Ya es la segunda vez en en los últimos seis años que el escritor alemán, Günther Grass, rompe su silencio. En la primera rompió un silencio auto-impuesto durante 60 años. Seis décadas le llevó confesar en público que fue miembro activo de las SS.
Luego de la declaración, Grass empezó a enumerar los padecimientos que fueron parte del pueblo alemán en la Segunda Guerra Mundial; todo para establecer un argumento basado en que los germanos no sólo iniciaron la guerra, sino que también fueron sus víctimas. A fin de fomentar la victimización del Tercer Reich, Grass culpó a Stalin de haber asesinado a seis millones de prisioneros alemanes.
El periodista que lo citó en aquella época no corroboró la veracidad de ese número místico, seis millones, y publicó tal cual las palabras de Grass.
La verdad histórica indica que el total de soldados alemanes aprisionados por los rusos alcanzó un poco más de tres millones - para ser exacto, 3.127.380 - de los cuales 474.967 murieron en cautiverio. ¿De dónde obtuvo Grass la cifra de seis millones?
Él sólo podría haberla sacado de su subconsciente, del mismo lugar de donde se extraen los deseos más piadosos.
Grass necesitaba que los rusos eliminaran a seis millones de prisioneros alemanes para purificar su conciencia del asesinato - a manos de las SS - de seis millones de judíos. Fue así como medio millón de militares germanos, que murieron en prisiones rusas, se convirtieron en la mente de Grass en seis millones, ¡una cantidad dos veces mayor que el total de alemanes recluidos que cayeron en el frente soviético!
A Grass le urgía que cada prisionero alemán muriera dos veces (!) para limpiar su conciencia del asesinato de seis millones de judíos. Cuando el alma se encuentra sedienta de eximir al crimen, la imaginación crea una realidad distorsionada.
Pasaron varios años. Las tonterías que Grass dijo en su momento con respecto a los seis millones de prisioneros alemanes asesinados fueron expuestas como una tergiversación total de los hechos. Pero la necesidad de purificar el peso abrumador de haber sido partícipe de semejante crimen va creciendo en el alma cuanto más siente el hombre que su fin se aproxima. Es así que nace el texto que Grass escribió ahora bajo el título «Lo que se debe decir». Ya el encabezamiento demuestra una presión interior fuertísima; una necesidad que nace desde el subsconciente.
Y nuevamente Grass se complica al crear una realidad distorsionada, esta vez proyectando hacia el futuro. «Israel podría lanzar un ataque y borrar a todo el pueblo iraní», escribe, «Por lo tanto debemos ver en Israel el peligro más grande para la frágil paz mundial».
Tal como en su necesidad de purificación imaginó Grass un pasado que nunca existió, ahora fantasea - por esa misma exigencia espiritual - un futuro que nunca existirá. Israel no intimidó jamás al pueblo iraní, mientras que los líderes de Teherán amenazan todos los días con borrar a Israel del mapa.
El subconsciente de Grass necesita que Israel borre a Irán del mapa. El día que Israel mate a 80 millones de iraníes, Grass saldrá eximido de toda culpa en el juicio final de la historia: Hitler y el Tercer Reich, cuyo uniforme vistió, causaron la muerte de «sólo» 50 millones de personas; y he aquí que Israel se dispone a eliminar 80 millones.
¡Que deseo más piadoso - para consigo mismo - y monstruoso ha erupcionado de las profundidades más bajas del subconsciente del afamado escritor! ¡Que fuego infernal arde allí, en la intimidad de quien fue miembro activo de las SS! Los demonios erupcionan de lo más hondo de su alma con las últimas gotas de su tinta, tal como él mismo escribió.
El problema no es Günther Grass. El problema es el 50% de lectores del «Financial Times» en alemán que piensan como él, acorde a un censo reciente. ¿Es que acaso se debe esto a la necesidad espiritual del mundo cristiano de que Israel cometa un crimen que aminore la barbarie nazi?
¿Se trata acaso de un deseo piadoso - para con ellos mismos – que anida en los corazones de todos aquellos que cuestionan el derecho de Israel a existir, con la esperanza de que por fin el Estado judío justifique su ansiedad de destruírlo y les proporcione de regalo un crimen enorme contra la humanidad? ¿Es que acaso es tan maligna e irremediable su enfermedad?Fuente: Israel Hayom - 10.4.12
Traducción: Sergio Goldfeld
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