Las palabras se usan a veces con demasiada facilidad, sin considerar las consecuencias. Ofensas gratuitas, realmente nada aportan, y menos que menoscuando el que ofende es el ministro de Defensa de Israel, el ofendido el secretario de Estado norteamericano y el trasfondo la compleja negociación entre israelíes y palestinos.
El pasado martes los israelíes amanecieron con una noticia que inclusive a los conocedores de tormentas políticas alcanzó a sorprender: en declaraciones al periódico «Yediot Ahronot», el ministro de Defensa hebreo, Moshé Yaalón, dijo que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, actúa «motivado por una obsesión fuera de lugar y un fervor mesiánico».
Yaalón agregó: «Lo único que puede 'salvarnos, es que Kerry reciba el Premio Nobel y nos deje en paz».
El escenario de fondo, claro está, es el intenso esfuerzo del jefe de la diplomacia estadounidense por lograr un marco de acuerdo entre israelíes y palestinos, de cara a una paz definitiva que ponga fin al conflicto entre las partes.
La semana pasada, Kerry llevó a cabo su décima gira a la zona con dicho propósito en menos de un año, una asiduidad sin precedencia.
Como era de esperar, en Washington reaccionaron molestos ante los conceptos de Yaalón, que además, está presente en los contactos entre Kerry y el primer ministro Binyamín Netanyahu cuando tienen lugar las conversaciones sobre el tema palestino y el otro tema clave en la agenda regional, el esfuerzo armamentista nuclear de Irán.
«Si estos comentarios son exactos, son ofensivos e inapropiados, especialmente tomando en cuenta todo lo que hace Estados Unidos para apoyar las necesidades de seguridad de Israel», declaró la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, cuando el cronista del Canal 2 de la televisión israelí, Aharón Barnea, le pidió comentar la cita atribuida a Yaalón.
Más tarde, Yaalón publicó un comunicado disculpándose y asegurando que no había tenido intención de ofender al secretario de Estado. Cabe suponer que en efecto, su intención no era necesariamente ofender a Kerry, aunque puede discrepar con su enfoque, lo cual es legítimo. El problema es cuando no se cuida la boca debidamente o, mejor dicho, cuando no se piensa en las consecuencias.
Sin subestimar las legítimas discrepancias entre algunos miembros del Gobierno israelí - Yaalón no es el único - y la Administración Obama - que no siempre da muestras de comprender a fondo los pormenores de la situación en Oriente Medio - y la auténtica preocupación que el titular de Defensa hebreo puede sentir si considera que Kerry presiona donde no debe, hay otros «mesianismos» que nos preocupan mucho más.
Ya hemos escrito sobre ello tiempo atrás y lamentablemente, no hay más remedio que volver sobre el mismo tema: los vándalos de extrema derecha, generalmente residentes en algunos asentamientos en Judea y Samaria (términos bíblicos para lo que generalmente se conoce como Cisjordania), que en represalia por acciones del Ejército israelí (el suyo propio) cuando, por ejemplo, desmantela construcciones no autorizadas, atacan propiedades, vehículos y hasta mezquitas en aldeas palestinas. En más de una ocasión, también atacaron coches de oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel.
El fenómeno es cada vez más recurrente.También hace unos días amanecieron en una aldea palestina aledaña a la ciudad cisjordana de Kalkilia con una noticia de este tipo, habiendo alcanzado los extremistas a quemar parte de una pared en una mezquita, pintando en el lugar un grafitti que no dejaba lugar a dudas. Es el fenómeno conocido como «Etiqueta de Precio», «Tag Mejir» en hebreo.
Con Kerry se puede discrepar o tratar de ubicarlo si se considera que no entiende la situación y que su motivación por alcanzar un acuerdo israelí-palestino, lo obnubila y confunde. Pero a estos matones que traen vergüenza a Israel, hay que detenerlos, enjuiciarlos y castigarlos con todo el rigor de la ley.
