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De regreso al gueto

Por un lado estamos separándonos de los palestinos detrás de una cerca, pero por otro, si miramos el panorama más amplio de Oriente Medio, vemos que en Israel vivimos entre vallas. Nos vamos transformando en una isla que, poco a poco, está perdiendo contacto con sus vecinos.

La cerca de seguridad que divide a Israel de Cisjordania está ahora en su décimo año de construcción. Hasta abril de 2012 se había completado casi 62% (434 kilómetros) de la extensión total prevista.

En junio, Israel anunció que la construcción se reanudaría en un sector cercano al asentamiento judío de Gush Etzión, muy cerca de la ciudad de Belén. Se prevé que la construcción del tramo en torno a Maalé Adumim, en las afueras de Jerusalén, se inicie el próximo año.

Lo que sea que haya al otro lado de una cerca es un «monstruo», un desconocido; es algo a lo que uno le teme. Así que esto definitivamente aumenta el grado de animosidad, desconfianza, enemistad y así sucesivamente, porque resulta ser algo desconocido y atemorizante.

El gobierno israelí justifica la cerca señalando que es una manera de proteger a los civiles israelíes de la violencia palestina. Por su parte, los palestinos sostienen que la valla, que se interna en Cisjordania, es un medio para que Israel confisque más tierras.

Se prevé que, al finalizar su construcción, la cerca rodeará 530 kilómetros cuadrados de tierras palestinas.

Pero la campaña de Israel para erigir vallas a su alrededor no termina en la cerca de seguridad frente a Cisjordania. La construcción de una valla de 230 kilómetros a lo largo de la frontera con Egipto avanza a rápidamente en un intento por mantener alejado al terrorismo proveniente del Sinaí y a los infiltrados ilegales que llegan de África.

Irónicamente, son los propios infiltrados ilegales africanos, principalmente de Eritrea, Sudán del Sur y Costa de Marfil, que ahora contabilizan aproximadamente 60.000, quienes participan en la construcción de la valla y su infraestructura.

«Siento como si estuviera haciendo algo en mi propia contra», dice Mohammad Anur Adam, un refugiado de Darfur de 29 años que pasó ocho meses construyendo una carretera que el ejército y la policía israelíes usarán para patrullar la valla.

«No hay trabajo, por eso lo hago», afirma Adam desde su casa en Eilat, a pocos kilómetros de la frontera egipcia.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, dijo que la valla es necesaria para mantener relaciones pacíficas con Egipto.

«Para continuar la paz, debe haber seguridad, y a tal fin es necesaria una valla», expresó, agregando: «Su rápida construcción es importante tanto para la paz como para la seguridad».

El pasado mes de junio, las autoridades israelíes terminaron de construir una valla de siete metros de altura que separa al Estado judío de Líbano. Dicha valla, equipada con cámaras y sensores para la detección de movimiento, abarca unos 1.200 metros.  

A comienzos de este año, Netanyahu anunció que, apenas se complete la valla a lo largo de la frontera con Egipto, Israel construiría en los límites con Jordania.

Incluso antes de ese anuncio, el rey de Jordania, Abdullah II dijo en una entrevista publicada en «The Wall Street Journal»: «Israel tiene que decidir, ¿quiere ser parte de la región o quiere ser la fortaleza Israel?».

Esa mentalidad de «Fortaleza» no es nueva, y es producto del pensamiento sionista de más de 100 años atrás.

El primer impulso judío sionista, y luego israelí, no era ser parte de Oriente Medio, sino pertenecer a Europa. Ya sea que tenga enemigos reales o imaginarios en su propio Estado o en las fronteras del Estado, la sociedad judía israelí desea encerrarse voluntariamente, a fin de no mezclarse con los palestinos o con el entorno árabe.

La muy antigua «mentalidad judía de gueto» aisla cada vez más a Israel de Oriente Medio.

Derribar las vallas reales e imaginarias es algo que sólo podrá hacerse cuando Israel, que es la potencia militar más fuerte de la región, y la más desarrolllada tecnológicamente, sea suficientemente audaz y valiente para abandonar algunos de sus prejuicios milenarios y aceptar la realidad de que forma parte integral de Oriente Medio con sus problemas y con sus soluciones.

Fuente: Haaretz - 23.7.12
Traducción: www.israelenlinea.com