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Israel: Del milagro al chasco económico

Tanto el Gobierno de Israel como distintos individuos, intelectuales y grupos independientes identificados con el Estado judío y el judaísmo, invierten enormes esfuerzos en difundir información de Israel y explicar la política gubernamental.

Esta vasta campaña de esclarecimiento - conocida en hebreo como Hasbará - surge como una necesidad de contrarrestar lo que los estratos oficiales de Israel consideran como tendenciosidad de los medios de comunicación y la animadversión de los organismos internacionales hacia el mismo.

En este intento no dejan de movilizar hasta la mínima pizca informativa que a su criterio puede ayudar a legitimar una imagen positiva de Israel, aunque sin darse cuenta esa misma información puede ser fuente de un gran chasco informativo.

En ese sentido, todo el mundo es testigo de artículos, notas y hasta libros que hablan del famoso «milagro económico israelí». A la luz de las escuelas neoliberales norteamericanas y el tsunami de los mercados internacionales de los últimos años, no cabe duda que la economía israelí sobresale como una isla de estabilidad y crecimiento económico.

Lamentablemente, la realidad que vive la sociedad israelí es totalmente inversa a la que estos voceros se propusieron trasmitir. El país se encuentra muy lejos de estar pasando un proceso de desarrollo económico definido como la capacidad de crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad y el bienestar económico y social de sus habitantes.

Milagro económico en su versión levantina de Israel es una combinación de un alto y persistente crecimiento de la riqueza en el marco de los límites del país junto con la exclusión de gran parte de la población de los beneficios de dicho progreso.

Desde el punto de vista histórico Israel es un país que su pueblo, tras descomunales esfuerzos y condiciones naturales muy adversas, logró erigir como sociedad una infraestructura económica ejemplar. Pero sin que se preste mucha atención, en los últimos años cada día que pasa se parece más a un pequeño grupo de magnates que tiene en sus manos una economía con un pueblo que trabaja para su provecho.

Año y medio atrás las alarmas del Banco Central de Israel ya ulularon alertando lo que es de conocimiento público y no de los voceros que exaltan a Israel: la alta concentración de la economía israelí en manos de sólo una decena de «famosas familias» («Diez familias controlan el mercado israelí. Aquí hay una amenaza a la democracia»; Banco Central de Israel; citado en «The Marker»; 20.7.10).

Los resultados de este aprovechamiento saltaron a la vista con la irrupción de las masivas manifestaciones populares del verano pasado exigiendo justicia social. En esta semana se recibió la confirmación definitiva. Según un informe de días atrás, durante los últimos 15 años la clase media y clase media-alta fueron erosionadas en beneficio de un fuerte crecimiento del porcentaje de población de la clase baja que en el 2011 llegó asombrosamente a componer casi el 41% de la población total del país (!). Esta información no fue difundida por alguna organización vendepatria de las denominadas peyorativamente «de extrema izquierda». Los datos fueron provistos por el Departamento de Investigaciones del Banco Central de Israel. (Banco Central de Israel; citado en «Globes»; 13.3.12).

Se debe tener muy en cuenta que esta pavorosa imagen es el resultado de políticas de una década y media, y por lo tanto, la segregación social y la exclusión de amplios sectores de la población de los beneficios del desarrollo económico no es una cuestión de plataforma política de un partido u otro. Durante este periodo gobernaron en Israel gobiernos encabezados por los tres partidos mayoritarios - Likud, Avodá y Kadima - siempre apoyados por grupos religiosos nacionalistas y ultraortodoxos. De esta manera, este aberrante proceso social se ha convertido en un aspecto fijo e ideológico, propio del judaísmo moderno de Israel.

Binyamín Netanyhau demanda de los palestinos y de todo el mundo que Israel sea reconocido como Estado judío.

Desde su púlpito y dirigido a todo el mundo, el Dr. Bernardo Kliksberg da sermones sobre la sobresaliente equidad y justicia social en el judaísmo.

Ante la realidad que se nos presenta, ambos no pueden tener razón. Si Netanyhau dice la verdad, esto significa que el judaísmo sí promueve la inequidad y exclusión, y los sermones del Dr Kliksberg no son más que argumentos irrelevantes y parte de la historia como las viejas leyendas de un siglo atrás que nos contaban nuestras abuelas.

Pero si Kliksberg tiene razón, entonces debemos saber que Israel ya no es un Estado judío sino que cada día se parece más a una republica bananera.                

Ojalá me equivoque…

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