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¡Prepárense: Vuelve el terror!

Es probable que el terror reaparezca durante las conversaciones, a fin de frustrarlas. Israel debe prepararse en todos los frentes para un largo período de conflictividad. Las tratativas para la paz no brindan ninguna perspectiva de paz, sólo semillas de discordia.   

Esta vez, Binyamín Netanyahu realmente quiere hacerlo. Los rumores de una posible decisión han estado filtrándose durante algún tiempo, y finalmente, se ha tomado - luego de un empujón, no particularmente fuerte, por parte del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama - en su discurso de la Universidad de Bar Ilan.

Los adversarios del primer ministro, ávidos de encontrar faltas en todo lo que hace, no le creen. Piensan que no lo dice en serio. ¿Cómo podría? Pero, de hecho, puede. Les sucede a muchos dirigentes: se comportan de modo tal que terminan violando sus creencias más profundas.

El Ministro de Mejoras de Servicios Gubernamentales (hay algo así), Mijael Eitán, quien pidió extender el congelamiento de la construcción de asentamientos, lo expresó claramente: Sobre el asunto de los dos estados y el futuro de los asentamientos, él, su líder, Netanyahu, y una mayoría de partidarios del Likud, han aceptado las posiciones de la izquierda, aunque sólo sea por defecto.

El discurso de Bar Ilan se ha convertido en política vinculante israelí. Se ha constituido también en un importante acontecimiento con ramificaciones de largo alcance: el líder de la derecha, identificado con la indivisibilidad de la Tierra de Israel, fue el mismo que anunció, en su rol de primer ministro, que ésta será finalmente dividida.

Ahora, en materia de conversaciones cuyo objetivo es poner en práctica la división, puede decirse que se ha reconciliado con esa declaración sin que se haya mostrado ningún traumático signo de culpa de su parte, o por parte de su partido. Lo hecho, hecho está, tal como correctamente observó Eitán.

Pero Netanyahu no será capaz de lograrlo. No porque no quiera o porque vaya a necesitar de la mayoría en el Knéset. Si puede llegar a un acuerdo con los palestinos, la oposición le concederá la mayoría, tal como ocurrió con los Acuerdos de Oslo y la desconexión de Gaza. Pero, con el Likud liderando acciones para dividir el corazón del país, probablemente no habrá necesidad alguna de apoyo por parte de la oposición.

Más bien, Netanyahu no podrá hacerlo ya que, en esta ocasión, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, tampoco puede, y además, no quiere hacerlo.

En contraste, Netanyahu se ha posicionado políticamente en la línea de sus predecesores, Itzjak Rabín, Shimón Peres, Ehud Barak y Ariel Sharón. No hubo casi ningún compromiso que ellos no estuvieran dispuestos a firmar, o, en otras palabras, de hecho, firmaron muchos. Pero, en el caso de los palestinos, simplemente "no pudieron hacerlo". Es más, ellos incrementaron gradualmente el terror.

El consenso minimalista judío-sionista incluye el reconocimiento palestino de Israel como estado del pueblo judío; la renuncia al "derecho de retorno"; la finalización del conflicto y la anulación de toda exigencia posterior una vez logrado el acuerdo; no aceptar la división de Jerusalén mediante un acuerdo formal, contrario a las disposiciones prácticas; y la existencia ininterrumpida de los bloques de asentamientos. ¿Están preparados los palestinos para acatar el mínimo sionista? Absolutamente no.

Pero incluso si en esta ocasión resulta que los palestinos no están dispuestos a perder otra oportunidad de perder otra oportunidad, los que poseen verdadero poder torpedearán el proceso: Teherán, Damasco, el Hezbolá en Beirut, y pronto también Bagdad, donde Irán opera tras bastidores. Ellos jamás estarían dispuestos a reconocer a Israel como el hogar de los judíos. No dudarán en usar la fuerza para evitar que los palestinos renuncien al derecho al retorno, para impedir que se declare que los árabes ya no tienen pretensiones ideológicas, religiosas y territoriales sobre Palestina, que el conflicto se ha terminado.

El hombre que obligó a Abbás a ir a Washington la próxima semana es el mismo que, con la retirada de Irak y el apaciguamiento de Irán, sembró las semillas de los problemas que acabarán socavando cualquier acuerdo. El abandono de Irak por parte de Estados Unidos está provocando inestabilidad en la región.

El que se beneficiará con este caos es el único con poder, metas definidas y la suficiente determinación para lograrlas: Irán. Y Estados Unidos, con sus alas recortadas por propia decisión y temiendo otro enredo, no será capaz de evitar que el gobierno de Teherán logre decisiva influencia en la región y desarrolle su proyecto nuclear. El eje del mal no se contentará con sus puestos de avanzada en Gaza.

Dada esta situación, ¿cómo Abbás podría alcanzar un acuerdo, incluso si lo deseara?

Es probable que el terror reaparezca durante las conversaciones, a fin de frustrarlas. Israel debe prepararse en todos los frentes para un largo período de conflictividad, ya que Egipto también se encuentra en transición, signada por la inestabilidad, y el monarca jordano, como todos hemos visto y oído, se encuentra en estado de pánico.

No hay certeza de que la inestabilidad llevará irremediablemente a la guerra. Pero, ciertamente, tampoco nos hará más asequible la paz con los palestinos, o con la mayoría del mundo árabe. Obama, al imponer las conversaciones directas, al parecer no pensó en eso. Así, las tratativas para la paz no nos brindan ninguna perspectiva de paz, sólo semillas de discordia.

Fuente: Haaretz - 27.8.10
Traducción: Argentina.co.il