poco a la derecha o un poco a la izquierda, pero siempre lenta en su andar; ese centro dispuesto a protestar por el aumento del combustible o por el precio del queso cottage, pero que retiene su ira por otras cosas peores, se levantará de sus sillones para reclamar nuevamente.
No sé qué determinará su revuelta; tampoco ustedes lo saben; pero cuando surga les será muy difícil enfrentarla.
A veces sale a la calles para manifestar cuando cristianos asesinan a musulmanes en campamentos de refugiados palestinos en Líbano y Tzáhal no lo impide. Otras, se levanta cuando está harta de la corrupción; y me imagino que está pronta a levantarse cuando observa lo que ustedes provocan en nuestro país compartido en el cual tratan de forzarnos a aceptar su concepción de mundo.
Antes de que sea demasiado tarde, antes de que nos enfrentemos a una guerra fratricida, recapaciten.
Quizás piensen que el espíritu del gobierno está con ustedes; y en mi opinión el ejecutivo no alzó suficientemente su voz; pero la tragedia que pueden asestarle a la sociedad israelí caerá finalmente bajo vuestra responsabilidad.
Fuente: Israel Hayom - 4.7.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il