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El día después del después

En primavera vuelven los brotes verdes, las flores y el optimismo. En Oriente Medio, una muestra de ello es que al menos se han calmado las tensiones entre Israel e Irán.

La afirmación de Israel de que Irán está construyendo armas nucleares ha estado planeando sobre toda la región, así como en los ministerios de Exteriores de todo el mundo y en los mercados de energía globales.

Pese a haber preocupación verdadera en Israel sobre lo que suceda dentro de Irán, cada vez hay más evidencias que indican que mucha de la retórica que rodea este asunto es meramente táctica: una estrategia política arriesgada por parte de Israel, EE.UU y otras partes - entre ellos varios de los vecinos musulmanes de Irán, como Arabia Saudita y Turquía -, que no están interesadas en el surgimiento de un Irán con armamento nuclear.

Según esta línea de pensamiento, el hecho de hablar de la posibilidad de una acción militar inminente por parte de Irán le da credibilidad y empuje a las conversaciones en marcha que tratan de hallar una solución diplomática a la situación. El hecho es que dos de las tres partes implicadas - EE.UU. e Irán - tienen interés - aunque por diferentes motivos - en evitar el conflicto.

Mientras tanto, los servicios de inteligencia y el Ejército israelí dudan de la idoneidad a largo plazo y de la efectividad a corto plazo de un ataque militar unilateral para impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear.

En las últimas semanas destacados militares israelíes, incluyendo el Jefe del Estado Mayor, el teniente general Benny Grantz, han cuestionado la idea de que Irán esté desarrollando armas como parte de su programa nuclear y la teoría - a menudo defendida por el primer ministro Binyamín Netanyahu - de que Irán es un actor irracional que inevitablemente acabará utilizando armas nucleares contra el Estado judío.

Igualmente importante, dicen estas voces críticas, es el hecho de que un ataque militar no haría más que legitimizar un programa de armas nucleares en Irán, destruyendo además cualquier acuerdo con apoyo internacional para evitarlo. La decisión de Netanyahu y otros para elevar el tema hasta niveles existenciales hace que resulte mucho más difícil a voces externas aconsejar cautela.

Aún así, vale la pena hacer la pregunta: ¿qué sucedería si, en contra del consejo de sus aliados estadounidenses y de sus propias organizaciones de seguridad, el Gobierno de Netanyahu ordenara un ataque preventivo sobre las instalaciones de investigación y producción nuclear en Irán?

Consecuencias limitadas: En el caso de que el conflicto sea limitado, el programa nuclear iraní se podría retrasar tres años, y las represalias podrían verse frustradas o limitadas por un temor de Irán a la escalada del conflicto. El aumento del precio del petróleo sería limitado, para evitar la aversión. EE.UU podría permanecer al margen del conflicto.

Consecuencias concretas: En este escenario, las represalias de Irán se limitarían a ataques a Israel a través de Hezbolá. La implicación de EE.UU sería tan sólo defensiva. Los precios del petróleo aumentarían hasta 170 dólares el barril, lo que empeoraría la recesión en la Eurozona y paralizaría la recuperación en EE.UU. El apoyo a las sanciones se quebraría en Asia y Europa.

Conflicto sostenido: Un conflicto sostenido significaría que EE.UU. y los países del Consejo de Cooperación del Golfo, incluyendo Arabia Saudita, se verían arrastrados a un enfrentamiento por las represalias iraníes. Irán pondría en peligro los flujos de petróleo del Golfo, atacando los oleoductos y las estaciones de bombeo clave. La inestabilidad se extendería en Irak, Líbano y partes de Afganistán.

Ataques de Hezbolá y facciones palestinas: Hezbolá y facciones radicales palestinas atacarían a Israel, ayudados por misiles iraníes. Le temida Guardia Revolucionaria podría intentar una guerra del terror global contra Israel y los intereses occidentales. El precio del petróleo ascendería a 200 dólares por barril durante un periodo sostenido. Y la Eurozona se acercaría a la depresión, al tiempo que EE.UU volvería a entrar en recesión.

El peor escenario: Un ataque israelí podría desencadenar una respuesta iraní masiva contra los intereses de EE.UU, Arabia Saudita e Israel en la región. EE.UU se implicaría de lleno, sufriendo numerosas bajas por los misiles anti-buque chinos Silkworm que tiene el arsenal iraní.

La evaluación de los daños iniciales de las bombas podría convencer a Israel de que sus ataques aéreos no lograron destruir el programa de Irán, haciendo que el Estado hebreo se plantee la posibilidad de usar armas nucleares tácticas para terminar lo que empezó.

Una acción coordinada de EE.UU e Israel alienaría al mundo árabe y a la opinión pública internacional, radicalizando a Egipto e Irak. El precio del petróleo se dispararía por encima de los 200 dólares por barril durante bastante tiempo.

Las rutas de transporte marítimo en el Golfo se verían seriamente comprometidas y las instalaciones de Arabia Saudita y otros países de la región se verían seriamente dañados. EE.UU y la Eurozona entrarían en depresión económica y los bonos se dispararían. Los mercados emergentes de todo el mundo se colapsarían.

Sin lugar a dudas, es incalculable lo que está en juego.

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