Hay un componente de la guerra psicológica llamado «asesinato de la reputación». El mayor experto en estos crímenes morales fue el alemán comunista Willi Münzenberg.
En gran medida, las naciones, como las personas, viven de la imagen que proyectan. Es un arma muy antigua perfeccionada durante la Guerra Fría. Israel es víctima constante de esos ataques.
La American Studies Association (ASA) le declaró un boicot a las instituciones educativas israelíes. ASA es una organización menor de académicos norteamericanos interesados en la cultura estadounidense.
Inmediatamente las poderosas Asociación de Universidades Americanas y la Asociación Americana de Profesores Universitarios protestaron. Era lo moralmente correcto, pero picaron el anzuelo.
Precisamente quienes intentan asesinar la reputación israelí buscaban eso: enfocar el debate sobre un cúmulo de falsedades para desacreditar al adversario.
Las aparentes razones de ASA para declarar el boicot descansan en el supuesto maltrato a los académicos y estudiantes palestinos. En la ocupación de territorios árabes, ignorando los conflictos bélicos generalmente iniciados por los vecinos. En erigir un muro que protege a Israel de atentados terroristas suicidas de la Yihad Islámica. Y porque las universidades israelíes colaboran con el Gobierno en defensa, como cualquier sociedad responsable, si vive bajo constantes amenazas de ser destruida.
El boicot tiene un componente «antiamericano»: condenar la política de Washington con Israel.
Según los síntomas, estamos ante una operación de Hamás. El objetivo: presentar a Israel como Estado racista e imperialista que no merece respaldo alguno.
Hamás es muy hábil manipulando incautos. Posiblemente los jerarcas de ASA y la mayoría de los 1.252 profesores que votaron a favor del boicot no saben que formaron parte de una acción encubierta contra un país, ideada por una organización terrorista. Se atribuye a Lenin la expresión «idiotas útiles» para referirse a este tipo de ingenuos.
Esta pérfida maniobra encierra, asimismo, dos paradojas. El 20% de la población de Israel es árabe. Hay miles de estudiantes árabes israelíes en sus universidades. En cuatro de ellas, enseñan varios premios Nobel, son excelentes instituciones: la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Weizmann, la Universidad de Tel Aviv y el Instituto Tejnión. Si el boicot funcionara estos árabes se perjudicarían. Además sería contraproducente para el resto del mundo.
Israel es uno de los países que más innovaciones e invenciones genera para beneficio del planeta. Este pequeño Estado es un verdadero think?tank que sirve a la humanidad.
No seamos ingenuos. Asesinar la reputación de Israel es el primer paso.
¿Exagero? Hitler y sus nazis comenzaron por asesinar la imagen de los judíos.
Más tarde asesinaron a los judíos directamente.