Líderes políticos israelíes y dirigentes de instituciones judías de la diáspora se empecinan continuamente en reflejar una imagen rosa del Estado judío aun cuando este esfuerzo obliga ocultar situaciones que un tono gris oscuro sería mucho más apropiado para describirlas. Sus expresiones de duelo y condolencia con motivo de la triste desaparición de Nelson Mandela, especialmente la focalización en su legado, son un típico ejemplo.
Fuera de pocas excepciones de medios israelíes en hebreo que enfatizaron serias contradicciones al respecto [1], la mayoría de los espacios informativos y de opinión, y prácticamente la totalidad de aquellos en español, se dedicaron, como de costumbre, a difundir la versión oficial israelí sin ningún comentario.
Netanyahu le dedicó frases muy elocuentes. «Mandela fue un luchador por la libertad. Será recordado como un líder moral muy importante». El presidente Peres agregó de su parte: «Mandela luchó por los derechos humanos, dejó su huella en la guerra contra la discriminación y el racismo. Fue constructor de puentes de paz y dialogo» [2].
El Embajador israelí ante la ONU, Ron Prosor, manifestó: «Mandela fue un modelo a seguir para todos y cada uno de nosotros. Mandela inspiró a millones de personas alrededor del mundo» [3].
El Congreso Judío Latinoamericano destacó «su historia de lucha a favor de los derechos humanos y su logro de iluminar a todo el mundo con un espíritu de libertad y respeto hacia el otro» [4]. La DAIA de Argentina no se quedó atrás afirmando que «Mandela fue un ejemplo de compromiso, coraje y lucha por los más elevados valores de la dignidad humana» [5].
Para toda persona meramente informada del pensamiento, posiciones y actitudes de Nelson Mandela relacionadas con Israel y el conflicto con sus vecinos, éstas expresiones son un buen ejemplo de una parodia mediática, una falta de sentido común, y hasta se podría afirmar, una burla a la inteligencia.
Pese a ser tildado repetidamente de antisemita, Mandela tuvo la entereza de sobreponerse a los daños que le causó la histórica e incomprensible colaboración entre el Estado racista y discriminatorio de su país e Israel. Cuando visitó este país en 1999 declaró: «Israel cooperó con el régimen del apartheid que masacró como animales a gente de mi pueblo», pero eso de ninguna manera modificó su posición de que «Israel debe ser reconocido por los países árabes» [6]. Esta clara actitud de tolerancia e indulgencia no debe ser motivo para ocultar una fuerte e inquebrantable identificación con la causa palestina en general, y de su mitológico líder Yasser Arafat, tan odiado y vapuleado en Israel.
Cuando se alaba su «lucha por la libertad», su «lucha por los valores de la dignidad humana» o «su respeto hacia el otro», no se puede dejar de lado la interpretación práctica de Mandela al declarar: «Arafat fue uno de los más notorios combatientes de la libertad de esta generación. Consagró su vida eterna a la causa palestina. Notamos con gran tristeza que su sueño y el de su pueblo, de ver un Estado palestino, aún no se ha realizado» [7].
En el momento en que se rememora su «lucha por los derechos humanos», por «dejar su huella en la lucha contra la discriminación»; cuando se habla de «modelo a seguir» o se lo considera «un líder moral muy importante», no se puede ocultar sus agudas posiciones respecto de la solución de conflictos de Israel: «Israel debe retirarse de todas las áreas conquistadas a árabes en 1967, en particular retirarse completamente del Golán, el sur de Líbano y de Cisjordania» [8]. No en vano quedó sin respuesta su propuesta de mediar en el conflicto.
Estas declaraciones del liderazgo israelí y de instituciones judías de la diáspora, ocultando el verdadero Mandela, no son más que un nuevo intento de imponer un omni privilegio judío. Valores universales de libertad, derechos humanos, inclusión y otros principios democráticos modernos son validos textualmente en todo el mundo, pero para judíos e Israel no siempre incumbe o se exige una adaptación a medida.
Otro ejemplo de esta excepcionalidad y separatismo judío fue publicado recientemente como consecuencia de la protesta de extremistas en la Catedral de Buenos Aires por el acto de conmemoración de la Noche de los Cristales. «Organizaciones de derechos humanos hay en abundancia, y muchas de ellas son muy valiosas. En contraste, organizaciones que defiendan a los judíos hay muy pocas y son indispensables en estos tiempos en los que la judeofobia asoma cabeza de modos cada vez más sofisticados» [9].
Da la impresión que negarse a ser un pueblo entre muchos y la permanente demanda de un trato preferencial día a día profundiza esa creciente antipatía hacia Israel y la exclusión de los judíos de los marcos sociales de la diáspora donde están insertos.
Ojalá me equivoque...
[1] «Mandela e Israel. No es una historia de amor»; A. Bander; Maariv, 6.12.13. «Israel está triste por la muerte de Mandela, pero teme adoptar su legado»; J. Shalev; Haaretz; 5.12.13.
[2] «Netanyahu y Peres lamentan la pérdida de Mandela» Itón Gadol; 6.12.13.
[3] «Embajador israelí ante la ONU expresó las condolencias de Israel por el fallecimiento de Mandela»; Itón Gadol; 6.12.13.
[4] «El CJL expresó su pesar por el fallecimiento de Mandela»; Itón Gadol; 6.12.13.
[5] Comunicado de DAIA; 6.12.13.
[6] «Mandela bears message of peace in first visit to Israel»; Jewish Telegrafphic Agency; 22.10.99.
[7] «Mandela rinde homenaje a Arafat»; Agencia AFP Johannesburgo; citado en Diario Crónica; México; 11.11.04.
[8] «Mandela bears message of peace in first visit to Israel»; Jewish Telegrafphic Agency; 22.10.99.
[9] «Los judíos en casa»; Gustavo Perednik; JAI Uruguay; 26.11.13.