En base a la experiencia del pasado y la declaración de Shelly Yachimovich que no ve pecado ni delito alguno en la colonización judía de Cisjordania, en mi artículo de dos semanas atrás presagiaba la gran posibilidad de su futuro acople a la coalición de Netanyhau.
Esta flamante Secretaria General del partido Avodá ni siquiera dio suficiente tiempo a que se seque la tinta para que este pronóstico comience el proceso de convertirse en realidad.
Los antecedentes reflejaban justamente intenciones decididamente opuestas. En plena campaña proselitista, en pos del soñado puesto de líder del partido en las elecciones internas del mes de septiembre el año anterior, Shelly Yachimovich declaraba: «Sí; soy una luchadora de la paz, humanista y social-demócrata. Sí; apoyo el plan de Clinton que se basa en los límites del '67 con intercambio mutuo de territorios y partición de barrios de Jerusalén… Sí; rechacé la propuesta de Ehud Barak de ser ministra de Industria y Comercio en el Gobierno de Netanyhau-Liberman-Yishai, debido a que se trataba de un Gobierno de extrema derecha política y económica, totalmente extraño a los valores de nuestro partido. Esto al mismo tiempo que mis camaradas se apegaron oscuramente a los mullidos sillones, se ocuparon de una vergonzosa zalamería a Netanyhau, actuaron como sostenes entusiastas de votaciones racistas y apoyaron una política económica capitalista extrema, sólo a condición que no les saquen los guardias y los lujosos autos oficiales» (Blog oficial de Shelly Yachimovich; 25.8.11).
Como se sabe, el 21 de septiembre de 2011 Shelly Yachimovich se impuso holgadamente a sus competidores y se convirtió en la nueva líder del laborismo en Israel. En un encuentro cultural del último sábado en la ciudad de Mebaseret Zion, ante una pregunta del moderador, Yachimovich respondió: «Nuestro partido ya se organiza para el día después de las elecciones generales en Israel con el triunfo previsto de la coalición de derecha. No es mi intención plegarme a la coalición gubernamental para calentar un asiento - para mí es un acto bochornoso. No participaré en el gobierno bajo cualquier condición, aunque esta opción existe si Avodá logra la posibilidad de influenciar en las conversaciones paz» (Blog oficial de Shelly Yachimovich; 25.3.12).
Cerrando los ojos y rebobinando los procesos políticos de los últimos años, da la impresión que se está escuchando los discursos de Shimón Peres y Ehud Barak.
Estos sobresalientes predecesores de Yachimovich en tan importante función partidaria trataban de dar las mismas explicaciones y excusas a sus sorprendidos prosélitos ante la incomprensible decisión de plegarse a coaliciones gubernamentales de gobiernos liderados por facciones con orientaciones ideológicas totalmente opuestas a las prometidas por ambos líderes en sus campañas electorales.
Los dos dispersaban promesas huecas del poder de interceder por dentro como justificativo de su participación en el gobierno cuando en realidad, por beneficiarse del ingreso a los aposentos gubernamentales, terminaban cumpliendo la función de escudos de decisiones totalmente contrapuestas a su programa político original.
Parece que el virus de la traición política es cada día más virulento en Avodá. Mientras que Shimón Peres sufrió los síntomas después de muchos años de actividad política en la cumbre del Laborismo, Ehud Barak se adelantó y se contagió después de unos pocos. Con Shelly Yachimovich la irrupción del virus rompió todos los récords - tan solo a los pocos meses de iniciar las funciones del más alto cargo del movimiento.
En esta temática de lealtad a principios ideológicos y políticos vale la pena poner de manifiesto la gran diferencia entre el comportamiento de lo que se considera la derecha y la izquierda en la política israelí. Fuera de una corta participación en el Gobierno de emergencia en la guerra de los seis días de 1967, el Likud en ninguna oportunidad se plegó a coaliciones de gobiernos liderados por otras partidos.
En esta competencia, el partido Avodá se adjudicó varias medallas.
La historia vuelve a repetirse.
El mismo, el mismo loco afán.
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