Al leer los titulares periodísticos de Oriente Medio en los últimas semanas - musulmanes gobernando en Egipto, Irán mintiendo a todo el mundo, Assad intentando aplastar su rebelión y líderes palestinos que no hablan con Israel - se percibe la sensación de una región en la cual los motores realmente comienzan a fallar.
En un momento de esta naturaleza, el presidente Obama tiene que demostrar la misma decisión que demostró para localizar a Osama bin Laden. Una útil analogía para este momento viene de la ciencia del clima, en la que un popular lema dice así: Dada la medida en que buena parte del cambio climático ya se cernió sobre nuestro futuro, lo mejor que podemos hacer ahora es manejar lo inevitable y evitar lo inmanejable.
En términos de Oriente Medio, lo inmanejable que debemos evitar es otra guerra entre Israel y cualquiera de sus vecinos. Lo inevitable que tenemos que manejar es lidiar con lo que seguramente será un mundo árabe y musulmán mucho más inestable, el cual yace sobre las mayores reservas de petróleo mundiales. La estrategia que necesitamos es una seria política por la paz combinada con una seria política de energía.
El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, siempre se está preguntando por qué está perdiendo apoyo su nación y qué espera el mundo de un diminuto país rodeado de enemigos implacables. No puedo hablar por el mundo, pero sí puedo hablar por mí mismo. No tengo la menor idea de si Israel tiene un socio palestino o sirio para una paz segura con la que pueda vivir. Pero sé esto: con un mundo árabe y musulmán un poco más democrático y populista en el futuro, y con Israel ante la perspectiva de tener una minoría de judíos gobernando de manera permanente a una mayoría de árabes - entre Israel y Cisjordania, lo cual podría dar origen a que el Estado hebreo sea equiparado con el apartheid de Sudáfrica -, Netanyahu necesita usar toda su creatividad para explorar formas de ceder con seguridad Cisjordania a un Estado palestino.
Repito: quizá no sea posible. Sin embargo, Netanyahu no pasa su tiempo en el cargo tratando de usar la creatividad de Israel para encontrar formas de alcanzar un trato de este tipo. Al contrario, él lo pasa intentando evitar un trato de esa naturaleza. Todos lo saben. Nadie se engaña.
Israel está en una situación peligrosa. Por primera vez en su historia, tiene malas relaciones con las tres superpotencias regionales - Turquía, Irán y Egipto -, el apoyo de la Unión Europa disminuirá con la crisis y la necesidad de petróleo. Estados Unidos es su único amigo actualmente. De ninguna manera son estas tensiones responsabilidades únicas de Israel, particularmente en lo que respecta a Irán, pero el Estado judío nunca mejorará sus vínculos con Egipto, Turquía y la Unión Europea sin un esfuerzo más serio por salir de manera segura de Cisjordania.
La única forma de que Netanyahu sea tomado con seriedad nuevamente es si arriesga un poco de capital político y sorprende efectivamente a la gente. Él sigue anunciando en todo lugar que visita y en todos los medios en los cuales se entrevista que está listo a dialogar seriamente y a hacer concesiones dolorosas con respecto al territorio relacionado con los palestinos y los asentamientos. Está bien; que ponga un mapa sobre la mesa. Veamos de qué está hablando. ¿Qué tal si remueve de una buena vez esos asentamientos ilegales en Cisjordania construidos por grupos incontrolables de fanáticos mesiánicos rebeldes en contra de la voluntad de su propio gobierno? Cualquiera de estas acciones obligaría a sus adversarios a tomarlo con seriedad y ejercería presión sobre ellos para que actuaran con igual seriedad.
Si no hace eso como mínimo, sencillamente es una tontería que nosotros le permitamos que se siga dirigiendo al Congreso norteamericano cuando, en lugar de ello, necesita convencer al presidente palestino, Mahmud Abbás, en Ramallah. Además, es igualmente una estupidez que Abbás sigan acudiendo a Naciones Unidas en pos de un Estado cuando lo que realmente necesita es estar persuadiendo a los israelíes de las razones por las cuales evita dialogar con ellos durante casi dos años.
En cuanto a manejar lo inevitable, estamos en medio de campañas electorales y Obama anunció hace unas semanas que pretende abrir más áreas federales para la exploración petrolífera, tal como exigen los republicanos. ¡Genial! Hagamos incluso más dependiente a Estados Unidos de un recurso energético cuyo precio seguramente aumentará a medida que aumenta la población mundial y cuyas mayores reservas yacen debajo de lo que actualmente es la región más inestable en términos políticos en todo el mundo.
Con franqueza, yo no tengo problema alguno con más perforaciones en busca de petróleo, siempre y cuando se haga bajo las más estrictas normas ambientales. No me causa problema alguno que haya más energía nuclear, si se puede encontrar a una empresa de servicio público lista para poner el dinero. Mi problema yace en una política de energía que se enfoca exclusivamente en la perforación petrolera y la energía nuclear. Eso no es una política de energía. Eso es una política en busca de donaciones. No tendrá efecto alguno en las gasolineras.
Una verdadera política de energía es un sistema. Tiene que empezar con una norma nacional de energía renovable que requiera a cada empresa de servicio público que incremente su uso de energía renovable - eólica, solar, hidrólica, nuclear, biológica - hasta 20% de su producción total para el año 2020. Esto iría acompañado de mayores normas de rendimiento de combustible en vehículos motorizados y normas nacionales más altas de eficiencia para aparatos eléctricos y electrónicos y la construcción. Después, todas estas normas serían reforzadas con un precio al carbono. Es de esta forma como se logran mayores precios de la energía pero menores cuentas por energía, debido a que las mejoras en eficiencia o rendimiento significan que todos consumen menos.
Vamos a tener que aumentar impuestos. ¿Por qué no un impuesto al carbono que también reduzca el consumo de energía, impulse la innovación, limpie el aire y reduzca nuestra dependencia de Oriente Medio?
No queremos que se detengan las rebeliones por la «primavera árabe», pero nadie puede predecir cómo terminarán. La acción inteligente para nosotros e Israel radica en evitar lo que no podemos manejar, y manejar lo que no podemos evitar.
Justo en estos momentos, no estamos haciendo ninguna de las dos.
Fuente: The New York Times News - 29.7.12
Traducción: www.israelenlinea.com