Tengo un lema muy sencillo para referirme al conflicto entre israelíes y palestinos. Simpatizo tanto con los israelíes como con los palestinos, pero Dios me libre de algunos de sus amigos norteamericanos - aquellos que pretenden amarlos hasta la muerte, literalmente .
Eso fue lo que pensé cuando Newt Gingrich rebajó a un nuevo mínimo la competencia republicana de arrastramiento por votos judíos, sugiriendo que los palestinos no son más que un pueblo "inventado" y no una verdadera nación con derecho a tener un estado propio.
Se suponía que esto habría de ser la demostración inequívoca de que Newt ama a Israel más que Mitt Romney, quien sólo se limitó a afirmar en una nota del periódico israelí Israel Hayom, que él trasladaría la embajada de EE.UU desde Tel Aviv a Jerusalén, ya que no pretende ejecutar acciones "independientemente de lo que nuestros aliados consideran que es lo mejor, y si los líderes de Israel creen que una medida de esa naturaleza reportaría una gran ayuda a sus esfuerzos, entonces yo estaría dispuesto a hacer algo así... No creo que Estados Unidos deba desempeñar el papel de líder del proceso de paz. En su lugar, debemos ocuparnos de apoyar a nuestros aliados".
Tal cual: El rol de Estados Unidos consiste en limitarse a aplaudir todo lo que Israel haga; a servirle de cajero automático, y luego, callarse la boca. No tenemos intereses propios. ¿Y este tipo es candidato a presidente?
En cuanto a Newt, bueno, vamos a ver: Si los 2,5 millones de palestinos de Cisjordania no constituyen un pueblo real con derecho a poseer su propio estado, eso quiere decir que Israel tiene derecho a ocupar Cisjordania de forma permanente, y que - en lo que a Newt se refiere - las opciones de Israel son: 1) Privar definitivamente a los palestinos de Cisjordania de la ciudadanía israelí, y llevar a Israel al apartheid. 2) Expulsar a los palestinos cisjordanos a través de la limpieza étnica, y encaminar a Israel hacia la Corte Internacional de La Haya. 3) Tratar a los palestinos de Cisjordania como ciudadanos, al igual que a los árabes israelíes, y sentar las bases para que Israel se convierta en un estado binacional. ¿Y a esto se le llama ser "pro-Israel"?
Nunca podría pretender estar hablando en nombre de los judíos estadounidenses, pero estoy seguro de que hay muchos como yo que creemos firmemente en el derecho del pueblo judío a tener un estado; que comprendemos perfectamente que Israel vive en un barrio muy peligroso, pero aun así, continúa siendo una democracia; y que, sin embargo, sentimos una profunda preocupación por el rumbo que Israel está tomando actualmente. Conjeturo que somos una minoría dentro del conjunto de judíos estadounidenses seculares. Pero a nosotros todavía nos importa: Muchos otros judíos simplemente van a la deriva.
Por supuesto, espero que el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, entienda que la ovación recibida en el Congreso este año no fue por su política. Aquella ovación fue comprada y pagada por el lobby pro Israel. La prueba real es lo que ocurriría si Bibi intentara hablar en, digamos, la Universidad de Wisconsin. Supongo que muchos estudiantes querrían boicotearlo, y que muchos otros estudiantes judíos ni siquiera se interesarían, no por hostilidad sino por confusión.
Lo que los confunde es leer en los periódicos que el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Liberman, quien se reunió con el primer ministro ruso, Vladimir Putin, declaró que las recientes elecciones rusas fueron "completamente justas, libres y democráticas". Sí, esas elecciones: las que provocaron que miles de demócratas rusos salieran a las calles para protestar por el fraude. El ministro de Exteriores de Israel prefirió dar su apoyo a Putin.
Lo que los confunde es enterarse de que colonos judíos de derecha atacaron una base de Tzáhal en Cisjordania, apedreando a soldados israelíes en represalia por la eliminación de asentamientos "ilegales" - llevada a cabo por el ejército - que los extremistas judíos establecen en donde se les antoje.
Los confunde saber que, tal como lo da a conocer el New Israel Fund en su página web, "hace más de 10 años, la comunidad ultraortodoxa le exigió a la empresa de autobuses públicos de Israel, Egged, que proveyera autobuses segregados en sus barrios. A principios de 2009, más de 55 líneas de esas características operaban en Israel. Las mujeres están obligadas a abordar el vehículo por la puerta trasera, y a sentarse en su parte posterior, así como a "vestir con modestia".
Los confunde la lectura de un artículo del Financial Times desde Israel donde se afirma: "En las últimas semanas, el país se ha consumido en un angustioso debate en torno a una serie de nuevas leyes y propuestas que muchos temen están diseñadas para reprimir la disidencia, debilitar los derechos de las minorías, restringir la libertad de expresión, y castrar el poder judicial. Entre ellas se incluye una ley que, efectivamente, permite a las comunidades israelíes excluir a las familias árabes; otra, que impone sanciones a aquellos israelíes que apoyen el boicot a los productos fabricados en asentamientos judíos de Cisjordania; y otras propuestas que someten a la Corte Suprema a un mayor control político".
Finalmente, les causa gran confusión tener que leer a Gideon Levy, una voz liberal de gran alcance, que escribe en el diario israelí Haaretz que "cualquiera que afirme que todo esto no se trata más que de unas cuantas leyes intrascendentes, está desinformando intencionadamente a los demás ...Estamos ante una g-u-e-r-r-a. Este otoño, nada menos que una guerra cultural ha estallado en Israel, y se está librando en muchos más - y más profundos - frentes de lo que parece. No es solamente el gobierno, con toda la importancia que ello tiene, lo que pende de un hilo, sino también el carácter mismo del Estado".
Así, mientras Newt pregunta cínicamente quiénes son los palestinos, ni siquiera puede imaginar que no pocos israelíes están preguntándose en este momento: "¿Quiénes somos nosotros?"
Fuente: The New York Times - 16.12.11
Traducción: www.israelenlinea.com