Además de la mancha que son para la sociedad, para los propios habitantes judíos de los asentamientos y en general para todo el público que puede discrepar con las negociaciones pero que lo hace en las urnas, no de esta forma, son también un riesgo de seguridad. Estos cobardes complican a Israel, en lugar de ayudarle.
Y volviendo a lo ocurrido entre Yaalón y Kerry. Más allá de la problemática que supone este tipo de incidentes para las relaciones bilaterales entre Israel y Estados Unidos, no menos difícil es la conclusión a la que esto lleva en cuanto a las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina.
Por eso decíamos en el titulo de esta nota... «frustraciones caras». Al parecer, en lugar de acortarse distancias, la desconfianza va en aumento. Yaalón ha dicho repetidamente que el presidente palestino, Mahmud Abbás (Abu Mazen), es intransigente, y que el único lado que ha cedido algo hasta ahora, ha sido Israel, que liberó a presos palestinos responsables de atentados.
«Abu Mazen está vivo y bien gracias a nosotros», dijo Yaalón. «Pero apenas dejemos Judea y Samaria (Cisjordania), está terminado. Unicamente nuestra continua presencia en Judea y Samaria y en el Río Jordán, garantizarán que el aeropuerto Ben Gurión y Natanya no se conviertan en blancos de cohetes de todas direcciones», agregó, asegurando que «el plan de seguridad que Estados Unidos nos ha presentado, no vale el papel en el que está escrito».
Según el periódico egipcio Al-Masi al-Yaum, fuentes en la Liga Árabe revelaron que Kerry exhortó a los cancilleres de la Liga el domingo último a mostrar flexibilidad y presionar a los palestinos para que hagan concesiones a fin de que Washington pueda a su vez presionar a Israel. Pero según dichas fuentes, el canciller palestino, Riyad el-Malki, rechazó el llamado norteamericano y recibió apoyo de sus pares árabes al respecto.
De fondo está la gran nebulosa de la desconfianza que ambas partes sienten. Los palestinos tienen sus motivos para ello e Israel los suyos. Para los palestinos, oir a varios ministros israelíes pronunciándose tal cual lo hacen contra un Estado palestino independiente, contra todo tipo de eventuales retiradas, y refiriéndose al presidente Abbás en términos negativos, no es buena señal.
Es oportuno recordar, sin embargo, que tampoco inspira ninguna gran esperanza del lado israelí ni ayuda a aumentar la fe en un acuerdo que sea sinónimo de paz, el oir al propio Abbás a cada rato hablando nuevamente del «derecho al retorno» de los refugiados y de que no habrá jamás paz si Jerusalén no es capital del Estado palestino, además de reiterar que no reconocerá nunca a Israel como Estado judío.
El liderazgo palestino escabulle una y otra vez pronunciamientos sobre el fin definitivo, valga la redundancia, de las exigencias ante Israel y del conflicto que separa a las partes. Y eso no es alentador.
Con la misma firmeza que consideramos que la derecha israelí tiene que comprender que habrá que dividir la tierra para llegar a la paz, estamos convencidos de que esa paz no se alcanzará nunca si los palestinos continúan en su tesitura actual.
Es cierto que el territorio es un elemento concreto, palpable, y que a eso sólo Israel puede renunciar. Los palestinos no tienen nada para dar en este sentido. Pero los pronunciamientos categóricos contra todo cambio en su postura en temas claves como refugiados - problema que fue creado debido al ataque del mundo árabe contra Israel en 1948 -, la demonización de Israel y los judíos en sus medios y la presentación continua ante el pueblo de terroristas como héroes y de Israel como un implante en la región, sin derechos históricos en su tierra, son no menos peligrosos.
Creemos que bien haría el Gobierno israelí si en lugar de dedicar tanta energía a anunciar nuevas viviendas en asentamientos, se concentrara en explicar por qué no se podrá llegar a la paz sin cambiar el discurso palestino ante su propio pueblo, que envenena mentes y corazones al presentar a Israel como una creación ilegítima sin raíces en su propia tierra.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay