Nunca estuve más preocupado por el futuro de Israel que ahora. El desmoronamiento de los pilares fundamentales que sostienen la seguridad del país - la paz con Egipto, la estabilidad de Siria y la amistad de Turquía y Jordania -, junto con el gobierno más diplomáticamente inepto y más estratégicamente incompetente que haya habido en la historia de Israel, han puesto al país en una situación sumamente peligrosa.
Esto ha provocado también el hartazgo de EE.UU en relación con la dirigencia israelí; no obstante, el gobierno norteamericano se ha convertido en rehén de la ineptitud de esa dirigencia, ya que el poderoso lobby pro-israelí de una campaña electoral puede obligar a la administración norteamericana a defender a Israel ante la ONU, incluso sabiendo que el Estado hebreo se dedica actualmente a la aplicación de políticas que no persiguen la realización de su interés propio o el de Estados Unidos.
Israel no es responsable de la caída del presidente egipcio, Hosni Mubarak, ni de la insurrección en Siria, ni de la decisión por parte de Turquía de buscar liderazgo regional a través de la cínica eliminación de Israel; ni tampoco por la fractura del movimiento nacional palestino entre Cisjordania y Gaza. De lo que el primer ministro israelí, Bibi Netanyahu, es plenamente responsable es de no proponer una estrategia que se ocupe convenientemente de todas esas cuestiones a la vez que protege los intereses de Israel a largo plazo.
Está bien; digamos que el señor Netanyahu tiene una estrategia: no hacer nada en relación con los palestinos o Turquía que se oponga a sus principios, que comprometa su ideología o que suponga un enfrentamiento con su socio clave de la coalición, el ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, un representante de la extrema derecha. Luego, llamar a los EE.UU para que detenga el programa nuclear iraní y para garantizar una ayuda total a Israel, pero asegurándose de que el presidente Obama no pueda exigir nada a cambio - por ejemplo, detener la construcción en los asentamientos israelíes -,a través de la movilización de republicanos en el Congreso para restringir el poder del mandatario, y por medio de la incitación a los líderes judíos para que declaren que Obama es hostil a Israel y que por tal razón perderá el voto judío. Y mientras tanto, hacer que el lobby israelí aplaste a quien se atreva a afirmar, en el gobierno o en el Congreso, que probablemente Bibi también ha cometido algunos errores, no sólo Obama. Entonces, ¿quién ha dicho que el Sr. Netanyahu carece de estrategia?
"El largo esfuerzo diplomático de años para integrar a Israel como un buen vecino en Oriente Medio se derrumbó con la expulsión de los embajadores israelíes de Ánkara y El Cairo y con la apresurada evacuación de los miembros de la embajada de Amman", escribió Aluf Benn en Haaretz. "La región está expulsando al Estado judío, cada vez más aislado detrás de sus murallas, bajo un liderazgo que se niega a realizar cambio, movimiento o reforma algunos... Netanyahu ha demostrado absoluta pasividad frente a las dramáticas transformaciones en la región, permitiendo que sus rivales tomen la iniciativa y decidan sobre los temas de la agenda".
¿Qué podría haber hecho Israel? La Autoridad Palestina, que en los últimos cinco años ha dado pasos concretos en la construcción de las instituciones y fuerzas de seguridad de un Estado en Cisjordania - haciendo la vida allí más tranquila que nunca para Israel -, terminó diciéndose a sí misma: "Nuestro trabajo de construcción de un Estado no hizo que Israel detuviera los asentamientos ni logró tampoco su compromiso de un proceso de separación; en consecuencia, todo que estamos haciendo no hace sino apuntalar la ocupación. Acudamos a la ONU; logremos nuestro reconocimiento como Estado dentro de las fronteras de 1967, y combatamos a Israel de esa manera". Una vez que esto estuvo claro, Israel debió haber sido capaz de generar su propio plan de paz, o bien, de intentar dar forma a la diplomacia de Naciones Unidas con su propia resolución que reafirmara tanto el derecho de los palestinos como el del pueblo judío a tener un Estado en la Palestina histórica, reiniciando de ese modo las negociaciones.
En cambio, el Sr. Netanyahu no hizo nada de eso. Ahora, el gobierno estadounidense libra una ardua batalla para mitigar los efectos de la crisis; EE.UU no debe vetar el establecimiento de un estado palestino en la ONU: eso podría tener consecuencias desastrosas en el contexto de un mundo árabe que avanza gradualmente hacia una forma de autogobierno cada vez más popular.
En cuanto a Turquía, el equipo de Obama y los abogados del Sr. Netanyahu han trabajado incansablemente los últimos dos meses para resolver la crisis originada por la muerte de civiles turcos a manos de comandos israelíes en la flotilla turca de mayo de 2010, que imprudentemente trataba de alcanzar Gaza. Turquía exigía una disculpa. Según un exhaustivo artículo acerca de las conversaciones, escrito por el columnista israelí de Yediot Aharonot, Nahum Barnea, ambas partes acordaron que Israel se disculparía sólo por "errores operativos" mientras que los turcos habrían de comprometerse a no presentar demandas legales. Entonces, Bibi optó por menoscabar a sus propios abogados y rechazó la oferta, por orgullo nacional y por temor a que el Sr. Liberman usara eso en su contra. Como consecuencia, Turquía decidió echaral embajador israelí.
En cuanto a Egipto, la estabilidad ha abandonado el edificio social del país y cualquier nuevo gobierno egipcio estará sometido a presiones más populistas en lo que atañe a Israel. Parte de esta situación resulta inevitable, pero ¿por qué no habría de contar Israel con una estrategia para reducirla al mínimo poniendo sobre la mesa un plan de paz verdadero?
No puedo sentir más que una gran compasión ante el dilema estratégico que le toca enfrentar a Israel; y no me hago ninguna ilusión con respecto a sus enemigos. Pero hoy Israel no le está ofreciendo nada a sus amigos - y el presidente Obama es uno de ellos - con qué poder defenderlo. Israel puede decidirse a pelear con todo el mundo, o bien, proponerse como objetivo no la rendición sino la atenuación de aquellas difíciles tendencias en su contra por medio de una propuesta de paz que las personas libres de prejuicios estarán dispuestas a considerar seriamente, logrando de ese modo reducir su aislamiento.
Por desgracia, actualmente Israel carece de un líder o gabinete que sean capaces de realizar una tarea diplomática tan sutil. Sólo cabe esperar que el pueblo israelí se dé cuenta de la situación antes de que el gobierno termine de hundir por completo al país en un total aislamiento global, arrastrando a Estados Unidos con él.
Fuente: The New York Times - 19.9.11
Traducción: www.argentina.co.il