En Israel todo es mentira, / verás que nada es amor, / que al pueblo judío nada le importa… / ¡Yira!… ¡Yira!… (Paráfrasis del tango «Yira, Yira» de Enrique Santos Discépolo)
Mientras los aduladores de Israel, judíos y no judíos, continúan con sus interminables cruzadas relatando cuentos de hadas de aportes del país y el pueblo judío a la humanidad, su liderazgo de hoy en día no se detiene en la imposición de detestables valores al código universal de conducta política. Las jornadas de esta semana en Israel fueron figurativamente catalogadas en términos de terremoto institucional y en sus últimos acordes a altas horas de la noche los judíos del mundo fuimos sorprendidos por un nuevo y aberrante valor: la mentira.
De acuerdo a planificación anticipada, incluyendo un acuerdo previo entre el gobierno y todas las facciones políticas representadas en el parlamento israelí, éste se reunió en pleno con el propósito de dictaminar apresuradamente durante la misma sesión la ley de disolución del presente cónclave llamando a elecciones anticipadas para el próximo 4 de septiembre. A medianoche y en pleno trabajo del poder legislativo, tanto representantes de los diferentes partidos políticos como periodistas fueron sorprendidos por una insólita noticia originada en la oficina del primer ministro Netanyhau.
Kadima, bajo el nuevo liderazgo de Shaul Mofaz, y hasta ayer el principal partido opositor de Bibi, decidió integrarse al gobierno actual a los efectos de formar una súper coalición nacional compuesta por 94 miembros que significa el 80% de los escaños.
De esta manera quedó sin efecto el acuerdo de elecciones general anticipadas. Según el documento presentado, esta nueva «coalición nacional» (denominada peyorativamente «repugnación nacional») tiene programado gobernar hasta el término legal, es decir otros 18 meses.
El programa expuesto se refiere solamente a cuatro puntos: promulgar la ley que iguale las exigencias de alistamiento al ejército; elaborar el presupuesto nacional; modificar el sistema gubernamental y promover planes de paz con los palestinos.
Según coinciden la mayoría de los analistas políticos y periodistas, es mucho más probable que Mahmud Abbás consiga la independencia de Palestina mucho antes que ese gobierno de Israel logre consenso en esos cuatro puntos.
En mis escritos anteriores estaba convencido que el interés de un sillón ministerial llevaría a la oposición a integrarse al gobierno de Netanyhau sólo con posterioridad a las próximas elecciones. Me equivoqué. La obsesión de Mofaz y sus secuaces no soporta la abstinencia de cuatro meses. Estos dignos líderes del judaísmo nos están enseñando que para este objetivo, como para otros, no hay nada más sagrado que mentir.
El 15.1.12, apenas tres meses y medio atrás, Shaul Mofaz, como presidente de la Comisión de Exteriores y Seguridad de la Knéset declaró: «El primer ministro Netanyhau es un mentiroso. Ningún primer ministro de Israel ha hecho lo que hizo Netanyhau. Esto no tiene precedentes. Esto es una infamia. Netanyhau mintió con conocimiento que está mintiendo en una discusión que fue grabada» («Netanyhau: las sanciones a Irán no son efectivas»; YNET; 16.1.12).
Pero esto no es todo. El 3 de marzo de este año, en plena campaña proselitista por el liderazgo de Kadima, Shaul Mofaz publicó textualmente en su página de Facebook: «Presten atención: yo no voy a ingresar al gobierno de Netanyhau. No hoy, no mañana, ni después que reciba la dirección de Kadima el 28 de marzo. Es un gobierno malo, fracasado e insensible. Kadima bajo mi dirección va a cambiar a este gobierno en las próximas elecciones. ¿Esto es suficientemente claro?» (Shaul Mofaz en su página de Facebook Shaul Mofaz; 3.3.12).
La mentira y la hipocresía no se saltearon las filas del Likud de Netanyhau. Yuval Steinitz, ministro de Finanzas, declaró: «Me retracté de mi expresión 'Mofaz es un cero a la izquierda'. Se trata de una movida brillante» (Haaretz; 8.5.12).
