Estos días ocupo la mayor parte de mi tiempo dando conferencias a israelíes de diferentes estratos sociales y de comunidades diversas a nivel nacional.
Es así como llegué a descubrir un fenómeno interesante: los israelíes muestran interés en muchas cosas diferentes, aunque sean precisamente esos mismos asuntos los que los aburren sin remedio.
Hay dos cuestiones que hacen que mis oyentes - en el momento en que empiezo a hablar de ellas - luzcan cada vez más cansados y con sus ojos empañándose: el medio ambiente y sus pensiones.
Si se les pregunta, ellos, por supuesto, afirman que se trata de temas cuya importancia no debería soslayarse, a lo cual sigue inmediatamente otra profunda cabezada con los párpados cayendo pesadamente.
Intenté averiguar por qué razón estos dos temas provocan una apatía tan abrumadora, y he llegado a la conclusión de que lo único que tienen en común es el hecho de que ambos pertenecen al futuro.
Ocuparse del medio ambiente es, tal como lo define el sociólogo Manuel Castells, un acto de solidaridad con el futuro, y yo estoy convencido de que toda persona responsable debe saber lo que sucede con su fondo de pensiones, ya que su futuro depende de ello.
Sin embargo, a los israelíes les preocupa tanto el presente y el pasado que no tienen ninguna paciencia para ocuparse del futuro.
Mi mayor temor es que, el día que llegue ese futuro - porque, a la larga, el futuro siempre llega -, toda aquella gente que hoy se queda dormida delante de mí, descubra al final que nos hemos despertado otra vez demasiado tarde.
Fuente: Yediot Aharonot - 5.2.12
Traducción: www.israelenlínea.com
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