Finalmente Siria será liberada. Cuando sea liberada, no oiremos hablar de las decenas (en ocasiones, cientos) de personas asesinadas allí en un solo día; no poblarán sus cárceles decenas de miles de ciudadanos; sus soldados no violarán mujeres y sus hospitales no habrán de convertirse en centros de tortura. Cuando se produzca su liberación, la minoría alawita no aterrorizará al resto de la población, y la sangre siria no será impunemente derramada.
Cuando Siria sea liberada, Líbano también se convertirá en un país mejor, en lugar de ser un rehén de Hezbolá. Todo ello no ocurrirá en una semana o un mes, pero ciertamente sucederá. No sucederá a consecuencia de la respuesta mundial. Ocurrirá a pesar de la falta de respuesta.
Finalmente Irán será liberado. Cuando sea liberado, no invertirá la mayor parte de sus recursos en el desarrollo de armas de destrucción masiva; no se dedicará a oprimir y a matar de hambre a su pueblo, y las mujeres dejarán de ser lapidadas. Cuando ocurra su liberación, se llevarán a cabo elecciones libres que no correrán riesgo de ser adulteradas para evitar el ejercicio de la libertad.
El pueblo iraní merece otra forma de gobierno, y van a conseguirla. Todo ello tampoco ocurrirá en una semana o un mes, pero ciertamente sucederá, y no a consecuencia de la respuesta mundial, sino a pesar de la falta de respuesta.
La capacidad nuclear de Irán pone en peligro a Israel y a la paz mundial. El problema es el régimen iraní. Son muchos los países que cuentan con capacidad nuclear, incluyendo la de tipo militar, pero no representan un riesgo. No se le puede negar el progreso y la moderna tecnología a un pueblo vital, creativo y ávido de conocimiento. No es posible hacer que el curso de los tiempos marche en sentido contrario. No se puede bombardear a Irán hasta devolverlo a la Edad de Piedra.
No se puede borrar la tecnología y la ciencia iraníes; lo mismo puede decirse del deseo de prosperidad y respeto de los derechos humanos que anida en el corazón de los iraníes, y del coraje de aquella gente hambrienta y de los furiosos estudiantes que gritaban «¡Muerte a Ahmadinejad!», poniendo en riesgo sus propias vidas. El asalto al coche del presidente iraní hace dos semanas y media muestra la profunda escisión entre el pueblo y el régimen. El régimen ya perdió su legitimidad en junio de 2009 cuando amañó las elecciones y reprimió violentamente una protesta no violenta que exigía nuevas elecciones y un verdadero ejercicio de la democracia.
Los líderes mundiales han abandonado al pueblo iraní que lucha por su libertad; un embarazoso silencio. En lugar de apoyarlos - cortando todo contacto con un régimen que ha perdido su legitimidad, y exigiendo la realización de elecciones justas -, el mundo occidental ha contribuido al ejercicio de la opresión, afirmando de ese modo la idea de que la libertad es un derecho limitado, sin cabida en Oriente Medio.
Las negociaciones entre Irán y las grandes potencias - sobre el asunto del enriquecimiento de uranio, no sobre derechos humanos - convalidan el régimen de los ayatolás. Tales conversaciones constituyen otra traición al pueblo iraní.
Para comprender la magnitud de los logros de la delegación iraní, basta con observar a la jefa de Política Exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, envuelta en un chal mientras hacía una reverencia al canciller iraní en la apertura de las conversaciones de Estambul.
Las filtraciones acerca de un principio de acuerdo dan cuenta del bote salvavidas que se le está ofreciendo al régimen, mientras se abandona a la gente.
Israel y el mundo occidental deben apoyar al pueblo sirio e iraní en su lucha contra los tiranos que masacran a su propia gente.
Cualquiera que prefiera ignorar el sufrimiento del otro, y actúe pensando solamente en salvarse a sí mismo, terminará provocando su propia ruina.
Cuando Irán sea liberado, la cuestión de si posee realmente un programa nuclear dejará de ser un problema existencial.
La solución al problema nuclear iraní no es la destrucción, sino la libertad.
Traducción: www.israelenlinea.com