Para finalizar la gran farsa circense del liderazgo israelí y la grosera desfachatez de Mofaz, en plena conferencia de prensa ante todos los medios y en presencia de Netanyhau, el líder de Kadima remarcó el carácter patriótico de su decisión y acentuó que no demandó ningún puesto para él personalmente. ¡Upsss! Seguidamente se anunció que asumía el cargo de viceprimer ministro como reemplazante directo en caso de ausencia de Netanyhau.
A decir verdad, el show al que el judaísmo fue expuesto es bochornoso y realmente nos presenta muchos signos de interrogación. Pero esto es una larga y tal vez muy estéril discusión. Se puede asegurar con un alto grado de probabilidad que la lista de objetivos que este gobierno dio a publicidad no es más que una burda cubierta de otros planes mucho más funestos.
Netanyhau no tenía ninguna necesidad de arribar a un corralón sin salida de un llamado a elecciones si el objetivo era integrar Kadima al actual gobierno. El pánico surgió por otro motivo. El llamado a elecciones anticipadas era el plan original de Netanyhau. El problema es que la Corte Suprema de Justicia le jugó una mala pasada justo unas pocas horas antes de la última votación del parlamento actual.
En un fallo historic, el Tribunal Supremo de Israel no dio lugar a la extraña demanda del gobierno israelí de posponer el desmantelamiento y la demolición del barrio Ulpana en el asentamiento de Beit-El, en Cisjordania, construido sobre tierras privadas palestinas usurpadas por colonos con el visto bueno del Ejecutivo hebreo. La decisión fue dramática: en término de 60 días deberán devolver esas tierras limpias de viviendas a los palestinos propietarios originales.
El fallo anterior, que fijó como fecha límite del desmantelamiento el 1 de Mayo pasado no se cumplió y, de acuerdo a planes gubernamentales, debería ser modificado pues se tiene intenciones de cambiar la política. La crítica del Alto Tribunal fue demoledora y Netanyhau comprendió rápidamente su significado, en especial el tiempo y el respaldo parlamentario necesario. Si se disolviera el parlamento el gobierno quedaría esposado como gobierno de transición, del cual no hay posibilidad de renunciar, y debería necesariamente demoler el barrio con un efecto catastrófico en las posibilidades de una reelección de Netanyhau.
El ministro del Likud, Silvan Shalom, fue quien mejor describió la situación: «No se puede disolver el parlamento israelí sin resolver el problema del barrio Ulpana. El Likud, que lleva el estandarte de los asentamientos no puede permitirse el lujo de dejar un legado de las casas arrasadas y los colonos desalojados» («Israel. La Corte rechazó el pedido del Estado»; Itón Gadol 7.5.12).
Netanyhau, con sus desarrollados sentidos políticos logró articular una solución brillante en la que otros pagarán el precio, fuera del judaísmo a largo plazo.
Sin un alto riesgo de cometer un error, es de suponer que estamos ante la imposición judía de un nuevo valor al código universal de conducta política: «El golpe de Estado judicial». Se trata de dictaminar una ley especial que limite la intromisión del Supremo Tribunal a fin de que no exista posibilidad que ciudadanos e instituciones gocen de la defensa mínima y básica de los derechos humanos universales para casos que la política despótica de un gobierno lo considere de interés nacional. En pocas palabras: no permitir ninguna intromisión que moleste el rateo permanente de tierras palestinas en mano de los colonos judíos y de esta manera continuar la alocada carrera de conquista de toda Cisjordania. Racismo por excelencia.
Para esta movida, Kadima con sus 28 escaños y en situación de agonía política, es el socio ideal. Para poder gozar de otro año y medio en funciones, y tal vez de algún que otro sillón ministerial, serán capaces de mentir y vender sus principios en repetidas oportunidades.
En el mundo judío es de suponer que nada va a cambiar y todo seguirá por el mismo camino. Está claro que el pueblo judío demostró los últimos años que se comporta muy dócilmente, como ovejas de un rebaño guiadas por pastores con ideas fundamentalistas y programas basados en mentiras y promesas huecas.
El mundo se sorprende de estos cambios insólitos del judaísmo, y salvo lideres de países interesados, con seguridad una gran parte se estará preguntando: ¿Donde perdió el camino el judaísmo?