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Protestas islamistas: 10 razones motivantes

¿Cómo explicar las protestas multitudinarias en el mundo islámico por un torpe vídeo amateur producido por un personaje ignoto en Estados Unidos? A continuación, en una apretada síntesis, 10 aspectos del mundo islámico que nos pueden explicar el porqué de esa conducta.

1. Protesto, luego existo   

En realidad no se trata de ningún fenómeno nuevo. En países con grandes masas ignorantes y desocupadas, una manifestación es un buen entretenimiento. Si es con violencia, mejor, ya que permite desahogar la frustración social con un blanco aprobado por las autoridades. El especialista en el Islam, Khalid Durán recuerda el término «hitista», que designa a jóvenes que se apoyan en la pared (ha^it en árabe, hit en Argelia). Se apoyan en la pared porque no tienen nada que hacer y no tienen dinero suficiente para ocupar una mesa en un café callejero. Durán cita una manifestación en Dacca, que entonces era Pakistán Oriental y hoy es Bangladesh, contra el libro de Fadlu-r-Rahman «Islam» en 1968. Hubo diez mil manifestantes, la gran mayoría iletrados en su propio idioma y por supuesto no habían leído el libro contra el cual protestaban, ya que se publicó en inglés. A juicio de Durán en cualquier metrópoli del mundo musulmán, siempre hay más de 100.000 personas en las calles sin nada definido para hacer y esperando que algo suceda. Si a ello le agregamos la incitación y la mano organizadora de distintos grupos islámicos que compiten entre sí, el fenómeno no tiene nada de extraño.

2. Religión e ideología militante    

Una de las mejores explicaciones sobre las diferencias entre las religiones monoteístas fue dada por el profesor israelí Moshé Sharón. El profesor dijo que Moisés fue un legislador, Jesús, un predicador y Mahoma, un guerrero. Esa clara diferencia fundacional marcó el carácter del Islam que no sólo es una religión en el sentido de dictar normas de ética personal, sino que es una ideología militante que aspira a convertir a todo el mundo en una única «umma» o comunidad de fieles. Para lograr ese objetivo considera que es totalmente lícito utilizar la fuerza. Consiguientemente el mundo se divide en dos, Dar el Islam y Dar el Harb (La Casa del Islam y la Casa de la Guerra). Sobre este punto coinciden las dos grandes escuelas rivales del Islam: la Sunna y la Chía.

3. La historia como actualidad   

Recientemente el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo refiriéndose a la guerra civil en Siria: «Lo que sucedió en Kárbala hace 1332 años es lo que está sucediendo en Siria hoy». La alusión tuvo un sentido muy claro: hoy se da otra vez una dramática confrontación entre la Sunna y la Chía en el mundo musulmán. En la batalla de Kárbala, que dividió al mundo musulmán en el año 680 de la era cristiana, Hussein Ibn Ali, nieto del profeta Mahoma y 70 de sus partidarios se enfrentaron con 1.500 combatientes del califato de los Umayad, que ocupaba el territorio que es hoy Irak. Los partidarios de Ibn Alí, el bando perdedor, formaron la Chía, mientras los vencedores de Kárbala crearon la secta sunnita.
Los seguidores de ambos grupos conservan la memoria histórica como si se tratara de un conflicto actual. Su identificación con los protagonistas de Kárbala no tiene ningún parangón en otras religiones.

4. Competencia entre radicalismos   

Además de la Sunna y la Chía, hay otros grupos menores escindidos del Islam, como los ahmadíes, los alawitas o los ismailitas. Los místicos sufíes forman parte de la Sunna, aunque los grupos más fanáticos los ven con desconfianza. Cada grupo tiene su propia lectura del Corán pero ninguno propone un cuestionamiento total o parcial del texto ni propugna ningún tipo de modernización. Mientras en el cristianismo y en el judaísmo hubo rupturas que permitieron su adaptación al mundo de la Ilustración, la libertad de credos  y las libertades ciudadanas, en el Islam se impusieron los grupos que miran hacia atrás y no hacia delante. El movimiento puritano wahabita del siglo XVIII es el que rige en Arabia Saudita y es el que gracias al dinero del petróleo es exportado por la monarquía saudita a las mezquitas erigidas con su apoyo en todo el mundo. Esa versión xenófoba considera inferiores a todos los infieles - es decir, absolutamente todos los que no profesan su fe - y postula como ideal un mundo regido por el Islam.
Así como hay una versión ultraconservadora sunnita hay una versión paralela chiíta. Entre ambas hay una lucha que no es sólo ideológica sino esencialmente de poder. En la realidad concreta de Oriente Medio se plantea como una batalla entre Irán y Arabia Saudita por la supremacía en la región. Por otra parte, hay numerosas organizaciones radicales islámicas y muchas de ellas compiten entre sí. Una de las armas más importantes en esa  competencia es la lucha contra los infieles, en primer lugar contra Israel y Estados Unidos, y luego contra todo el mundo occidental no musulmán.

