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Después de Rabin le llegó el turno a Obama

Andrew Adler, judío norteamericano perteneciente a la comunidad religiosa del grupo Jabad de la ciudad de Atlanta, es el propietario-director del periódico Atlanta Jewish Times. Preocupado por el destino de Israel, dos semanas atrás publicó un editorial titulado «¿Qué haría usted?» que, sin haber previamente pensado en sus consecuencias, encendió todas las alarmas del piloto automático que está guiando al judaísmo por un trágico camino.

Entre otros delirios apocalípticos y bélicos, Adler insta a Netanyhau a «dar orden a agentes del Mossad asentados en EE.UU a asesinar al presidente Obama, tan mal amigo de Israel, para que el vicepresidente - Biden - ocupe su lugar y así se pueda dictar a los Estados Unidos la política que ayude a Israel a destruir a sus enemigos» (Andrew Adler «What would you do?»; Atlanta Jewish Times; 13.1.12).

Aunque con cierto atraso, el espeluznante contenido del artículo causó una enorme sorpresa y un gran revuelo en las colectividades judías, especialmente en la norteamericana. A decir verdad, uno más bien se debe asombrar de los asombrados por la sorpresa y la conmoción que causa el descubrimiento de una realidad que de hace tiempo está a la vista y oído de todos los judíos del mundo; aunque debemos reconocer que su gran mayoría son incapaces de captarla debido a las oscuras antiparras y una sordera selectiva producto de medios de información oficiales de Israel y sus devotos pregoneros.

El editorial publicado en Atlanta Jewish Times no es más que otra etapa de un proceso del nuevo carácter que adopta la sociedad israelí de nuestro tiempo y lo proyecta al judaísmo de todo el mundo. De forma casi idéntica, toda crítica u objeción a la política de expansión territorial o promoción de acuerdos que incluyan una mínima concesión, inmediatamente desata olas de reprobación que se convierten en acusaciones de «enemigos y traidores». El siguiente paso da lugar a la aparición de destacados personajes con poderosa influencia en la modulación del pensamiento, quienes incitan a hacer desaparecer estas «hierbas malas» y de aquí en más sólo resta esperar al fanático convencido que aprieta el gatillo.

Apenas Obama dio a conocer su plan de paz entre palestinos e israelíes sobre la base de las fronteras de 1967, con intercambio mutuo de territorios sobre la base de uno a uno, sin dilatación alguna los sectores intransigentes del Estado hebreo lo pintaron como una fiera. «La Administración de Obama es un enemigo de Israel y el peor régimen que Israel debió enfrentar» (Yossi Naim en un encuentro del Llikud, partido de Netanyhau, Haaretz, 28.11.09). «Obama traiciona a Israel» (Ch. Krauthammer; reproducido en página web Patria Judía y en Enlace Judío de México acompañado de un fotomontaje de Obama con una kafiya árabe en su cabeza).

Con su artículo, Andrew Adler cumplió idéntica función que ciertos rabinos días previos al asesinato del primer ministro israelí, Itzjak Rabín, en Noviembre de 1995. Ygal Amir está en la cárcel, pero sus ilustres cómplices del asesinato del primer ministro Rabín siguen libres y felices. El mismo Amir atestiguó respecto de estos colaboradores en la misma noche del crimen cuando declaró en el interrogatorio: «Sin un dictamen religioso al respecto o veredicto de Rodef (1) sobre Rabín por parte de varios rabinos que yo sé de ellos, me hubiese resultado difícil asesinarlo. Un asesinato de este tipo necesita respaldo. Si no lo hubiese tenido, no hubiese actuado» («Los asesinos todavía están libres y felices», Moshé Negvi, comentarista judicial de la radio de Israel; Haaretz, 10.11.11).

Muy identificado con los nuevos vientos que soplan en el judaísmo moderno de Israel, Andrew Adler en su artículo no dejó de resaltar otro carácter abominable del comportamiento diplomático israelí: imponer en otros países políticas favorables a Israel por medio de presión y convencimiento; y si no es suficiente, hasta instituir por la fuerza un líder marioneta. En 1982, tras la invasión del ejército de Israel al Líbano, se impuso como presidente de ese país a Bashir Gemayel, líder de las falanges maronitas cristianas, quien previamente prometió a Menajem Begin, entonces primer ministro israelí, un rápido y muy cómodo acuerdo de paz con Israel. Finalmente la jugarreta terminó con un gran fiasco en una retirada israelí total del Líbano con la cola entre las patas.

Es realmente incomprensible la gran sorpresa por el contenido de la nota de Anrew Adler. Este comportamiento es, en realidad, el resultado de un profundo lavado de cabeza que sufre la mayoría del judaísmo mundial con los derechos que se adjudica el súper Estado judío y el omni-privilegio de actuar violentamente en cualquier lugar del mundo, generalmente violando soberanías, contra cualquiera de quien se tiene la sospecha que su comportamiento representa un peligro para Israel.

Después de Rabin, le llegó el turno a Obama.

Después de Libano le toca a Estados Unidos.

Ojalá me equivoque...

(1) Veredicto Rodef: Dictamen rabínico para eliminar cualquier persona que según el criterio de los rabinos significa un peligro inminente para el destino del pueblo judío.

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