«No hay tiempo», dijo el funcionario israelí. En 2013, Irán se encontrará más adentro de la zona de inmunidad. El fortalecimiento permanente de Irán y la dispersión de sus instalaciones estratégicas significan que, para ese entonces, incluso si Israel lanza un ataque, el programa nuclear de Teherán sobrevivirá. Una vez que eso suceda, todos los que en Israel se oponen a un ataque pasarán del argumento de «todavía no» a tirarse de los pelos gritando «ya es demasiado tarde». Por eso, queda totalmente claro que 2012 es un año crítico para Israel. Es ahora o nunca.
El alto funcionario israelí describió las relaciones entre Israel y Estados Unidos como excelentes. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, no hay disputas de inteligencia o lagunas retóricas. Tanto desde el punto de vista diplomático como militar, el Gobierno de Obama ha hecho mucho más para enfrentar a Irán que la gestión de Bush. Y el propio presidente es, según las palabras del funcionario, impresionante, sensato, tenaz y despierto.
Pero una visión realista de la situación muestra que existen diferencias comprensibles entre Washington y Jerusalén sobre la cuestión iraní. Mientras que para Estados Unidos, una bomba nuclear chiíta constituye un problema estratégico, para Israel se trata de un problema existencial. Mientras que Estados Unidos puede actuar en contra de Irán recién el próximo año, la actuación por parte de Israel sólo puede realizarse durante este.
Quienes saben que en la vida no todo es color de rosa deberían entender que es poco realista esperar que el presidente de EE.UU prometa al primer ministro israelí que detendrá a Irán por medio de una operación militar en algún momento en el futuro. De ese modo, precisamente a causa de la estrecha relación entre ambos aliados, Israel debe estar preparado para aceptar el hecho de que en esta complicada cuestión, debe actuar solo, sin consultar a nadie.
Israel, en opinión del funcionario, habrá de respetar a Estados Unidos, y tomará en cuenta sus intereses, pero no va a esperar a que el Estado norteamericano le conceda autorización para actuar. Israel tampoco informará con antelación a los estadounidenses acerca de este tipo de operaciones.
El funcionario israelí dijo que ve a Irán como un tigre de papel. Su capacidad para llevar a cabo un ataque directo sobre el frente interno de Israel es limitada. Su control sobre Hezbolá y Hamás no es total. Si Líbano permite a la organización terrorista chiíta atacar a Israel desde su territorio, terminará sin centrales eléctricas ni aeropuertos.
¿Gog y Magog? Esos miedos son bastante exagerados. Estados Unidos no tiene realmente nada de qué preocuparse. Dado que la máxima preocupación de Irán es evitar que Obama se involucre en la guerra, no tendrá ningún interés en atacar objetivos norteamericanos. Las posibilidades de que Teherán haga algo en contra de Estados Unidos son pequeñas, y la capacidad de Irán para dañar a la primera potencia mundial es casi nula.
Es verdad que los precios del petróleo pueden dispararse de manera drástica. Pero incluso esa alza no durará mucho tiempo. Arabia Saudita aumentará rápidamente su producción. En unas pocas semanas, el mercado logrará calmarse y las empresas se pondrán de nuevo en marcha. Al mirar hacia atrás, todo el mundo agradecerá a Israel, reconociendo su capacidad para resolver, a su manera, un problema que el mundo era incapaz de solucuonar.
Quedamente pero con firmeza, el funcionario israelí se encargó de repetir aquel conocido mantra de que existen tres parámetros para una operación israelí: capacidad, legitimidad y la sensación de que el cuchillo ya casi roza la garganta. Y ahora mismo tenemos el cuchillo sobre la garganta, afirmó el funcionario: Por lo que concierne a Israel, 2012 es el año de la decisión.
Israel no está engañando a nadie, agregó. Le dice la verdad a Obama.
Debemos evitar hablar en términos de Auschwitz, pero todo el mundo debe entender que el Estado judío no puede permitirse dejar su destino en manos de otros. No es esa la razón por la que vinimos aquí. No es por eso que establecimos este Estado. Lo que está en juego es una cuestión fundamental de soberanía. Sólo si somos independientes y fuertes, podemos protegernos y ser un socio digno de nuestros aliados.
Al salir a la fría noche de Tel Aviv, el invitado estadounidense estaba agitado y molesto. ¿Había escuchado realmente lo que le pareció escuchar? ¿Le había estado diciendo aquel alto funcionario israelí un montón de descaradas mentiras, o lo había hecho partícipe de la verdad?
A finales de año, el huésped estadounidense lo sabrá; todos lo sabremos.
Fuente: Haaretz - 23.3.12
Traducción: www.israelenlinea.com