5. El odio como fuente de identidad

El odio al diferente siempre ha sido un fuerte constructor de identidades. La educación islámica inculca un sentimiento de superioridad sobre los infieles, pero la realidad histórica se ha encargado de desmentir sistemáticamente ese presunto predominio. La protesta militante y los estallidos de odio contra  los presuntos perseguidores del Islam es una forma de enfrentar esta profunda frustración histórica.

6. Mezquitas en todas partes   

Las mezquitas son centros de adoctrinamiento sólo comparables a lo que eran las iglesias en la Edad Media. Los predicadores islámicos tienen una influencia considerablemente mayor a la que pueden tener en un Occidente secularizado los sacerdotes cristianos o los rabinos judíos. Por otra parte, en esta era tecnológica, hay prédicas islámicas radiales y televisivas que llegan a millones de oyentes y televidentes. El ejemplo más conocido es el de Yusuf Quaradavi, el ideólogo de los Hermanos Musulmanes que entre otras cosas sostiene la bondad del terrorismo suicida y de la situación de inferioridad de la mujer. Es sin duda el telepredicador más influyente del mundo con millones de seguidores.

7. Gentilezas contraproducentes    

¿Por qué las disculpas no dan resultado? ¿Por qué la apertura del presidente Obama al mundo musulmán resultó un fracaso? Porque el Islam no postula el entendimiento con el diferente, sino su derrota. Cuánto más se disculpan los políticos de Occidente por un insignificante vídeo del cual no son responsables, más son despreciados, porque se les considera débiles.

8. Indignaciones selectivas   

En la guerra civil en Siria ya hay casi 30.000 muertos pero en todo el mundo musulmán no ha habido manifestaciones de indignación por esta masacre. Los asesinatos entre hermanos musulmanes aparentemente son considerados parte de la normalidad, mientras las cosas cambian si está involucrada la honra del Islam presuntamente mancillada por Occidente. La indignación selectiva en el mundo islámico, es, particularmente irritante por la desproporción entre crímenes reales y actos de crítica cuya importancia real es insignificante.

9. La sombra de Jomeini   

El primero que inventó la persecución de críticos del Islam en Occidente fue el ayatolá Jomeini al poner precio a la cabeza del escritor Salman Rushdie. Desde entonces, los grupos radicales islamistas utilizan todas las ocasiones posibles para tratar de obligar a Occidente a «respetar el Islam», o sea renunciar a toda crítica que pueda molestarlos. Es una forma de ganar una posición de privilegio por sobre cualquier otra religión, un primer paso hacia la supremacía y el dominio del mundo. La sombra de Jomeini, que vio la gran oportunidad de heredar a la Unión Soviética en la competencia por la supremacía en el mundo con Occidente luego de la caída del comunismo, se agranda y se vuelve más peligrosa día tras día.

10. Adiós Revolución Francesa   

Si por debilidad cada día más países aceptaran que el Islam tenga el privilegio especial de estar por encima de toda crítica, será el fin de los ideales de la Revolución Francesa: Igualdad, Libertad, Fraternidad. No habrá más igualdad ya que se impondrá un privilegio, obtenido por la violencia y el miedo, para quienes consideran que una religión es superior a las demás. La libertad estará sujeta a restricciones que la convertirán en carente de valor y por supuesto no habrá más fraternidad, ya que existirá un grupo superior y otros subordinados. El mundo se dividirá en fieles privilegiados y en infieles inferiores.

No hay que equivocarse. Las protestas no son simples exageraciones de musulmanes exageradamente sensibles. Son parte orgánica de la «Yihad» para imponer la «justicia islámica» en el mundo, o sea el dominio del Islam sobre el resto de la humanidad.